La Chica Que No Le Temía Al Monstruo Del Armario // Pausado

1. Mi mejor amiga y Katy Perry

Conor

—¿Por qué dicen que el amor mueve el mundo si a mi me mueven los miedos?

Fue la última nota que dije antes de soltar el micrófono y bajar de la tarima de madera.

—¡Bien hermano!—me felicitó Derek dándome una palmada en el hombro y una botella de agua-estoy seguro que ganarás esta ronda.

—Eso lo espero más que nada—dije abriendo la botella y bebiendo un poco.

Hace exactamente una semana huí de casa dejando todo atrás y estoy comenzando una nueva vida en una nueva ciudad sin conocer a nadie, a excepción de Derek, mi mejor amigo—y único—, el chico que me abrió las puertas de su casa tan pronto como salí de la mía.

Ha pasado una semana desde que salí de casa de el gran Adam Maxwell otro de los estúpidos hombres millonarios que piensan que el dinero lo es todo. Si, mi padre es un estúpido millonario.

—¡Holaaa—chilló Abby abalanzándose sobre mí y plantándome un estruendoso beso en la mejilla.

—Hola—respondí molesto apartándola de mí.

Abby es una amiga que conozco de mi vida pasada...vida pasada, se siente tan bien llamarla así.

—Llegaste un poco tarde ¿no?—habló Derek arqueando una ceja.

—Si, un poco—respondió abanicándose con la mano—yo también tengo una vida más allá de ustedes dos—dijo señalándonos.

Continuó hablando haciendo algunos ademanes, la ignore durante todo el rato que no paró de hablar de cómo le fue el fin de semana con sus amigos y demás cosas anodinas. No necesitaba ni quería saber que cosas insignificantes para mi hacía o no hacía Abby.

Los murmullos por parte de las personas que se encontraban ahí comenzaron a sonar con más intensidad, me percate de que era porque habían comenzado a seleccionar a los que pasarían a la siguiente ronda.

—Connor Maxwell—anunció un hombre de pelo cenizo.

Se me revolvió el estómago cuando escuche mi nombre y no fue precisamente de felicidad fue más bien una sensación desagradable al acordarme que seguía teniendo el apellido de mi padre.

Maxwell era un apellido bastante influyente en el mundo de los negocios, pero dudo que alguien lo mencionara en el mundo de las familias honestas en donde la mía por supuesto que no encajaba, o al menos la gran mayoría creía eso y yo también lo creo.

Mi familia—si es que la puedo llamar así—es la típica familia que te muestra la cara que quieres ver, es aquella que otros juzgan como perfecta pero si te tomas el tiempo de verla detalladamente te darás cuenta que está lejos de serla, mi padre no es el hombre ejemplar que dice ser, mi madre no es la madre sumisa y abnegada que vive solo por su familia y yo no soy el "hijo perfecto".

La familia más falaz que conozco, mi familia.

—¡Felicidades!—chilló Abby de nuevo—aunque no entiendo porque insistes en esto cuando lo tenías todo.

—Podrías solo callarte—la espeté.

Tan pronto como supe que había pasado a la siguiente ronda del concurso de música en el que me inscribí por insistencia de mi mejor amigo salí del lugar acompañado de Derek y Abby, nuestra siguiente parada fue su departamento. Mañana regresaría para presentarme en la final.

Al entrar fuimos directo a la cocina, Abby tomó su teléfono y se apoyó en la barra y comenzó a hablar con alguien, cuando termino de hacerlo se volteo hacia nosotros con una sonrisa marcada en los labios.

—Acabo de ordenar pizza—anunció.

Derek se llevó dramáticamente las manos a la cabeza, Abby arqueó una ceja confundida.

—Eso significa que tengo que te vas a quedar más tiempo—bromeó.

Siguieron hablando pero yo los ignoré totalmente, mi mente estaba ocupada en otra cosa.

¿Y si realmente cometí un error al dejar todo lo qué tenía?

¿Y si esta vez todo cambiaba?

¿Era un cobarde por huir?

Apreté los puños y golpeé la pared con fuerza.

—Mierda—murmuré.

Abby fue la primera en acercarse y examinar mi puño, Derek no decía nada, se había acostumbrado a que esto pasara cada vez más seguido, así que se limitó a ir por algo de hielo.

Habían pasado unos minutos desde aquel arranque de...¿Ira?, Abby se apartó de mí y se dirigió a atender al repartidor que había llegado con la pizza, el chico no le quitaba la vista de encima, en especial a sus piernas que estaban descubiertas con esa pequeña falda que usaba. Abby es tan atractiva como molesta, recuerdo que el instituto era considerada una diosa entre todas las chicas, sus ojos azules miraron al chico después de agradecerle por su trabajo.

—¿Ahora te ligas al de las pizzas?

Parecía sorprendida.

—¿¡Qué!? no, solo soy amable. Es algo que deberías aprender Conor—respondió a la defensiva.—¡Es hora de la cena!

Gran banquete.

Cada quien tomo su rebanada de pizza, Derek fue el primero en devorar todo. Abby fue la última en terminar.

—Creo que es hora de irme— Abby se levantó del sofá-nos vemos luego Cony.

¿Qué rayos acabas de decir Abby?

—Adiós Derek—este le hizo una señal con la mano a modo de despedida.

Abby tomó su bolso y se acercó a mí para darme un beso de pico.

...

Sé que debí dejar esto desde hace mucho, pero juro que lo intente y fallé, no es fácil soltar a tu mejor amiga.

Saqué de la bolsa de mi pantalón un cigarrillo de marihuana, aunque prefiero no llamar así a mi mejor amiga. Encendí el cigarrillo le di una calada dejé que mis pulmones se llenarán de humo lo que me provocó un alivio inmediato.

Un calmante inmediato, así es mi mejor amiga.

Continué relajándome hasta que estuve adormilado.

—Conor—llamó una voz malhumorada— levántate—ordenó.

—Hermano teee quieroooo—dije entre risas.—¿Por qué nunca te digo que te quiero?

—¿Cuánto fumaste?. Habías dicho que ya no lo harías. Porque sigues...

—Shhh—lo callé—relájate, no seas tan amargado, aún me queda un poco si quieres.




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