Capítulo 4: Propuestas y Dudas
El taller abandonado estaba en silencio, excepto por el leve zumbido de la lámpara mágica que proyectaba sombras danzantes en las paredes. Aleksa y Thorin permanecían de pie, mirándose con cautela, como si cualquier movimiento en falso pudiera romper la frágil tregua que se había formado entre ellos. A pesar de la tensión, ambos sabían que este momento podría ser decisivo.
Aleksa bajó lentamente la mano, pero no dejó de observar cada gesto de Thorin. No estaba lista para confiar en él, pero tampoco podía ignorar lo que había dicho. La posibilidad de trabajar juntos para salvar la ciudad era tentadora, pero también peligrosa. Cada uno de ellos representaba una facción con objetivos muy distintos, y un error podría desatar un conflicto irreversible.
—Dices que no quieres pelear —comenzó Aleksa, manteniendo la voz firme—, pero todo lo que he visto de ti y de los tecnomantes dice lo contrario. Han estado tomando el control de la ciudad poco a poco, desplazando a los arcanos, imponiendo tu tecnología como la única solución para todo.
Thorin asintió, reconociendo sus palabras sin negar la verdad en ellas.
—Es cierto que los tecnomantes han ganado poder en los últimos años, y que las cosas han cambiado desde que la tecnología comenzó a superar a la magia en muchas áreas. Pero la situación es más compleja de lo que parece. —Hizo una pausa, como si buscara las palabras correctas—. El equilibrio entre magia y tecnología siempre ha sido delicado, y ahora estamos en un punto crítico. Este artefacto, el que intentaste robar, podría desestabilizarlo por completo si no se maneja correctamente.
Aleksa frunció el ceño, su desconfianza retornando.
—¿Entonces por qué mantenerlo en secreto? Si realmente es tan peligroso, deberías haberlo destruido o, al menos, informado a la comunidad arcana. Esto no es algo que puedas manejar solo.
Thorin dio un paso hacia adelante, acercándose más a Aleksa, pero aún manteniendo una distancia respetuosa.
—Porque no confío en todos los arcanos, del mismo modo que tú no confías en todos los tecnomantes. —Su tono era serio, casi sombrío—. Hay facciones dentro de tu comunidad que utilizarían este poder para sus propios fines, sin importar el costo para la ciudad. Lo mismo sucede en mi lado. Por eso estoy aquí, hablando contigo. Creo que ambos sabemos que hay algo más en juego que nuestras diferencias.
Aleksa sintió que la verdad de sus palabras resonaba en ella. Sabía que no todos los arcanos tenían las mejores intenciones; había visto a algunos de los suyos corromperse por el poder, obsesionados con recuperar el control que habían perdido. Pero aún así, no podía evitar cuestionar las intenciones de Thorin.
—Si trabajáramos juntos —dijo ella lentamente, probando la idea en su mente—, ¿cómo podríamos asegurarnos de que este artefacto no caiga en manos equivocadas? ¿Cómo puedo confiar en que no lo usarás para fortalecer aún más el control de los tecnomantes?
Thorin miró el suelo por un momento, antes de volver a encontrar su mirada.
—No tengo todas las respuestas, Aleksa. Pero sí sé que si seguimos por caminos separados, estamos destinados a fallar. La Ciudad de Cristal está al borde de una guerra civil, y este artefacto podría ser la chispa que lo encienda. No quiero eso. Y no creo que tú lo quieras tampoco.
Aleksa permaneció en silencio, procesando sus palabras. La idea de una alianza entre ellos, aunque improbable, comenzaba a parecer la única opción viable. La guerra entre arcanos y tecnomantes había sido una posibilidad latente durante años, y cualquier acción imprudente podía desencadenarla. Pero confiar en Thorin, un hombre que representaba todo lo que ella había aprendido a desconfiar, requería un salto de fe que no estaba segura de poder dar.
—¿Qué propones entonces? —preguntó finalmente, su tono menos hostil, pero aún cauteloso.
Thorin pareció aliviado de que ella estuviera al menos dispuesta a escuchar.
—Necesitamos investigar este artefacto juntos. Averiguar su verdadero propósito y decidir qué hacer con él. No como arcano y tecnomante, sino como dos personas que quieren proteger a esta ciudad. —Hizo una pausa, observando la reacción de Aleksa—. Podemos empezar compartiendo información. Tú conoces las antiguas artes mágicas mejor que yo, y yo puedo descifrar los aspectos tecnológicos que están más allá de la magia.
Aleksa reflexionó sobre la propuesta. Era arriesgado, pero la alternativa—continuar como estaban, con desconfianza y violencia—era aún peor. Y aunque no quería admitirlo, había algo en la manera en que Thorin hablaba, en su tono serio y en sus ojos sinceros, que la convencía de que al menos debía intentarlo.
—Está bien —dijo al fin, con una leve inclinación de cabeza—. Trabajaremos juntos. Pero bajo una condición: si en algún momento siento que estás tratando de manipularme o usar este artefacto para fines egoístas, nuestra alianza termina, y me aseguraré de que todo el mundo lo sepa.
Thorin asintió con determinación.
—Es un trato justo.
Aleksa dejó escapar un suspiro que no se había dado cuenta que estaba conteniendo. Este era solo el comienzo, y sabía que lo que venía no sería fácil. Pero al menos ahora, no estaba sola en esta lucha. Con Thorin a su lado, tal vez, solo tal vez, podrían encontrar una manera de salvar la Ciudad de Cristal antes de que fuera demasiado tarde.
Fin del Capítulo 4.