La ciudad perdida de Babilonia

Visiones

Las sombras se materializaban, mientras el miedo en mi interior crecía cada día.

Todo comenzó cuando era pequeña, aunque jamás lo notara. Para mí todo era parte de las vivencias de la familia, una rota y disfuncional familia o eso creía.

Mi nombre era Helena y nací en una pequeña ciudad que no tendría caso mencionar debido a que nunca existió. Era una niña físicamente como cualquier otra aunque algo introvertida, ojos pequeños de un marrón caoba, con unos labios finos, cabello largo negro, con un pequeño flequillo en la parte del frente color rojizo que desde que tengo memoria lo he tenido y una piel de un color muy claro casi llegando a rosado, no tenía mayor pasatiempo que perderme en mis pensamientos, mi madre era una mujer alta de cabellos rizados negros con una mirada inexpresiva la cual a veces me resultaba incómoda, convivía con ella y mi hermana mayor a la que conocía como Bella.

De pequeña llegaban a mí imágenes de lugares asombrosos, manifestados en sueños que a la vez disfrutaba, muy rara vez soñaba atrocidades dignas de ser juzgadas con mano dura.

Solía sentarme cada mañana en la ventana de mi cuarto, en un cojincito azul, el cual me resultaba muy cómodo para plasmar mis pensamientos en un cuaderno especial que tenía para anotar todo lo que había soñado, visto o escuchado así con el pasar de los días jamás lo olvidaría, era parte de mí, ese pedacito de corazón que guardamos con mucho cariño.

 

Página del diario: Febrero 21

Cada vez que cierro los ojos veo algo nuevo, hoy se me presento alguien que al parecer es mi reflejo, pero esta niña se veía triste, quise hablar con ella pero no me contestó. n embargo, pero no me importo.

—Parece que no quieres hablar conmigo…—comente en forma melancólica.

— ¿Te parece si nos sentamos solo a ver el paisaje? —Le sugerí con voz suave.

En sus ojos solo se podía divisar el paisaje inhóspito que admirábamos. — Bueno ya me tengo que ir, podemos hablar mañana... —solo era una niña, no sabía lo que esa simple conversación podría desatar en el futuro.

Ese día cuando termine de escribir los recuerdos inundaron mi cabeza, y como era costumbre solo quería compartirlos con alguien, pero con solo siete años mi hermana no me escuchaba, y mi madre estaba muy ocupada. Así que siempre acudía a mis amigos con los que siempre solía hablar aquellos espíritus incapaces de cruzar, nunca les pregunte el nombre; siempre eran diferentes desde un pescador, hasta un gladiador. Yo nunca les preguntaba cómo o porque habían llegado a mí, solo me importaba que me escucharan para no sentirme sola.

Sentada en mi cama escuche la voz de mi madre —Helena… baja tengo que hablar contigo —su voz era acusadora. Y yo me preguntaba que había hecho mal, cuando baje lo primero que vi fue a mi hermana con un tono pálido en su rostro.

— ¿Qué has estado haciendo toda la mañana? —preguntó mi madre, mientras yo intentaba recordar.

—Tu hermana ha dicho que has entrada en su armario en ropa de dormir y la has asustado, pero cuando se giró tú ya no estabas —yo no lograba deducir que había pasado, en la mañana lo único que había hecho era escribir en mi diario.

Respondí— ¿por qué esta tan pálida?, además yo no he salido de mi cuarto en toda la mañana —las últimas palabras salieron en voz baja.

— ¡No te hagas la inocente te vi a través del espejo! —exclamó mi hermana nerviosa.

—Además me señalaste y cuando gire ya no estabas, es imposible que te hayas ido sin que yo te viera salir. Tú siempre hablas sola y eso es escalofriante —las palabras de mi hermana me llegaron al corazón y por mi mejilla comenzó a correr una pequeña lágrima que intente disimular. Corrí a mi cuarto y entre mis sabanas comencé a llorar.

No pasó mucho tiempo antes de quedarme dormida. Al despertar me contente por qué no estaba sola, ellos siempre me recordaban lugares increíbles, pero que parecía como si hubiera caminado años atrás por ahí.

Las semanas pasaron y el tema quedó olvidado como era costumbre, seguimos con nuestras vidas normales. En el horario escolar todo era tranquilo, no prestaba atención a las continuas señales que estos me hacían, ignorando todo aquello que pudiera causar desde miedo hasta terror en mis compañeros y maestros.



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En el texto hay: demonios, amor, infierno

Editado: 03.06.2020

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