La Chica Que Soñaba Con Alcanzar Las Estrellas

Capítulo 6

Me sonrojo e intento dar un paso a la pata coja hacia atrás. Pero no me sujeto bien a la muleta y caigo de espaldas.

Maldita sea.

Vaya día llevo. Me dicen mantente en reposo, y en lugar de eso voy y empeoró las cosas.

—¿Estás bien?—pregunta una voz masculina cerca de mí, le veo arrastrar su silla de ruedas para alcanzarme —Te echaría una mano, pero es un poco complicado con esto—señala su silla e intenta levantarse, pero le detengo.

—Estoy bien, no te preocupes –digo intentando incorporarme. Él toma mi mano y se levanta un poco —Mierda, debía mantener reposo. Y también tú, no creo que sea bueno que te levantes—suelto un suspiro ahogado. Lo contemplo y veo que me sonríe y alza una ceja con diversión en sus ojos.

—Hey, ¿qué hacías en la puerta?—pregunta. Espero que no se haga dado cuenta de que le espiaba. Quedaría como una patética. —¿Tanto me echabas de menos?

—Claro que no.

—Claro que si, no me mientas. Te gusto.

—No te conozco.

—¿Y que?

—Eres tonto.

—Un tonto que te gusta.

—Dejame en paz. Yo solo vine a por un paquete de patatas. —dije enseñandole mi bolsa de patatas. Él asintió y se burló acto seguido. Yo solo rode los ojos y caminé presionando las muletas.

Él arrastró su silla de ruedas y se acercó a mí lo más rápido que pudo.

—Hey, me ha gustado volver a verte hoy. —dice con tranquilidad. —No me gusta las circunstancias en las que nos encontramos, es decir, en un hospital. Pero, has alegrado mi día.

Sonrio mostrando mis resplandecientes dientes. Este chico es diferente a cualquier otro que haya conocido, directo y un poco creído.

Pero, lo que más me gusta es que es sincero. Ahora me estoy sonrojando por milésima vez en el día.

—Yo también me alegro de verte
Es que es todo tan complicado. Solo puedo ponerme a pensar, ¿cómo era mi vida de perfecta antes de esta mierda? —me llevo las manos a la frente y la acaricio con mis manos.

Estoy estresada. Y me está entrando tensión en los hombros. Todo a mi alrededor se nubla, es como si me faltara el aire. Todos los recuerdos se me acumulan de golpe, es algo de lo que me cuesta hablar.

A veces no valoramos lo que tenemos, hasta que lo perdemos.

—Te comprendo. Me pasa lo mismo, pero, debes mirar el lado positivo de todo esto. Se que es difícil. Pero, tu volverás a hacer todo eso. Solo tienes que confiar en ti y en tu instinto— dice señalando mi corazón.

Agacho la cabeza.

Supongo que por un lado tiene razón, pero, la verdad es que en lo único que podía pensar era en que me había perdido muchas oportunidades.

El baile era la mejor parte de mí. En cada momento, cuándo peor me sentía, siempre me reanimaba y hacía que las ganas de vivir volvieran. Que luchase y que no me rindiera, me hacía sentir que era útil, y que valía la pena.

Muchas veces he tenido inseguridades en mi misma. Pensaba que no sería nadie, y quería encajar en la sociedad. A veces, por culpa de eso me he llegado a juntar con personas que no daban la talla, y me hacían sentir inferior.

Encontrar un motivo de felicidad es algo que no cuesta demasiado, sobre todo para las personas que se conforman con poco. Yo era de ese tipo de personas.

Siempre me he considerado alguien que valora cada momento de la vida, por más pequeño que sea.

Son instantes que pasan, y que después no vuelven. Y en esos instantes estamos aprovechando cada segundo, para hacer algo que creemos que nos gusta.

Y sin duda uno de mis mayores miedos es perderme para siempre. Sin el baile, me siento sin rumbo y no se que camino tomar...

Sin embargo, este chico. Josh, es bastante simpático, y bueno. Con él no tengo miedo de abrirme, me siento segura y se que podría contarle lo que sea y me comprendería.

Lo sé por la forma en la que me mira. Sus ojos azules brillan intensamente, me pierdo en su mirada una vez más.

Vuelvo en si pasados unos segundos.

—Gracias Josh, tus palabras me han ayudado mucho—le ofrezco una cálida sonrisa. —Un día de estos tenemos que vernos, pero no de estas formas. ¡Eh!—digo sarcástica.

Él se ríe y se cruza de brazos. —Sin duda, el destino quiere que nuestros caminos se encuentren...

—Quisieras...

—O quisieras tú. —me guiña un ojo.

—Como sea. —trago saliva nerviosa, él mueve la silla de ruedas empujando con su mano la rueda. —Así que, dime la verdad Josh. ¿Eres mago?—pregunto refiriéndome a cuando desapareció.

Él levanta ambas cejas hacia arriba y frunce el ceño. Sorprendido. Normal.

— ¿Me ves pinta de Harry Potter o qué?
—pregunta riendo sarcástico.

—Harry Potter viste mejor que tú, así que no. le —le guiño un ojo. Él se lleva las manos al pecho haciéndose el ofendido. —Es broma dramaking, te lo decía porque antes desapareciste muy rápido.

—Ah, te refieres al ascensor. —asiento con la cabeza. —Si es que, tuve que irme rápido a atender a toda esa gente.

—Pero, ¿en qué consiste?—pregunto intrigada. —Parecia un gimnasio para hacer estiramientos y calentamientos.

—Bueno. Lo es, más o menos. Pero, no solo hacemos eso. También es un club para desahogarse mutuamente, y buscar soluciones a cada circunstancia de cada uno. —explica —De hecho, hay mucha gente discapacitada con diferentes problemas, hay algunos que son más leves las lesiones y otras más graves.

No quiero decirlo, pero necesito preguntarlo...

—Graves,¿Cómo tú?—pregunté intentando de sonar lo más dulce posible. Él me miro y asintió. —Lo siento. No lo sabía, yo... solo tenía que preguntar.

—No pasa nada. Se que no voy a mejorar, pero, trato de verle el lado positivo a todo. —señala su pierna y agacha la cabeza. —Puede que este así, pero por lo menos, no tengo todo el cuerpo sin movilidad. Hay gente en peores circunstancias...

Mis ojos se llenan de lágrimas en escasos momentos.




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