Julie
Una vez que llegamos a la academia de baile pude contemplar el edificio gris, por fuera a penas se notaba que era una academia de baile.
Había muchos carteles colgados anunciando los ganadores de la última competencia, y las personas que consiguieron un puesto en el equipo senior. Allí bailaban los que más preparados estaban y más se habían esforzado para llegar hasta allí.
Los que querían alcanzar el siguiente nivel en el baile. La leí detenidamente y vi mi nombre "Julie Marshall" entre todos los nombres de la lista, muchas de mis amigas fueron seleccionadas también.
A mí me llegó una carta específica a mi buzón. Pero, mi madre la mantuvo escondida durante un mes. Si no hubiera sido por Helen, tal vez no hubiera creído más en mis capacidades artísticas y hubiera abandonado mi sueño.
Mi fisura en el tobillo no me ha permitido poder bailar, ni caminar con normalidad como estaba acostumbrada a hacerlo. Estoy aprendiendo que no valoramos lo suficientemente bien, lo que tenemos, cuándo podemos tenerlo.
La vida se encarga de darnos lecciones continuamente, tal vez el destino me quería decir que estaba abusando demasiado del baile, y que era momento de darme un respiro, para conocer a gente nueva, y encontrarme a mí misma.
Porque a pesar de que el baile me hacía feliz y me hacía sentir bien conmigo misma. Llevaba perdida durante bastante tiempo, la etapa de la adolescencia es el mayor de los limbos y muy pocas personas suelen salir de ahí. Hay gente que no logra a soportar la clase de dolores que se nos presentan en esta etapa.
Muchos padres la describen como la más bonita de nuestras vidas, pero realmente, no todo es color de rosa.
En las películas siempre me ha dado la sensación de que mi adolescencia sería ideal, que sería fácil conseguir un novio, que podría tener muchos amigos, y montaría fiestas en mi casa hasta las tantas de la madrugada.
Pero, eso es solo el sueño americano. Puede que viva en América, pero no siempre fue así, vengo de descendencia latina. Mis bisabuelos por parte materna vivían allí, y mis abuelos por un largo tiempo también lo hicieron.
Con la familia de mi padre a penas se mucho, ya que mi madre no me ha querido decir mucho respecto al tema.
Sigo teniendo mis dudas, pero, me cuesta pensar que pueda ser verdad el hecho de que mi madre me haya estado mintiendo durante tantos años.
Josh apoya su mano en mi hombro durante unos instantes. Me doy la vuelta y me sujeto a la muleta para no caerme.
—¿Estás bien?
—Si, claro que lo estoy. ¿Por qué no iba a estarlo?
Él alza una ceja y hace una mueca.
—No sé, tal vez porque es difícil ver cómo la vida de tus compañeras respecto al baile, sigue su curso. Mientras tú te quedas estancada en el mismo lugar...
Vaya manera de recordármelo. Se que no lo hace con malas intenciones, pero, recordarme que estoy quedándome atrás en comparación con las demás.
¿Qué necesidad tiene? Hay momentos en los que no encuentro respuesta a mis preguntas.
—Estoy bien, Josh. Cada uno tiene su propio camino, y los obstáculos en el camino son para aprender y tal vez no era mi momento de brillar, todavía me queda mucho por aprender en la vida. —hago una pausa y miro hacia el pasillo donde hay varias chicas con tutu rosa, morado, amarillo, celeste y naranja. Están hablando entre ellas, tienen un moño todas ellas con un lacito. — Pero, mi momento será mi momento. Tarde o temprano acabará llegando ese momento en el que deslumbre a todos en la pista de baile. —sonrio firme y mientras hablo puedo imaginarme volviendo a bailar, eso hace que se incorpore en mí más seguridad incluso en la forma de caminar.
Luce bastante sorprendido, y sonríe leve al cabo de unos segundos. Su cabello se ha despeinado un poco con el viento, y los tiene un poco revueltos. Al sol se ven del color de la miel, y sus ojos azules brillan como nunca antes.
—No conocía este lado de ver la vida de ti Julie, veo que has entendido que en la vida no se puede controlar lo que ocurre a nuestro alrededor.
—Así es. —digo con una sonrisa.
—Sabes, durante mucho tiempo he mantenido mi mente en un estado de negatividad, era muy cerrado a ver con claridad las cosas... —hace una pausa y me mira — No aceptaba ver la realidad, mis amigos fueron avanzando con sus campeonatos de baloncesto y yo me quedaba atrás. Las materias las llevaba como podía, ya de por sí era difícil en ese entonces, porque compaginaba el baloncesto con los estudios.
—Te entiendo— suelto un suspiro — Llegar a este punto de vista no hubiera sido tan fácil, tú has hecho que abra los ojos y me dé cuenta de que estos son los mejores años de nuestra vida. Y que los accidentes forman parte de la vida, pero no duran para siempre. —trato de animar el ambiente y pensar positivo.
—Ojalá me hubiera costado tan poco como a ti, hacer caso a las personas que se preocupan por nosotros. —dice con el ceño fruncido y mirando hacia otro lado.
Parece preocupado. No quiero imaginar lo mal que lo ha tenido que pasar, de hecho, es curioso que ambos nos hayamos encontrado en una situación tan similar, podríamos habernos conocido antes, pero no fue así.
—Deberías intentar en un futuro volver a jugar al baloncesto.
Alza una ceja y se ríe.
—Ya, eso me gustaría. Pero, creo que ya no tengo nada que hacer ahí...
—¿Cómo qué no? —pregunto eufórica —. Mira, tú me has estado animando a no rendirme, y decir eso suena muy hipócrita de tu parte. —sonrío aliviando la tensión. Él muerde su labio y entrecierra los ojos. —No debes renunciar a lo que te ha hecho feliz, son solo obstáculos que debemos de vencer.
—Julie, es diferente. Yo llevo dos años sin poder jugar al baloncesto, tu llevas dos meses con una fisura de tobillo. —habla con tono cansado. —Mi sueño está más perdido que el tuyo, por así decirlo— ríe sin ganas y mete las manos en sus bolsillos, vuelve a sentarse en la silla de ruedas. Lo observo preocupada, me lastima verlo así. Me gustaría poder hacerlo cambiar de opinión.
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Editado: 17.04.2021