La Chica Que No Le Temía Al Monstruo Del Armario // Pausado

3. Una niña con suerte

Vega


Como cada día en el instituto las horas pasaban rápidamente, mi última clase había terminado.
Caminé entre pensamientos vagos imaginándome mi futuro, parecía incierto pero al mismo tiempo emocionante. Me gustaba imaginar como sería en algunos años, si llegaría a ser la persona que siempre me he imaginado.

No había nadie en casa pero ya me he acostumbrado a que mis padres esten ausentes por su trabajo; cierro la puerta y subo a mi habitación a cambiarme de ropa y para no sentirme sola pongo algo de música, "She do" de In Real Life comienza a sonar y no puedo evitar comenzar a moverme y bailar mientras tarareo la canción, mi baile es interrumpido por alguien que golpea la puerta y no tengo otra opción más que bajar a abrir, al abrir la puerta me encuentro con dos personas: mi vecina y su hija.

—Hola Vega, perdón por molestar pero quería ver si podías cuidar a Valeria por un par de horas, tengo que resolver algunos problemas en el trabajo.

—Claro Sam, yo me quedare con la traviesa Val—respondo amable.

—¡Genial!—sonríe y busca algo en su bolso—toma ésto para que salgan por helados—dice dándome algo de dinero.

Sam se despide de su hija y de mí antes de marcharse, la niña interior de Vega sale a relucir cuando se queda sola con Valeria, siente esa emoción de correr y saltar y olvidar que esta a punto de convertirse en una adulta.

—Bueno, solo somos tú y yo—volteo a mirar a la niña.

Valeria grita un "atrapame" y comienza a correr escaleras arriba yo—o más bien mi niña interior—comienza a reir y a correr detrás de ella.

Media hora después entre risas y cosquillas decidimos ir al parque para que ella pudiera jugar con niños de su edad, Val no tarda demasiado en encontrarse con sus amigos y comienzan a correr por todo el lugar.

Extraño los días en donde mi única preocupación era no encontrar amigos para jugar.

Yo solo los observaba desde una banca hasta que mi mirada se pierde en la silueta de un chico cabizbajo mesiéndose lentamente en un columpio.
Mi intuición decía que debía acercarme, sin embargo, esta vez si lo pensé dos veces antes de tomar una decisión, podrían pasar dos cosas: la primera es que podría tratarme mal como lo había hecho las veces anteriores y la segunda es que con un poco de suerte me tratara bien, aunque no me convencí totalmente de que la segunda opción se hiciera realidad decidí acercarme a él.

—Hola—pronuncie para llamar su atención, por un segundo levanto su mirada para verme.—Sólo falta que llueva para que esto se convierta en uno de esos momentos tristes y dramáticos como en las películas.

Esperé una respuesta de su parte pero nunca llegó, Conor solo se limitó a ignorar mi presencia.

—Es una broma—dije—solo quería hacerte reír—explique pero él seguía ignorándome.—Hay personas que nacen sin sentido del humor—murmuré pero él alcanzó a escucharme y esta vez no tardó en responderme.

—Hay gente que nace con inteligencia—respondió con un toque de orgullo.

Ese es el Conor que conozco—o el que intento conocer—, al menos ya es el mismo, intento hablar pero soy interrumpida por Valeria acercándose a mi y pidiendo que la lleve por helados.

—¿Es tú hermana?—pregunta Conor señalando a la niña.

—No, es mi...

—Que bien—dijo mirando a Valeria—tú niña tienes mucha suerte.

La niña sólo asiente con la cabeza dándole la razón a Conor.

—Mamá siempre dice eso, que somos afortunadas, pero...¿Te puedo confesar algo?—dijo acercándose más a él—me gustaría verla más tiempo y jugar con ella, trabaja demasiado.—dijo haciendo un puchero.

—¿Y tú papá?

Sam, la mamá de Valeria siempre me ha pedido que evite hablar del tema del padre de Valeria porque después a la niña le da por hacerle demasiadas preguntas incómodas a ella. No sé nada en concreto sobre el padre de Valeria así que ambas tenemos la misma duda de quién es su padre y porque no está con su familia, pero supongo que Sam tiene el derecho de no contarme su vida privada si así lo desea.

—Yo no tengo papá—respondió triste.

Conor solo se limitó a asentir con la cabeza y parecía retractarse de haber preguntado, algo en lo que dijo Valeria había provocado que su mirada cambiara, fue como si alguien hubiera tocado una fibra sensible en él.

—Val, tenemos que irnos—le digo a la niña.

Ella asiente y luego se gira hacia Conor con una mirada alegre.

—Oye, crees que tengo tanta suerte como para que me acompañes por helado.

Él parecía sorprendido y luego simuló pensar.

—¿Cuántos años tiene?—me preguntó.

—Tiene 6.

Conor se bajó a la altura de Valeria y asintió, esta se mostró entusiasmada con la respuesta.

Ahora comenzamos a caminar a la heladería y Valeria no dejaba de hacerle preguntas a Conor, que por que estaba en los columpios si ya no era un niño, por que se vestía así, si trabajaba mucho o no, aunque a veces le contestaba y otras solo se limitaba a reír Valeria insistía hasta obtener una repuesta, supongo que la curiosidad es parte de los niños.

—Vas a abrumarlo—le dije a Valeria.

—Claro que no, Valeria eres una niña muy inteligente y no permitas que nadie diga lo contrario.

...

Al salir de la heladería caminamos para regresar a casa, lo sorprendente fue que Conor decidió acompañarnos y esta vez se portó más amable que las veces anteriores.

—Hemos llegado—le digo cuando estamos enfrente de casa y veo a la madre de Valeria acaba de llegar.

Tan pronto como la ve la niña se despide de Conor y corre a abrazar a su madre, esta la recibe con un gran beso y un abrazo.
  Antes de entrar a su casa, Sam me agradece por haber cuidado a su hija y se despide de mí.

Solo quedamos Conor y yo...y una casa vacía.

Debo admitir que estoy un poco nerviosa por dos razones, la primera es que sé que para Conor no soy su mejor amiga y segundo he visto documentales de asesinos seriales con mi abuela, así que decidí quedarme en el pórtico de la casa.




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