Vega
Suspire agotada y me senté en el primer espacio vacío que vi, respiré profundo y me sentí aliviada, y durante esos cortos segundos sólo me limite a ver como mis compañeros corrían dando vueltas alrededor de la cancha mientras el entrenador pasaba el rato revisando su teléfono celular, cerré los ojos y baje la mirada, me sentía agotada tal como si hubiera corrido un maratón de 5,000 km, alcé la vista cuando sentí que alguien estaba de pie frente a mí.
Cruce los dedos esperando que no fuera el entrenador.
—¿Qué haces descansando?—preguntó Cristal—Si el entrenador te ve te echará del equipo. "No podemos perder un título que ya es casi nuestro"—añadió imitando la voz de Carlos, el entrenador.
Reí con dificultad y tomé la mano de cristal para ponerme de pie.
No avance ni un metro y le pedí a Cristal que se detuviera porque realmente me sentía agotada.
—¿Te sientes bien?—preguntó, coloqué mis manos alrededor de mi cintura y volví a llenar mis pulmones de aire—Vega—volvió a llamar.
—No puedo continuar, necesito descansar. Estoy agotada.
Cristal llamó al entrenador y éste se acercó a nosotras, y aunque lo pensó por varios segundos al final me dejó descansar pero no irme y en su lugar me señalo unas gradas en donde me había puesto a descansar antes.
—Gracias profe
—Carlos—corrige éste—Puedes llamarme licenciado en educación deportiva o solo Carlos, a la próxima vez que me llames profe no habrá piedad.
Carlos, el entrenador del club de voleibol y encargado del área de vinculación deportiva del instituto, diría que es la persona más antipática del mundo pero estaría mintiendo, ¿Carlos serio? ¡Si como no! Bueno solo cuando se acercan los regionales o las etapas finales de algún torneo de voleibol en donde su equipo estaba entre uno de los semifinalistas.
Los regionales estaban a un par de semanas de terminar y los "Los búhos" siempre han estado en las finales, en los últimos tres años han ganado consecutivamente, así que no hacerlo este año le volaría la cabeza a Carlos.
Desde que entré al equipo, eso hace casi 2 años no he faltado a ningún entrenamiento y sabiendo que éste será probablemente uno de los últimos regionales en los que estaré antes de graduarme y claro que me gustaría irme como uno de los integrantes del equipo ganador, no soy la mejor en el equipo y eso es evidente pero soy un pilar en el equipo; y aunque parezca que estoy exagerando demasiado por un entrenamiento sé que estoy rompiendo con esa disciplina al 100%.
—¡Vega!—escucho gritar a Demian a lo lejos—¿Dónde estas?—comienzo a mover mi mano para que el pueda encontrarme y tan pronto como me ve comienza a caminar.—¿Qué haces descansando?¿Carlos te castigó?
Demian es de los amigos que siempre vienen a verme a mis entrenamientos, más que nada porque muchas veces cuando Carlos esta de mal humor humor nos pone a calentar de una forma extrema, y la mayoría de las veces termino con un dolor en las piernas que hace que hasta caminar se vuelva difícil.
Niego con la cabeza y le explico los motivos, los cuales son los mismos que le explique a Carlos y a cristal.
—Entiendo. Oye, no me has contado como te fue con el señor Adam y su hijo.
Bostezo y acuesto mi cabeza en su hombro.
—Te contare luego, ahora solo déjame descansar un poco.
El acaricia mi cabeza y con una voz tan acurrucada dice:
—Descansa Vega.
...
—Mi pequeña pronto cumplirá 18.
No. No quiero ser adulta. No quiero tener responsabilidades. Díganme que es un sueño.
Mi madre se acercó a mi y me estrujo con un fuerte abrazo, me separé de ella y resople.
—Faltan casi dos meses para eso—dije desganada.
Mi madre examino mi rostro con la mirada y la sonrisa que tenía se borró.
—¿Qué pasa? Cariño, ¿estas bien?—volvió a preguntar.—Desde hace mucho que te emocionaba por fin ser adulta, ahora no entiendo que sucede. No parabas de hablar de lo emocionada que estabas de entrar a la universidad.
Quizás las madres si tengan un sexto sentido, sabían perfectamente lo que te hacía sentir mal y las cosas que te preocupaban, ella dio perfectamente en el problema que tenía.
—Es justo eso, la universidad, he estado tan emocionada que no pensé claramente las cosas, lo que pasará después, sabes bien que nunca hemos estado demasiado tiempo lejos, no lo sé, no sé si lograre ser fuerte y estar sola en otro país, por mucho que me emociona a la misma vez me aterra.
Mamá me miró con más ternura de la que había visto jamás.
—Mi amor, se que tienes miedo yo también lo tengo pero sé que cada cosa que sacrifiques ahora valdrá la pena cuando es lo que te gusta hacer, tienes oportunidades que yo no tuve, yo a tu edad ya era mamá—su mirada se devolvió a mi y baje la cabeza—Te amo y se qué cuando aprendas a volar no tendrás miedo a caer.
Entonces fui yo la que se acercó a abrazarla. "Tienes oportunidades que yo no tuve"
"Yo a tu edad ya era madre"
A veces me pregunto que hubiera pasado si yo no hubiera nacido o si mi madre no hubiera querido hacerse responsable y la gran mayoría de las veces me siento culpable de haber destruido los sueños de mis padres, y aunque ellos me repiten que no es mi culpa, es inevitable no sentir remordimientos en especial cuando despidieron a mi padre y tuvo que irse a otra ciudad, o cuando mi madre tiene que hacer horas extras porque necesitaba un nuevo uniforme para el equipo de voleibol.
Y de entrar a la universidad en Londres a pesar de tener una beca que cubra casi el 100% de las colegiaturas hay gastos extras que he considerado, como el alojamiento, la comida, el transporte, entre otros. No me siento bien viendo como mis padres sufren por mi, he querido trabajar durante las vacaciones pero me lo han prohibido.
Suspiro y digo con voz temblorosa:
—Creo que no quiero ir a la Universidad
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Editado: 15.05.2022