La Cita Perfecta

Capitulo 7

- La vida es complicada, es inconclusa, exigente, triste, solitaria, llena de miedos, amarguras, temores, vacía, esa es la palabra perfecta para describir mi vida, vacía y me da tristeza confesarlo frente a personas que no conozco, me da rabia estar en esta situación, porque Eduardo debería haber tomado riendas de la situación, pero aquí estoy y no me pienso ir hasta que me escuchen, hasta que decidas pasar una vida conmigo, porque te amo, te he amado desde que te vi en esa cafetería en Nueva Zelanda, te amo desde que te vi sonreír o quizás desde que me miraste y por primera vez en mi vida quiero ser egoísta incluso si eso significa arruinar una boda, porque se que Eduardo es más que esto, más que la perfección de una boda, más que ese traje perfecto ¿Porque querer ser solo eso? Cuando sabemos que eres mucho mas, eres amor, alegría, quitas todos mis miedos, amarguras, temores, en este momento seré egoísta, porque no quiero seguir siendo una persona vacía, me niego a seguir siéndolo, cuando se que contigo, puedo ser un mundo nuevo, un mundo diferente- Eduardo termino de leer mi discurso en voz alta y comenzó a aplaudir. 

-¿Puedo llorar? Es lo más lindo que me han dicho en la vida, no puedo creer que esto sea una mentira, me niego a creerlo. 

-Es escritora ¿Qué esperas? Sabe mentir a la perfección- Pensé que David no podía ser más irritante, pero me había equivocado por completo, porque después de no verlo en dos días, me doy cuenta a la perfección que es una persona desagradable, no entiendo como Eduardo y él llevan tantos años de amistad. 

-Quedan solo cinco días para el matrimonio, una junta más y todo se acabó, ya he ido incontable veces a la cafetería, he hablado con muchas personas del pueblo, incluso hay algunas señoras que incluso quieren que conozca a sus nietos, solo me falta ir al bar, pero pienso ir mañana en la noche, quizás unas cervezas me ayuden a conocer mas personas. 

-No, no puedes ir al bar mañana- Claramente el enfurecido David se tenía que quejar de algo- En unos días hay competencias en el lago, así que habrá muchos turistas y creeme no es bueno que este sola una mujer en aquel bar, será mejor que vayas otro dia. 

-David, no me importa lo que digas, quiero beber una cerveza y lo haré mañana, me cuidaré, además iré temprano, escuche que abre a las seis de la tarde, iré a esa hora y luego me iré, no te debes preocupar por… 

-No termines de decirlo, porque no lo hago, solo quiero que estés en óptimas condiciones para el matrimonio de Eduardo, bebe todo lo que quieras, ve a la hora que quieras, no importa lo que te llegue a suceder en aquel lugar, solo debes estar con la mente clara. 

En aquel momento sentí demasiado odio por David y también odie a Antonia porque en cada momento sentía como nadaba contra la marea, sentía como me hundía y nadie me ayudaba, aunque la culpa es mía porque debí obedecer a David, pero ¿Porque lo haría? Llevaba tanto tiempo viviendo sola, con mis libertades, con mis secretos, mis temores, con la idea  plantada en la cabeza de que no debo obedecer a nadie, de que no tengo necesidad de hacerlo, que donde estoy es porque he luchado y llorado, pero debí obedecer a David, porque él sabía que en la semana de competencia, aquel pueblo tenía libre albedrío.  

Al dia siguiente tal y como le había dicho a David me dirigí al bar que a mi pesar se encontraba cerrado y en el pequeño cartel pegado en la puerta decir que abría a las ocho, por lo cual tuve que esperar dos horas mientras caminaba por el pueblo, por suerte la espera no fue tormentosa y las ocho y media ya estaba sentada en la barra con una cerveza en la mano, en aquel momento solo pensaba que hacía en aquel lugar lleno de turistas, ellos no tenían la necesidad de conocerme, ellos solo irían del lugar, no tenian interes en conocer mi falsa historia, pero solo habían dos personas que sí debían conocer mi historia, así que en cada cerveza que bebía aprovechaba de entablar conversación con los dueños del lugar que resultaron ser muy amistosos. 

-No deberías beber más, si debes caminar hasta tu casa- Dijo Alan uno de los dueño del lugar, debo decir que en aquel pueblo la belleza sobre, porqué Alan además de ser guapo, brindaba una protección o cercanía enorme, aunque quizás se deba al alcohol que llevo en mi cuerpo, de todas formas le hice caso, pagué mis cervezas y salí del lugar, aunque quise regresar de inmediato al darme cuenta que las calles poco a comenzamos a atiborrar de nieve, respire profundo y camine rápidamente para llegar al Hotel, pero mi ritmo se vio interrumpido cuando una mano rodeó de mi brazo y tiró de él fuertemente, haciendo que mi cuerpo rápidamente chocará con la muralla de una tienda. 

-Hola, muñeca- Dijo un hombre bastante alto que por un segundo lo confundi con David, pero al escuchar su extraño tono de voz, me di cuenta que no era David, más bien era un desconocido que no tardó en presionar sus labios contra mi cuello. 

-¿Qué haces? Sueltame, imbecil- Comencé a gritar como si no hubiera mañana, provocando que aquel hombre presionara su cuerpo contra el mío, mientras una de sus manos comenzaba a tocar mi cuerpo y la otra mano comenzó a comprimir fuertemente mi cuello, provocando que mi voz sonora demasiado ahogada, entre en pánico en ese mismo instante y comencé a forcejear con aquel hombre, pero me encontraba en gran desventaja, mi cuerpo pequeño no era comparable con su altura y su estúpida fuerza, pero debía hacer algo, no podía permitir que aquel hombre lograra su objetivo, así que con lo poco de fuerzas que sentía en mi cuerpo levanté mi pierna aplastando su entrepierna que lo hizo retroceder de inmediato, lo único que pude hacer aun con la mirada nublada e intentando recuperar el aire, fue correr, correr para llegar al maldito hotel de este maldito pueblo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.