La chica que leía portales

La niña que olvidó su Canción

Iris aún no se acostumbraba al bosque, aunque respiraba aire, no parecía el mundo real. Todo allí estaba teñido de un silencio expectante, como si el lugar contuviera la respiración.

Barquillo caminaba a su lado con paso ágil, mientras que el cuaderno mágico colgaba de su bolso. En algún momento del camino se habían separado del joven pelinegro al que habían conocido antes, el bosque era como un laberinto, los llevó hasta un barranco y el jóven se dio cuenta demasiado tarde, tropezó cayendo cuesta abajo. Lo más extraño fue que cuando Iris bajó a buscarlo, éste ya había desaparecido.

Se detuvieron frente a un claro donde los árboles curvaban sus troncos hacia el suelo y de sus hojas caían gotas de luz líquida.

—Los árboles lloran.— murmuró Iris.

—Y en medio del llanto.— dijo Barquillo.— La canción espera ser cantada

Iris aún no se acostumbraba a que el gato hablara, pero teniendo en cuenta lo que estaba pasando, muy descabellado no era.

Sentada en una piedra musgosa estaba una niña. Pequeña, ojerosa, con una flauta rota entre las manos.

—Esa debe ser Lila.— dijo Barquillo.

Cuando se acercaron la niña los miró con ojos vacíos.

—No puedo cantar. El lobo se llevó la canción.—dijo ella.— Y sin canción, nadie sueña.

Antes de que pudiera responder, una voz suave los interrumpió.

—Por fin te encuentro.

Era el jóven de cabello negro. Caminaba entre los árboles con una expresión desconcertada y una rama en la mano. Iris se fijó en que sus ropas estaba raídas y echas jirones.

—¡Eres tú!—dijo aliviada.—¿Qué pasó? ¿Cómo llegaste aquí?

El jóven sonrió, apenas.

—No estoy seguro, me perdí, luego recordé, mi nombre, o eso creo, creo que me llamo Erian. También recordé que había oído hablar de una niña que cantaba para despertar el bosque y pensé que tal vez encontrarla me ayudaría a recordarlo todo.

Barquillo lo observó con ojos atentos.

—Este jóven debe ser parte importante del cuento. Pero parece que su papel fue arrancado de las páginas.

Iris se acercó a Lila y se arrodilló frente a ella.

—¿Qué te pasó?— le preguntó con voz dulce.

—El lobo vino. El que no deja sombras. Me dijo que cantar era peligroso. Me quitó la canción. Y el bosque.... se quedó dormido conmigo.

El cuaderno se abrió solo, sobre una página en blanco unas letras oscuras comenzaron a formarse.

"Dónde el reflejo guarda lo amado, la melodía perdida susurra su nombre"

—Eso suena a pista.— dijo Iris.

Erian dio un paso adelante.

—Creo... creo recordar que hay un lago no muy lejos... Lo llaman el Espejo del Alba. Dicen que muestra recuerdos felices a quien lo mira. A mí no creo que me muestre nada.

—Tal vez porque olvidaste lo que te hace feliz.— murmuró Iris.

—Tal vez.— dijo bajando la mirada.

Barquillo movió la cola.

—Si la canción está ligada a un recuerdo debemos llevar a Lila allí. Pero debemos apurarnos.

Un aullido resonó en la distancia más grave esta vez, como si las páginas del libro gimieran por dentro.

Iris ayudó a Lila a levantarse. La niña temblaba pero no se resistió.

—¿Qué pasa si el lobo nos encuentra primero?—preguntó Lila, asustada.

Barquillo se giró hacia ella.

—Entonces este cuento se rompe para siempre, y todos nosotros, moriremos.

Y con eso comenzaron a caminar hacia el lago, guíados por una persona que apenas comenzaba a recordarse a sí misma



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En el texto hay: portales, aventura, magia

Editado: 29.06.2025

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