La Cita Perfecta

Capitulo 5

Claramente mi comentario un tanto agresivo lo hizo poner los pies en la tierra, abrió la camioneta y condujo en silencio hasta llegar al preciado pueblo, me tomaré el atrevimiento de decir que conocía un poco el lugar, ya que busque por internet qué actividades podría hacer, en qué hotel me podria quedar y donde comer cada momento que lo necesite, aunque sea solo dos veces al dia, pero eso qué importa, de todas formas no pienso gastar todos mis ahorros en estas extrañas vacaciones. Lo primero que me asombro del lugar fue su hermoso parque estatal, enorme a más no poder y aún más maravilloso ahora que no ha dejado de nevar, estaba demasiada asombrada mirando el lugar hasta que note que David no se detuvo en ningún momento, más bien nos llevo lejos del pueblo, quise preguntar, pero lo único que se ocurrió fue enviarle un mensaje a Antonia diciendo que su primo me había secuestrado y no solo eso, que por su culpa mi estómago no dejaba de rugir. 

-Bajemos, desde aquí podemos caminar- Lo mire con el ceño fruncido ¿Estara loco? puedo llegar a creerlo luego de su pequeño ataque de ira- Iremos a la cabaña de Eduardo, pero necesitamos caminar para que su novia loca no nos vea.

-Creo que hay muchas cosas de las cuales me debo enterar, por ejemplo sobre la novia loca, aunque los hombres siempre dicen que estamos locas, es una excusa para demostrar que no saben resolver sus problemas- David claramente no añadió nada a mi comentario y se bajó de su camioneta, para ir rumbo a la casa de Eduardo. 

Al pensar en una cabaña siempre he pensado en una pequeña casa de madera, de un solo piso, con unas cuantas ventanas, pero claramente me equivoque porque esto es más bien una mansión que no pude detenerme a apreciar, porque de un momento a otro David se había tirado al suelo y junto con el a mi, no puedo negar que aquello me saco una carcajada, pero David rápidamente presionó su mano contra mi boca. Se que esto lo hago por Antonia, pero en este preciso momento siento que aquel imbécil me puede secuestrar y nadie se enterara, aparte de Antonia que estoy segura que me dejara morir con tal de no volver a aquel pueblo. 

-Te dije hace unos minutos que la novia de Eduardo no nos puede ver, guarda silencio y sígueme, realmente esa mujer es extraña- Nos escabullimos lo más agachados posible, sin emitir ni un solo sonido. 

-¿Qué haces? Yo no pienso subir eso- Al igual que en las películas David comenzó a subir hacia el segundo piso por lo que parecía ser una escalera mal diseñada. 

-¿Puedes estar en silencio? Sube- En aquel momento mi única opción fue tirarme al suelo y llorar, aunque lo quise hacer, me negué a llorar, porque nadie me movería del suelo, me senté en la nieve y me crucé de brazos, nunca me han gustado las alturas, aunque me gustan los aviones, odio trepar por donde no se debería y detesto cuando la nieve me congela los pensamientos, yo debería estar sintiendo la lluvia de New York y no sentada en la nieve, sintiendo como el primo de mi amiga me intenta gritar entre susurros. 

-David, Silencio- mire hacia su dirección y me di cuenta que ya estaba a solas, él ya había entrado a la casa y yo seguía en la nieve ¿Cree que soy una niña? Yo no corro tras los adultos, ni cuando era una niña lo hice, no lo haré ahora, mire por unos segundos a la ventana y decidí que era un gran momento para regresar a la camioneta, sin pensarlo me levanté del suelo, emprendí camino, si tanta es la urgencia por hablar conmigo ¿Porque no fuimos a un hotel? ¿Por qué no fuimos a la cabaña de David? La verdad es que no me interesa, insisto en que la nieve me congela los pensamientos y lo único que necesito pensar es que van a inventar debido a que Antonia…

-¿Quién eres?- Me volteé rápidamente y por suerte ya había salido de la propiedad, cuando vi a aquella rubia, hermosa de mejillas carmesí, claramente ella debía ser la prometida de Eduardo, su mirada asesina la delata demasiado. 

-Hola, soy Melissa, acabo de llegar al pueblo y creo que me he perdido, la señal es muy mala y no se como regresar- La chica me miró con los ojos entrecerrados y se acercó a mi. 

-Estas muy perdida, estamos a media hora del pueblo en auto, debo suponer que llevas caminando más de una en la nieve ¿Eres tonta? ¿Tus padres no te enseñaron a cuidarte?- Respire profundo porque si David dijo que estaba loca ¿Quién era yo para dudarlo? sobre todo cuando me saca dos cabezas.. 

-¿Tus padres te enseñaron a ser cordial? Lo dudo porque eres de lo más típico que he visto en este pueblo, ahora si me disculpas, debo seguir con mi paseo, quizás pueda encontrar algún hombre que se apiade de mi- Pase por su lado y a pensar sentí como su camioneta se alejaba volví a caminar hacia la cabaña se Eduardo. 

- ¿Estás loca? Claro que debes estarlo- Sin decir ni una sola palabra entre a la cabaña y mi vista se centro en Eduardo, que me robo hasta el aliento, quizas no deberia enamorar a David, mas bien a su amigo, que con su imponente altura y sus penetrantes ojos negros, senti que me desnudo sin siquiera moverse, al contrario de David con sus ojos azules que son un cielo vacio, sin emociones, sin atracciones, sin sentimientos, aunque no puedo pensar con claridad, porque no importa si es cabello rubio y ojos negros o cabello negro y ojos azules, los dos son bellisimos, que se enamoren los dos o ninguno. 

-Por cierto me he topado con tu prometida, un amor… 

-Basta de estupideces, las vimos conversando, tenemos poco tiempo antes que vuelva, debemos inventar una excusa sobre cómo se conocieron, hace cuanto tiempo se ven,  qué dirás el día de la boda, como irás recorriendo el pueblo, como las personas del pueblo te conoceran, necesitamos encontrar un punto en donde por obras del destino los dos llegaron a conocerse y que es un amor intenso y apasionado. 

-Creo que eso son muchas cosas y créeme si esa mujer está tan loca como dicen, no importa si es una gran o pequeña historia, sus celos harán el trabajo por nosotros…




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