La ciencia del peligro

Capítulo 3

Desperté sentada en una silla amarrada brazos y pies, era un amarre que me apretaba demasiado, baje la mirada a mi ropa ya que me sentía un poco con frío y observe que mi vestido color agua marina que llevaba en la coronación de mi hermana ya no estaba, en su lugar había un top suelto color blanco ademas que tenia jeans desgastados color azul, no podía ver mis zapatos pero sentía que tenia unos tenis por los cómodos y bajos que eran creo que mis zapatos eran los más cerrado que tenía. Estaba tratando de soltarme o ver alguna manera de desatarme pero no podía, en primer lugar porque mi amarre estaba demasiado apretado y no tenía la fuerza suficiente para desatarme tan fácil que digamos, y en segundo lugar todo estaba oscuro por lo que no alcanzaba a ver si habían tijeras o algún objeto para soltarme. Tenía ganas de llorar, quería botarme de un décimo piso, estaba desesperada, pensaba en mis hermanas en mis damas de compañía y en mis amigos; de pronto escuche un suave gemido de dolor, voltee a mirar a donde provenía el gemido y me pude observar una sombra sentada en una silla, luego escuche a mi izquierda un duro pero preocupado -¿Dónde estoy?-, al decir esto las luces se encendieron automáticamente, que extraño. Al encenderse las luces puede ver a las dos personas que estaban a mi lado, la del gemido era una chica rubia, y la otra era una chica castaña, creo que a estas chicas la he visto en algún lado.

-Ustedes quiénes son.- Decidí hablar con voz temblorosa.

- La pregunta es ¿quién eres tú?- Preguntó la rubia.

- Yo pregunté primero.- Respondí un poco borde.

- ¿Qué hacemos aquí? - Interrumpió la castaña del lado izquierdo.

- No sé.- Respondí

- ¿Alguien sabe como soltarse?-Pregunto la castaña.

- Sí.

Afirmó la rubia , por instinto la castaña y yo miramos hacia la derecha y la rubia ya estaba totalmente desatada.

-¿Como lo hiciste?

-Es de lo mas fácil, solo tienes que tener un poco de fuerza y cerebro.

Ok qué está pasando, me tomo todo a pecho o me dijo que no tengo fuerza y descerebrada, esta mujer ¿no sabe quién soy yo?

-¿Perdón me dijiste que no tengo fuerza?

-Y descerebrada.- Contestó la chica.

¿Qué le pasa, está loca? Si yo quisiera podría mandarla al calabozo, soy una princesa no soy cualquier humano.

-¿Qué te pasa, acaso no sabes quien soy yo?

-No, ni me importa.

-Oye, desatame.

-No.

-¡Emma, hazme el favor!

Vale, ¿qué pasó? ¿Porque la llame Emma?.

-¿Emma? ¿Cómo sabes mi nombre?¿Eres bruja?

Pregunto la castaña.

-No, claro que no soy una bruja, y referente a tu nombre, no tengo ni una idea como dije tu nombre.

-Emma o cómo se que te llames, ¿nos podrías soltar?

-¿A cambio de que?

¿Cuanto quieres?- Pregunte

-Me ofreces dinero, por favor yo tengo mucho dinero, en verdad mucho.¡Entonces qué quieres!

-No sé.- Dijo dudosa.

Esta niña ya me esta sacando de quicio, ¿no se da cuenta que estamos en una situación seria? Y que nos pueden matar, llevo diez minutos con ella y ya me cae mal.

-Debes desear algo que no tengas, dime que es.- Afirmó la chica de mi izquierda.

-¿Buenos padres?

-Al menos tu tienes padres,- dije en lo bajo

-Pero es como si no los tuviera.

-Es mejor la presencia.

-Bueno, no quiero hablar de eso.

Dijo la rubia acercándose a la silla de la castaña.

-¿Si nos vas a ayudar?- Preguntó la chica animada

-Si- Respondió Emma aburrida.

Una vez la castaña ya estaba suelta, esta me ayudó a soltarme, ya que creo que el sentimiento de odio es mutuo.

-Gracias- agradecí a la castaña una vez ya me había soltado.

-No es nada.

Después salimos corriendo como si nuestra vida dependiera de ello, llegamos a la parte trasera de un parque, allí descansamos un poco de todo lo que habíamos corrido.

Que cansancio.- Dije

-¿Alguna de ustedes sabe dónde estamos?- Preguntó Emma

-Sí, las filipinas.- Respondió la castaña.

-¡Que!- Gritamos al unísono la rubia y yo.

-El año pasado mi familia y yo vinimos a Tailandia y pasamos por aquí.

-¿En qué parte de las Tailandia estamos?- Pregunto la rubia.

-En la zona sur.

-¿La zona más pobre de las Tailandia?

Me quiero morir, quién querría ser tan infeliz de secuestrarnos llevarnos a las Tailandia y dejarnos en la zona más pobre de todos.

-No puede ser... ¡Quiero llorar!

Estábamos sentadas en el parque cuando escuchamos unos pasos, luego empezaron a sonar los arbustos que estaban detrás de nosotras, al oír eso nos paramos rápido asustadas pensando que los secuestradores nos estaban buscando, las piernas no me funcionan, no podía correr; los pasos se escuchaban cada vez más cerca, luego apareció un chico con cara de preocupado y perdido, pero... a ese chico lo conocía.

 

-R.- Dijimos las tres al unísono.

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.