18 de abril del 2019
6:47 PM
- Me moriré ante tanta belleza –después de haber buscado tantas faldas en mi armario, finalmente encontré la ideal.
Me miro al espejo mostrando mi mejor sonrisa, me siento feliz de como me veo, mi falda verde hace resaltar mi cintura y cadera, mi blusa blanca de tirantes no ve tan mal, y unas bonitas zapatillas, me veo hermosa y sé que lo soy.
Escucho el claxon del auto, mire por la ventana y efectivamente mi transporte está listo. Tomo mi bolso verificando que no se me olvidara algo. Al verificar que todo estuviera en orden, salgo de mi habitación, al llegar a la entrada veo a un chico enojado dentro del auto, su mirara solo me decía una cosa ‘’Voy a matarte’’ así que decidí no hacerlo esperar más.
- ¡Vámonos!
Entre al auto emociona. Hoy iría a la fiesta de un amigo por su cumpleaños número dieciocho, aunque sé que va a ser más una fiesta con alcohol y piscina que un simple cumpleaños.
- Creo que tener dieciocho no justifica el hecho de que puedas salir de casa cuando quieras –dijo mi queridísimo hermano mayor, Esteban, un chico ridículamente inteligente, sarcástico, arrogante, sobreprotector y sobre todo molesto.
- Tengo derecho a salir con mis amigos y a divertirme –contraataque a sus palabras. Últimamente he estado saliendo bastante, mis padres se sienten felices por ello, mientras que otros no hacen más que quejarse.
- No me parece correcto que llegues tarde a casa.
- Lo dices como si nunca lo hubieras hecho.
- Que yo lo haya hecho no significa que tengas que seguir mis pasos.
- Por lo menos a mí no me encontraron en el centro de la ciudad borracho y llorando por mí-antes de poder terminar, el auto se detuvo de manera repentina que hasta sus frenos resonaron en mis oídos. Si no hubiera puesto mis brazos en frente de mi rostro, ahora mismo estaría con un buen golpe en la nariz - ¿Qué mierda te pasa?
- Oh disculpa, se me olvida que por tu falta de cerebro no sabes que debes ponerte el cinturón de seguridad cuando entras en un auto, lo siento –una gran sonrisa se formó en el rostro de Esteban, haciendo de sus ojos más pequeños por sus mejillas.
- Eres un sarcástico y arrogante de mier- Esteban me interrumpe otra vez, pero esta vez con el claxon del auto para no escucharme - ¡Deja de hacer tanto escándalo!
- ¿Cuál escandalo? Si les estoy avisando a tus amigas que ya estamos aquí.
- ¿Qué?
Los sonidos del auto se detienen y observo hacia el exterior. Es verdad, estamos en frente de la casa de mi amiga Natalia y no me había dado cuenta. Mis ganas de preguntarme por qué soy tan estúpida vinieron a mi mente, pero una puerta abriéndose llamo mi atención y con ello a dos locas llamadas Natalia y Ámbar.
- ¿Están listas para la fiesta? –pregunto Ámbar, la castaña traía en sus manos varias botellas de alcohol y junto a ella un bolso. - ¿Qué traes en ese bolso, Ámbar?
Ámbar no respondió, pero su mirada y su sonrisa solo me indica lo peor.
- Solo lleva unos brownies, un regalo sorpresa para Christian –contesto Natalia.
- ¡Es mentira! –dice Ámbar y con su codo le da un leve golpe en el brazo a Natalia.
- Sea lo que sea que tengan dentro de ese bolso no me importa. Pónganse los cinturones sino quieren salir volando –inmediatamente nos callamos ante el regaño de mi hermano y el auto arranco sus motores.
El trayecto no fue tan tranquilo a como Esteban le hubiera gustado que fuese. Las chicas y yo estuvimos hablando y riendo hasta llegar al lugar de la fiesta. Al salir del auto sentí la brisa de la noche, la música se escuchaba fuerte aun estando afuera, luces de colores que sobresalían por las ventanas de la casa, la fiesta había comenzado.
- Oigan –dijo Esteban llamando nuestra atención. – Cuídense, no se pasen de copas, si algo pasa me llaman.
- Si señor –respondimos las tres. Después de nuestra respuesta, Esteban sonrió y se fue.
- Bueno no hay tiempo que perder ¡Entremos!
Ámbar abrió el portón de la casa y nos tomó de la mano a Natalia y a mí, nos llevó corriendo hacia la puerta de la casa. Cuando abrí la puerta una oleada de sensaciones me invadió a mi alrededor, la música y las luces dan un gran toque a la fiesta, como esas fiestas de adolescentes que se ven en las películas, hay muchas personas aquí, algunos familiares del cumpleañero y otros que son amigos y compañeros.
Intento buscar al cumpleañero entre toda la gente, pero se me resulta difícil, no soy muy alta que digamos, estoy rodeada de titanes.
- ¡Emma!
Siento una mano en mi hombro, al mirar a mi lado veo a Santiago.
- Santiago, que bueno que te encuentro –le sonrió.
Santiago, fue mi compañero de clases en la Escuela Esperanza Ríos, en ese entonces cuando éramos niños casi no hablábamos, hoy en día hablo más con el debido a que es el novio de mi mejor amiga, Charlotte.
A principio no estuve de acuerdo con que fueran novios, no confiaba mucho en Santiago, pero con el tiempo decidí darle una oportunidad y pude ver lo muy serio que se toma su relación con Charlotte.
- Por supuesto que te encontraría, eres pequeña pero no invisible –este mismo se ríe de su comentario y mis dos amigas hacen lo mismo, a todos los fulmino con la mirara.
- Dejando de lado tu chiste ridículo ¿En dónde está Charlotte? –pregunto.
- Ella no se encuentra aquí, está de viaje con su familia –Santiago se lleva a sus labios la botella de vino que tiene en su mano.
- Oye Santiago ¿En dónde está Christian? –pregunta Natalia
- ¿Enserio lo preguntas? Está detrás de ustedes –las tres miramos atrás y efectivamente casi se nos sale en corazón. Christian, el cumpleañero, se encontraba detrás de nosotras con su pantalón y sin camisa, mojado, lleno de tierra, su cabello rubio hecho un desastre, rasguños por toda su cara y un gato en sus brazos.
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Editado: 18.09.2024