Había regresado a casa. Estaba en mi habitación, era muy acogedora. Mamá había estado limpiando durante estos días.
Os la describo. Mi habitación tiene una ventana grande con un asiento cómodo debajo.
Mi cama era mediana, y sus sabanas eran blancas. El nórdico era de verde agua, como la hierba. Tenía dibujada en su cojín, una mariposa turquesa, que le hacía ver aún más bonita.
La mesa de noche estaba al lado de la cama. Era blanca y tenía una lámpara dorada por fuera y con un palo largo y blanco. Lo usaba para dejar caer el móvil, mientras lo dejaba enchufado.
Y también para los vasos que me traía cada noche. A veces mi madre bromeaba, sobre instalarme un grifo en mi habitación.
La verdad es que llevaba toda la razón. Si por mi fuera bebería agua todo el día.
La garganta se me seca mucho.
Veo el cuadro colgando en la pared, soy yo. Vestida de bailarina, llevo un tutu rosa claro y el cabello recogido en un moño alto. Estoy haciendo una pirueta con la pierna levantada hacia arriba.
Una lágrima no tarda en deslizarse por mi mejilla. No podía creerme que todo esto fuera parte del pasado.
Ahora aunque estaba casi recuperada, me habían dicho que no forzase la pierna. Y eso para una bailarina es lo peor, adiós a mi vida, adiós a mi sueño.
Soy una inútil.
Pude haber hecho las cosas mejor. Todo fue tan rápido, no logro entender cómo pudo pasar.
Pero, pasó.
**
Cojo las muletas y me muevo por el pasillo. Voy a la habitación de mi madre, pero no está en ella. Me adentro a la habitación cuándo mi muleta roza algo tirado en el suelo.
Es una carta sellada. Intento agacharme para cogerla, y escucho unos pasos. La cojo antes de que me vea nadie y salgo de allí.
-Julie-escucho la voz de mi madre viene de abajo. -Tienes visita. ¿Quieres recibirla?-pregunta desde la escalera.
-Sí. Dile que suba, quien sea que haya venido. -dije sin darle importancia.
Escucho unos pasos cerca, es alguien recorriendo la escalera. Me acerco a la puerta de mi habitación.
Me quedo helada cuándo veo que se trata de mi compañera de baile.
Helen. ¿Qué hacía aquí?
Hacia mucho tiempo que no hablábamos. Que vergüenza y lo peor es que ella fue la que me avisó de que no hiciera esto.
-Hola Julie. ¿Qué tal va tu pierna?-pregunto con el ceño fruncido y seria. -Por lo que veo puedes caminar un poco.
Asiento. -Helen, debi haberte escuchado. Lo siento.-dije con la voz entrecortada desde la puerta.
Ella corre hacia a mí y se acerca lentamente. -Julie, no te preocupes. No es tu culpa, no es de nadie. Tuviste mala suerte. Eso le puede pasar a cualquiera...-dice ella acariciando mi rostro y retirando el cabello de mi mejilla.
Sonrio y asiento autoconvenciendome de que lleva razón. Aunque en el muy fondo no puedo evitar sentir culpa.
-Helen, ¿qué tal va todo allí?-pregunto con miedo a su respuesta. Seguro habían encontrado una sustituta. Y ya no podría formar parte del equipo.
-Bien. Es justo por eso por lo que no pude venir a visitarte al hospital. Los entrenamientos, eran demasiados. No me daba tiempo para nada.-dice llevandose las manos a su cabello rubio. Parece estresada. Sus ojos azules derrochan cansancio.
Parece que alguien no ha dormido mucho, últimamente.
-¿Os están exigiendo mucho en la academia?-pregunto.
-Exacto. Estar en el nivel senior es demasiado más difícil que antes. A veces siento que no estoy preparada para esto...-dijo agachado la cabeza, tenía ganas de llorar. Creo que ambas teníamos ganas de llorar, ella porque le exigián mucho y yo porque quisiera estar en su lugar.
-Por lo menos tú no tienes una lesión en tu pierna. -dije por lo bajo, aunque sé que logró escucharme. Ella me tocó el hombro y me dió un abrazo, con cuidado de no rozar mi pierna.
-Lo siento Julie, se que me estoy quejando demasiado. Tu desearías estar en mi lugar, y yo desearía estar en tu lugar. Solo para descansar...-dijo Helen mirándome. La autocompadecia,
pero a la vez me daba rabia.
Ella por lo menos tiene su plaza. Yo lo había intentado y a pesar de que lo hice genial. Pero, conseguí una lesión de tobillo.
No tengo nada.
-Creo que estas hablando sin pensar.
-Lo sé. Ya paro. Estoy delirando... ojalá pudieras bailar con nosotros.
-Ojalá. -dije derramando una leve lágrima. -Supongo que tendré que volver a intentarlo.
-Ah, ¿es que no te has enterado?-pregunta Helen.
-¿De qué?-pregunte confundida.
-Julie. ¿Tu madre no te ha dicho nada?
Estoy más confundida que una ostra. ¿De qué demonios hablaba? ¿Qué ocultaba mi madre?
-Hum, decirme. ¿Qué cosa?
-Chica, tu madre es de lo peor.
-Ve al grano.
-Julie, tienes una plaza en la Academia con todos nosotros.
Mi mundo se colapsó. No podía creerlo. Mis mejillas se inflaron de alegría, las lágrimas recorrieron mis mejillas. Me entraron ganas de saltar y tirar las muletas al suelo.
No podía ser posible. Madre mía.
Estaba dentro.
-¿Lo dices en serio?-pregunte y ella asintió. -Pero, mi pierna. No puedo bailar... rayos, me perderé todas las competiciones. Mi madre ni loca me dejará, seguro que por eso no me ha dicho nada.
Estoy enfadada.
Irritada.
Necesito gritar.
Mi madre me ha dejado sufriendo durante dos meses sin decir nada. ¿De verdad estaba adentro?
Si lo estaba no podría hacer nada este año. Seria como, ¿sabático?
¿Podría ir peor la cosa?
Me despido de Helen, y una vez que se ha ido me estiro en la cama y resoplo.
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Editado: 17.04.2021