La clase 10-D

Capítulo 1

Me dirijo al pequeño salón acomodado al final del pasillo que, a diferencia de los demás, resalta pero no de la mejor forma. El letrero posicionado junto a la desgastada puerta de madera me indica que definitivamente no me equivoque de sitio y estoy en el lugar correcto… la clase 10- D.

Alias “la peor clase”.

Respiro hondo antes de decidir ingresar mientras despejo de mi mente las palabras dichas por vicedirector luego de firmar el contrato y asignarme el grupo con el que trabajaré, que para bien o para mal, marcará mi destino por todo un año.

Solo trabajaré durante ese corto espacio de tiempo porque tendrán en cuenta mi rendimiento profesional antes de extenderme el contrato, lo que para mí se traduce a algo así como “te estamos poniendo a prueba, si lo haces bien continuas, sino pues chaito”, lo cual no me alarma ni escandaliza puesto que tengo la confianza de que haré un buen trabajo.

El chirrido que hace la puerta tras abrirla anuncia mi presencia por lo que avanzo lentamente hacia el salón mientras detallo aquel pequeño espacio poco amueblado e inapropiado para los treinta estudiantes que se encuentran presentes y me miran completamente desinteresados.

Solo una de ellos se muestra atenta ante mi presencia y me ayuda a acomodarme en mi asiento pero tras hacerlo y sentir una sustancia pegajosa en él precedida por el “splash” que hace lo que sea en lo que me haya sentado es que me doy cuenta de que mis estudiantes me han jugado una broma.

Me levanto lentamente de la silla y al bajar la mirada me doy cuenta del gran detalle que pase por alto que no es más que una gran montaña de lo que parece y huele como chocolate pardo.

Intento echar un vistazo al daño que ocasiono aquella golosina en la parte trasera del pantalón blanco que llevo puesto y casi se me escapa un grito de horror al percibir una considerable mancha marrón entre mis glúteos.

Sabía que no era una buena idea usar una prenda así, pero no quise despreciar el regalo que me dio mi abuela por mi primer día de trabajo.

Bien, Eva. Respiremos profundo nuevamente, cuenta hasta diez, eso siempre te calma.

Realizo mis ejercicios de respiración internamente sin mostrar alguna reacción a los 30 pares de ojos que me observan burlones y esperan que responda de alguna forma a su “travesura”, pero no lo hago.

Todos mis años escolares y universitarios no fueron en vano, tuve que soportar malos tratos de mis compañeros y profesores, por lo que sé lo que tengo que hacer para lidiar con ellos.

Empiezo a reírme como si la broma me hubiese hecho gracia, cosa que ellos no esperan que haga y sus rostros desconcertados me lo confirman.

– Estuvo muy buena esa broma, de haberlo sabido me hubiese puesto algo más cómodo – mantengo mi mirada en todos mis alumnos, sin excepción –. Bien, como ya han de saber, mi nombre es Eva Braun, su nueva profesora líder. Me gustaría decir que he escuchado muy buenos comentarios de ustedes…

Aguardo un momento de silencio solo para constatar que sí me están escuchando. Cuando compruebo que sí lo hacen, sonrió y continúo con mi presentación improvisada.

– Pero estaría mintiendo – completo la frase, a lo que los chicos ríen –. Ya conocen el apodo de esta clase, ¿Cierto?

Todos asienten.

– Bien, pues me gustaría saber las razones de porqué son tildados de esa forma, ¿Algún voluntario que quiera relatarme la historia? – Me sorprende la cantidad de manos levantadas luego de mi pregunta. Más de la mitad del salón se ofrece como tributo… digo, como voluntario.

Escojo a un chico en silla de ruedas quién sonríe tras verse elegido a contar lo que parece ser una  gran historia.

Antes de que se disponga a hablar le pregunto por su nombre.

– Me llamo Noeh, tengo 17 años y sí, como ve estoy en silla de ruedas. – menciona con un tono de voz a la defensiva. No lo riño por eso, más bien lo insto a posicionarse al frente de la clase, cosa que hace –.  Ahora bien, ya habiendo realizado las respectivas presentaciones me dispondré a contar la historia, Carlos haz los efectos de sonido.

Busco con la mirada al tal Carlos y lo identifico como el chico de cabello enrulado que se dirige hacia un tambor posicionado en la esquina del salón para hacer los “efectos de sonido” de la historia.

–  En el principio Dios creo los cielos, la tierra, el mar, los animales y a un señor llamado Ruther Aitor Tilaj – empieza a relatar Noeh, las risas empiezan a escucharse en el aula sobre todo por la introducción realizada. El “¡Bum! ¡Bum!” del tambor va aumentando y disminuyendo la intensidad de acuerdo a como avanza el relato. Sonrió  –.  Quien pudo ser cualquier cosa… pero decidió ser un beatífico hijo de su madre.

La risa inicial pasa a ser una autentica risotada tras aquello, me esfuerzo mucho por contenerme puesto que no está bien reírme de mis superiores y tampoco debería permitir que ellos lo hagan.

Así que, antes de que Noeh continúe hablando, le interrumpo.

– Vale, chicos, basta. Esperen un momento – aguardo hasta que se quedan en silencio –  No está bien burlarse de sus superiores, es una falta de respeto, sobre todo teniendo en cuenta donde nos encontramos. Podría resultar en un gran problema para todos así que abstengámonos de eso, ¿Bueno?



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En el texto hay: amor, humor drama, amistad accion miedos superación

Editado: 24.01.2023

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