La Chica Que No Le Temía Al Monstruo Del Armario // Pausado

7. El nirvana

Conor

La vida era una mierda, no existían momentos que compensan lo malo, estoy seguro de eso. ¿A donde quedaron las historias que nos vendieron? ¿Por qué el príncipe siempre rescataba a la princesa? ¿Y si el príncipe no estaba bien, quién lo rescataba? ¿Y si ni siquiera fuera un príncipe?

Mentiras, todas eran mentiras, cada maldita cosa que hacías mal no te da aprendizajes si no más problemas y no hablo de lo que queda después de que algo se rompe, hablo de todas esas cosas que al final del día no te dejan dormir, hablan de ensayo y error pero ¿Qué sucede cuando todo es error, más error, más error?. Las cosas que vivo en silencio son las que más gritan cuando intentan salir, llega una etapa en que vives momentos que te van marcando pero incluso esas marcas desaparecen y al final solo queda la soledad; la única que se ha quedado conmigo y no me ha abandonado.

A veces lloro pero siempre trato de que nadie se de cuenta, si al final a la gente lo único que le importa es que le muestres una sonrisa, ¿Qué mas da si suelto algunas lágrimas?

Una semana. Una semana tratando de convencerme de que puedo vivir sin depender de nada ni de nadie, de demostrarme que no necesito de mi mejor amiga. Lo que quiero es olvidarla pero no puedo evitar que este en mis pensamientos constantemente repitiendo que funcionamos mejor juntos.

Bajo del auto y camino hasta las grandes puertas de cristal con el logo de AGJM en letras doradas "porque su talento vale oro" aunque yo soy lodo puro. Cruzo la puerta y lo primero que veo son las plantas que están a un lado de los sillones de espera en la entrada y no puedo evitar pensar en Vega que se ha estado metiendo demasiado en mis pensamientos, su "busca ayuda" me ha hecho contradecirme en mis decisiones tratando de estar sobrio. No puedo dejar de pensarla y mucho menos después de lo que escuche de parte de su madre.

Keyla la secretaría de el gran presidente de AGJM Carlos Tutton me detiene tan pronto como ve que me dirijo hacía la sala de reuniones.

—Lo siento pero no puedo dejarlo pasar.

—¿Por qué?—pregunto de la forma más amable que puedo.

Justo antes de que Keyla pueda responderme la puerta de la sala de reuniones es abierta y el primero en salir es Alan, el vicepresidente, y cuando me ve me da una mirada nada agradable y dirige sus pasos hacía mí con un rostro bastante molesto.

—¡¿Dónde rayos estuviste?!—dice sin titubeos.

—¿Por qué no me dijiste nada de la reunión?

—¿Por qué crees?. No te basto tu semana de vacaciones.

—No fueron vacaciones, me sentía mal.

—No hay nada que compruebe eso.

—¿Qué quieres que te muestre?—contesto enfadado.

Alan no se molesta en responderme más bien me da una mirada de reproche hasta que Carlos se acerca a nosotros y le da una palmada suave en el hombro.

Este hombre es mucho más agradable.

Alan finge una sonrisa, la más falsa que pude haber visto.

—¿Ocurre algún problema?

—No, para nada. Solo Conor que se le olvidó llegar a tiempo a la reunión.

Ya entiendo cómo funciona esto.

—La próxima vez procura llegar más temprano—dice dándome una palmadita en el hombro—como ella—señalando una figura que reconozco.

Melissa la chica que conocí en el supermercado, ¿Trabaja aquí?

—Yo tengo que irme, tengo que prepararme para volar a Toronto con las niñas. Los veo luego—Carlos se despide y sale tan rápido como puede del edificio.

Alan me resta importancia y se va a su oficina, solo soy yo de nuevo y sin más nada que hacer sigo a Melissa que entra a la oficina del equipo de Marketing. Notó que se acerca hacia una morena que le entrega un paquete de folletos publicitarios que ella guarda en una caja. Me acerco con disimuló y tomo uno de los folletos.

—Airis Gandolfo, la estrella del pop en español—leí en voz alta llamando la atención de las chicas—Es fabulosa, ¿No?

—¿Conor? ¿Te aceptaron?—pregunta Melissa.

—¿Eh?

—Nada, estoy algo confundida.

—No dormir te ha hecho daño—dice la morena mientras niega con la cabeza y vuelve su vista hacía mi—La sala de composición esta a un lado.

—Lo sé—digo sin importancia—¿Puedo quedarme aquí?

La morena me deja observar siempre y cuando este en silencio. Veo como envía algunos correos y como promociona en las redes de la disquera.

Melissa continúa ordenando algunos papeles en la oficina y acomodando los estantes con algunos archivos.

—Ya está todo—dice Melissa.

—Muchas gracias Mel.

La morena se acerca y le da un abrazo. Yo como un niño pequeño juego con la silla giratoria hasta que veo que "Mel" sale de la oficina y por impuso decido seguirla hasta la entrada cuando se queda hablando con Alan; y como la presencia de él solo me estresa decido ir a mi auto.

Y me quedo esperando ahí sin hacer ni pensar en nada hasta que mi vista se fija en los folletos que me dio Vega, el primero de terapeuta y la otra sobre un centro de rehabilitación para el control de adicciones, no sé que hacer, tal vez vega tenga razón. Las dudas recorren mi mente a una velocidad que no puedo controlar, me siento tan inútil de ni siquiera saber lo que debo hacer. Tan inútil como cuando discutía con mi padre y no hacía nada para defenderme, tan inútil como cuando mi abuela no me recordaba y caía lentamente. Hay cosas que aunque intento no puedo controlar.

Melissa por fin ha salido y rápidamente se da cuenta de mi presencia, y está vez es ella la que decide acercarse a mi.

—Así que eres compositor. No sabía eso de ti.

No es que como si la gente supiera mucho de mi.

—Algo así. Y tú, ¿Trabajas en marketing?

Ella de inmediato niega con la cabeza.

—No-responde con una sonrisa—Solo he hecho algunas pistas para la disquera.

—¿Eres la que hace las melodías y eso?

Asiente con la cabeza.




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