Capítulo 5: Un Pacto Bajo el Cristal

Capítulo 5: Un Pacto Bajo el Cristal

El amanecer apenas comenzaba a teñir el horizonte de tonos rosados cuando Aleksa y Thorin emergieron del taller abandonado. La Ciudad de Cristal, con sus torres imponentes y calles desiertas, aún estaba envuelta en un silencio tenso, como si la propia ciudad contuviera la respiración ante lo que estaba por venir.

Thorin condujo a Aleksa hacia un área neutral cercana, un antiguo observatorio ubicado justo en la frontera entre los distritos Tecno y Arcano. Había elegido este lugar no solo por su posición estratégica, sino porque su aislamiento lo convertía en un sitio perfecto para su plan. Aleksa lo seguía con pasos medidos, sus sentidos alerta, mientras su mente analizaba cada posible escenario.

Al llegar, Aleksa se sorprendió al encontrar el lugar casi intacto. A diferencia de la mayoría de los edificios en la ciudad, este observatorio conservaba un diseño que combinaba lo mejor de ambos mundos: la precisión arquitectónica de los tecnomantes y la majestuosidad mística de los arcanos. Los cristales que formaban el techo cúpula reflejaban la luz del amanecer en un caleidoscopio de colores, mientras complejas runas mágicas adornaban las paredes, resonando con una energía suave pero persistente.

—Este lugar… —murmuró Aleksa, incapaz de ocultar su asombro—. No pensé que aún quedara algo así.

Thorin asintió, manteniendo su mirada fija en el techo.

—Aquí es donde los primeros líderes tecnomantes y arcanos solían reunirse para trabajar juntos, antes de que las divisiones comenzaran a crecer. —Dio un paso hacia adelante, colocando una mano en una de las runas que brillaba con un tenue azul—. Se decía que este observatorio estaba destinado a ser un símbolo de unidad, un lugar donde ambas facciones podían colaborar para el bien común.

—¿Y qué pasó? —preguntó Aleksa, aunque en su tono se notaba que ya conocía la respuesta.

—Lo mismo que pasó en toda la ciudad —respondió Thorin con un suspiro—. La desconfianza y la codicia se interpusieron, y este lugar fue olvidado, como tantas otras cosas.

Aleksa permaneció en silencio, reflexionando sobre sus palabras. El observatorio era un recordatorio tangible de lo que la ciudad había perdido, pero también de lo que aún podría ser, si las facciones encontraran una manera de dejar de lado sus diferencias.

—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.

Thorin se giró para mirarla, sus ojos grises más suaves que de costumbre.

—Porque si vamos a trabajar juntos, necesitamos un lugar donde podamos hacerlo sin que nadie nos moleste, ni interfiera. —Hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras correctas—. Y también porque quería mostrarte que, aunque nuestras facciones estén en conflicto, no siempre fue así. Tal vez, si recordamos lo que una vez fuimos capaces de hacer juntos, podremos encontrar una manera de superar nuestras diferencias.

Aleksa lo observó en silencio, sus pensamientos girando en su mente. Este hombre, a quien había visto como su enemigo, ahora estaba mostrándole un lado de la ciudad que ella no conocía. Un lado donde la cooperación y la unidad alguna vez fueron posibles. Pero aún así, no podía ignorar las dudas que seguían acechándola.

—Está bien —dijo finalmente—. Este será nuestro lugar de trabajo. Pero si realmente vamos a hacer esto, quiero saber todo lo que sabes sobre el artefacto. No más secretos, no más medias verdades.

Thorin asintió, aceptando sus condiciones sin vacilar.

—Por supuesto. —Extendió la mano, sacando la cápsula protectora en la que había guardado el artefacto. Con un movimiento suave, la abrió, revelando el orbe que brillaba con su luz interna, pulsando rítmicamente como si fuera un corazón vivo—. Este artefacto, según lo que he descubierto, es un nodo de energía pura, capaz de amplificar cualquier forma de poder que entre en contacto con él, sea mágico o tecnológico.

Aleksa se acercó, observando el orbe con fascinación y cautela.

—¿Qué tan poderoso es? —preguntó, sin apartar la vista del artefacto.

—Lo suficiente como para alimentar una ciudad entera durante siglos o… destruirla en un instante —respondió Thorin en un tono sombrío.

Aleksa frunció el ceño, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad.

—¿Por qué crees que fue creado? —preguntó, susurrando la pregunta como si temiera la respuesta.

—No estoy seguro —admitió Thorin— Pero según algunos registros antiguos que encontré, parece que fue diseñado como una especie de baliza o fuente de poder central para un proyecto que nunca se completó. Los detalles son vagos, pero lo que está claro es que fue considerado demasiado peligroso para ser usado libremente.

Aleksa asintió, procesando la información. Era un riesgo, sí, pero también una oportunidad. Si lograban descifrar cómo funcionaba y controlarlo, podrían cambiar el destino de la Ciudad de Cristal.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó finalmente, mirando a Thorin con una expresión que mostraba su determinación.

Thorin se tomó un momento antes de responder, evaluando sus opciones.

—Primero, debemos entender completamente cómo funciona el artefacto. Eso requerirá combinar nuestros conocimientos y habilidades. Tú, como arcana, podrías ayudarme a desentrañar los aspectos mágicos que yo no puedo comprender. Y yo podré analizar los elementos tecnológicos que a ti te resultan extraños. —Hizo una pausa antes de continuar—. Una vez que entendamos su verdadero poder, debemos decidir juntos qué hacer con él. Si es necesario destruirlo, lo haremos. Si podemos usarlo para restaurar el equilibrio en la ciudad, entonces eso haremos.

Aleksa lo miró fijamente, evaluando sus palabras y buscando algún indicio de engaño. Pero no encontró nada más que sinceridad en su tono.

—De acuerdo —dijo finalmente—. Trabajaremos juntos en esto. Pero recuerda, si en algún momento siento que esto va en contra de lo que es mejor para la ciudad, no dudaré en detenerte.