La Chica Que Soñaba Con Alcanzar Las Estrellas

Capítulo 7

Julie.

Estaba pasando por una etapa un poco difícil. La relación con mamá era cada vez más pesada, me dolía que había veces que me llamaba exagerada por decir que sentía que no podía respirar sin el baile.

Pero, era la verdad.

El baile siempre fue la fuerza que me mantenía en pie.

Era como la medicina que curaba cada uno de mis males, cuando más lo necesitaba el baile me liberaba, me hacía sentir viva, pero sobre todo me hacia conectarme con una parte de mi que ni siquiera yo conocía.

Mi auténtica yo.

...

Voy a la nevera a por algo de comer, son las dos de la madrugada. Si mi madre supiera que estoy despierta a estas horas. De seguro que me regañaria.

Pero, como solo estoy yo. Y mi perro, pues no hay problema.

Cojo un flan de la nevera y lo saco de la tapa. Abro el cajón de los cubiertos y cojo un tenedor y un plato.

Voy al salón, y trato de no apoyar la pierna que está mala en el suelo. Ya que podría empeorar. Me siento en sofá y dejo caer la pierna en un cojín en alto.

Pongo en la tele Netflix y empiezo a buscar series y películas para ver.

Veo que han puesto el documental de Shawn Mendes. Hago click y lo veo.

Con cada escena sonrio, lloro y casi grito de la emoción pero, me tengo que contener y gritar solo en mi mente para no despertar ni a mi madre, ni a los vecinos.

Me duele saber la forma en la que se sentía Shawn cuándo a penas tenía voz y tuvo que cancelar esos conciertos. Él verdaderamente se veía mal, y pensaba que decepcionaría a sus fans. Pero, no. Porque sus verdaderos fans siempre le apoyarían.

Como yo.

Una vez termina el documental acabo llorando en una manera bonita, y sonrío.

Ver a Shawn con tanta naturalidad en este documental, me hace creer que existe gente de tan buen corazón como él.

—Que suerte tiene Camila Cabello, quien fuera ella.—digo casi en un susurro y después dejo escapar un suspiro.

Debía irme a dormir a mi cama, pero al final llega un momento en el que estoy tan a gusto con la manta que me quedo dormida. Y las piernas también se me duermen.

...

Despierto algo aturdida por los ladridos del perro. Al parecer hay tormenta desde hace un rato y por culpa de eso, ha revuelto un poco la habitación. Ha tirado algunos cojines al suelo. Y ha tirado las cortinas.

Pobrecito.

—Rocky, ven aquí.—digo llamándolo con una voz dulce y cariñosa. Le llamo mandandole besitos, para que venga. Él me hace caso y se pone a llorar, después empieza a lamer mi mano. —Ya paso... todo va a ir bien. ¿Vale? Bonito.

Él sigue llorando y yo le abrazo como puedo. Y le doy un beso en su cabeza. Le digo que se siente y me hace caso a la primera.

—Buen chico.—le felicito y le doy un trozo de flan que me sobró de ayer.

...

Bueno, quedaba un día para volver a la escuela. Estaba nerviosa por cómo me recibirían mis compañeros.

No es fácil ser la chica de internet, que quedó como patética por lastimarse su pierna.

Se que no es mi culpa. Bueno, al menos no del todo, se que el destino que me persigue es así de desgraciado.

Empezando porque no tuve una infancia fácil, nací sin figura paternal a la que admirar.

Mi madre me dijo que murió haciendo lo que más le gustaba. Pilotar.

Pero, a veces siento que hay algo más tras sus palabras. Muchas veces ni siquiera me ha dejado ver las cintas. Como dije, solo en ocasiones especiales como mi cumpleaños o año nuevo me deja verlas.

Es raro. Pero, así es mi madre.

Escucho pasos que vienen de las escaleras, me acelero a levantarme. Y voy a la cocina, intentando disimular el desastre que organice ayer en la mesa del salón.

—Julie, cariño. ¿Eres tú? 

—Sí mamá soy yo. 

Ella sonrie y da un paso hacia mí. —No  deberías de forzar la pierna demasiado. Anda vuelve al sofá, buscaremos algo en la tele para ver—la fulmine con la mirada. Odiaba estar tumbada o sentada todo el día.

Necesitaba estirar mis piernas y entretenerme saliendo a la calle, y yendo y viniendo de un sitio a otro.

—Mamá, pero tengo que desayunar y ir a ver a mi amiga Helen a la competencia. Al menos desde las gradas le daré mi apoyo moral—digo tratando de ponerle un poco de entusiasmo, pero acaba en un intento fallido.

Estoy demasiado triste como para fingir estar bien y que eso no me afecta.

—Te conozco, Julie. Se que no podrás estar allí sin no imaginarte las miles de cosas que podrías hacer y no estás haciendo...—intenta de animarme trayéndome pasteles y colocandolos en la mesa junto a un chocolate calentito.—Pero, hay más cosas que hacer. Podrias aprovechar que tienes que estar en descanso durante estos meses, porque si no la cosa estará más complicada. Debes reponerte, tal vez puedes descubrir cosas de ti, que antes no sabías. —me guiña el ojo y se acerca a mi me ofrece una calida sonrisa. Agacho la cabeza.

Se que todo lo que esta diciéndome lo hace por mi bien. De hecho, mi pierna cada vez está peor, la caída me sentó fatal. Hasta levantarme me ha dolido, lo que pasa es que estoy conteniendome bastante.

Recuerdo las palabras de Josh, el chico del hospital. "Hay gente en peores circunstancias que yo, intento ver el lado positivo".

Lo admiro.

Tiene tanta valentía. Él tenia sueños, y se notaba bastante por su forma de hablar sobre lo que perdió y la forma en la que habla sobre el valor de la vida.

Nunca había conocido a un chico que pensara de una forma tan profunda, supongo que será porque la mayoría de las personas de mi edad, incluso uno o dos años mayores están revolucionados por sus hormonas y se dejan llevar demasiadas veces por eso, solo piensan en divertirse y hacer locuras.

Yo era así. Y la locura me llevó al dolor, un dolor que arrasa cada día conmigo lentamente, como un huracán.




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