Capítulo 9: El Camino de la Convergencia
Los días siguientes fueron una vorágine de actividad en el observatorio. Aleksa, Thorin y Lyra trabajaron incansablemente para desarrollar un plan que pudiera estabilizar el Corazón de Vitria. El proceso era agotador, tanto física como mentalmente, pero todos sabían que el tiempo no estaba de su lado. La ciudad estaba al borde del caos, y la presión de encontrar una solución aumentaba con cada segundo que pasaba.
El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de un rojo profundo, cuando Thorin se apartó de una mesa llena de dispositivos tecnománticos, todos ellos conectados a la consola central que habían configurado para el experimento. Su rostro, habitualmente imperturbable, mostraba una mezcla de concentración y agotamiento.
—Creo que hemos conseguido ajustar la matriz de energía —dijo, dirigiéndose a Aleksa y Lyra—. El dispositivo debería ser capaz de generar un campo estabilizador que sincronice las energías mágicas y tecnológicas del Corazón. Pero necesitamos que ambos se alineen de manera perfecta, o el campo podría fallar y provocar una sobrecarga.
Aleksa asintió, su rostro reflejando la seriedad de la situación. Había pasado las últimas horas afinando los hechizos que serían necesarios para mantener el equilibrio mágico, preparándose para lo que sería un desafío sin precedentes.
—Estoy lista —dijo, su voz firme—. Pero esto requerirá una concentración absoluta. No podemos permitirnos ninguna distracción.
Lyra, que había estado revisando las notas y diagramas que habían creado, levantó la vista, su expresión decidida.
—Yo me encargaré de monitorizar las fluctuaciones de energía. Si detecto algún desequilibrio, puedo ajustar los parámetros del campo estabilizador en tiempo real. Es una tarea delicada, pero estoy preparada.
Los tres se miraron en un momento de entendimiento mutuo. Sabían que no había margen de error. Si fallaban, las consecuencias serían catastróficas no solo para ellos, sino para toda la Ciudad de Cristal.
—Muy bien —dijo Thorin finalmente—. Empecemos.
Se acercaron al Corazón de Vitria, que flotaba en su pedestal, protegido por la barrera mágica y el campo tecnológico que habían erigido previamente. La luz que emitía era pulsante, como si el artefacto mismo estuviera consciente del esfuerzo que se estaba haciendo para comprenderlo y controlarlo.
Aleksa fue la primera en actuar. Cerró los ojos y comenzó a recitar una serie de encantamientos arcanos, sus manos moviéndose en patrones precisos mientras tejía una red mágica a su alrededor. La energía mágica comenzó a fluir, envolviendo al Corazón en un manto de luz azulada que parecía resonar con el pulso del artefacto.
Mientras tanto, Thorin activó el dispositivo estabilizador, que comenzó a emitir un suave zumbido mientras ajustaba las frecuencias tecnománticas para alinearse con la energía mágica de Aleksa. El campo de energía se solidificó alrededor del Corazón, creando una red intrincada de conexiones entre las dos fuerzas.
Lyra, con los ojos fijos en las lecturas que aparecían en la pantalla holográfica frente a ella, ajustaba constantemente los parámetros, respondiendo a las fluctuaciones que detectaba. La tensión en la sala era palpable, cada segundo se sentía como una eternidad mientras el equilibrio precario se mantenía.
De repente, una vibración resonó en el aire, casi imperceptible al principio, pero rápidamente intensificándose. Aleksa sintió una oleada de resistencia desde el Corazón, como si el artefacto estuviera luchando contra sus esfuerzos.
—¡Está aumentando la resistencia! —advirtió, su voz tensa mientras redoblaba su concentración para mantener el hechizo estable.
—Las lecturas de energía están por encima de los límites seguros —informó Lyra, su voz calmada pero urgente—. Necesitamos reducir la entrada de energía o el campo no aguantará.
Thorin frunció el ceño, revisando rápidamente los controles.
—No podemos reducir más sin perder el equilibrio. Intentaré compensar ajustando la resonancia.
Mientras Thorin trabajaba frenéticamente en los controles, Aleksa sintió que el Corazón de Vitria respondía de manera inesperada. La energía dentro del artefacto comenzó a cambiar, volviéndose más intensa, pero también más armoniosa, como si el Corazón estuviera respondiendo a sus esfuerzos de estabilización.
De repente, una imagen comenzó a formarse en la mente de Aleksa, una visión inducida por la conexión mágica que había establecido con el artefacto. Vio una sala, antigua y vastamente decorada, con símbolos arcanos y dispositivos tecnománticos integrados en las paredes. En el centro de la sala, el Corazón de Vitria brillaba, rodeado por un grupo de figuras que parecían estar en medio de un ritual.
—Veo algo… —susurró Aleksa, sus ojos cerrados mientras trataba de concentrarse en la visión—. Una sala, es… es el lugar donde fue creado el Corazón. Están intentando… fusionar las energías, pero algo salió mal. Un desequilibrio…
Las palabras de Aleksa fueron interrumpidas por una sacudida repentina en el observatorio. El Corazón de Vitria emitió un destello de luz cegadora, y la barrera mágica alrededor de él comenzó a parpadear.
—¡El campo está fallando! —gritó Lyra, luchando por mantener los controles bajo control.
Aleksa, aun bajo la influencia de la visión, intentó redirigir su magia para reforzar la barrera, pero fue entonces cuando se dio cuenta de lo que debía hacer.
—¡Necesitamos sincronizarnos completamente con el Corazón! —exclamó, abriendo los ojos con determinación—. Si podemos alinear nuestras intenciones y energías con las suyas, podríamos estabilizarlo desde adentro.
Thorin y Lyra se miraron, entendiendo la gravedad del riesgo, pero sabiendo que no había otra opción.
—¿Cómo lo hacemos? —preguntó Thorin, preparándose para cualquier cosa.
Aleksa extendió sus manos hacia ellos.
—Conéctense conmigo. Fusionemos nuestras energías, tecnomancia y magia, para sincronizarlas con el Corazón. Será peligroso, pero es nuestra única oportunidad.