19 de abril del 2019
8:16 AM
Entro apresurada al auto para ir al colegio, mi chofer arranca una vez que cierro la puerta, mientras vamos en camino me aseguro de que no haya olvidado algo y que no haya ningún error en mi cabello o uniforme. Mierda voy tarde ¡Y todo porque no escuche las cinco alarmas! De no ser porque las chicas me llamaron quien sabe hasta qué hora me hubiera levantado.
Me despido de mi chofer y entro al colegio. Camino rápido por el pasillo hacia mi casillero, cuando finalmente llego a mi casillero lo abro y me topo con algo inesperado. Varios papeles salen de mi casillero, me agacho para verlos y lo que leo es algo imperdonable. Papeles en donde me llaman de mil maneras: puta, ridícula, deja de aprovecharte de ser mujer, lo que oculta la cara de ángel, que buen culo tienes, te quiero en mi cama, zorrita, entre otros. Un montón de comentarios horribles que decido dejar de leer y simplemente botar a la basura, busco los libros de mis próximas clases y cierro el casillero, al instante la campana suena y todos salen de sus clases.
Mientras camino en los pasillos me siento incomodad, la mirada de todos encima de mí, sus susurros, sus risas, que horrible sensación, me gustaría decir que hubiera sido mejor quedarme en casa, pero sería como darle la razón a la gente, y no quiero dársela. No tengo miedo de venir aquí después de lo que paso en la fiesta de anoche, a fin de cuentas, yo no soy la mujer de ese video ¿Por qué debería sentirme mal de algo que no hice? ¿Por qué debería de tomar en cuenta la opinión de personas desconocidas de algo que no hice? ¿Por qué debería de preocuparme por esto? Absolutamente por nada.
Mi celular suena y lo sacó del bolsillo, es Natalia, no hizo falta contestarle ya que al salir al patio del colegio vi a mis amigas sentadas en una de las mesas y me senté junto a ellas.
- ¿Estás bien, Emma? –pregunto Natalia, acercándome un café con un sandwich.
- Sí, estoy bien, estoy acostumbrada a tener la mirada de todos encima –tomo el sandwich y le doy una mordida.
- Eso lo sabemos, pero no cuando todos te están mirando por un video en donde estas “violando” a Santiago –dijo Ámbar, resaltando la palabra “violando” con sus dedos.
- Hablando del rey de roma, miren quien viene –al girar la cabeza lo vi, ese maldito, caminando con una sonrisa como si nada, dejé de mirarlo y proseguí a tomar mi café.
- Se vería muy santa, sabía que algo ocultaba.
- Se hace la tímida para fingir lo que es, una perra desesperada.
Okey. Ignoremos el hecho de que mis ojos están en blanco por las estupideces que están diciendo los amigos de Santiago acerca de mí. Ignoremos el hecho de que Ámbar y Natalia en cualquier momento se levantaran a golpear a Santiago. Ignoremos el hecho de que hoy no es mi día.
- ¿Qué fue lo que pasó exactamente anoche? – pregunto Ámbar. No quise darle más vueltas al asunto y les conté todo.
- Es un maldito desgraciado – dijo Natalia con disgusto – Deberías de denunciarlo ¡Que se pudra ese desgraciado! Cómo se atreve… y aun así logro que los demás lo vieran como la víctima. – exclamó Natalia furiosa.
- Hay que pensar antes de actuar. Santiago tiene a tres testigos que vieron cuando le pegaste con la botella, se está aprovechando de eso, no hay cámaras que protejan a Emma y la mujer del vídeo es muy parecida a Emma físicamente, pero eso no es importante. Lo importante aquí es que Santiago puede levantar cargos contra ti y esos tres testigos que tiene, son su llave maestra. – Ámbar suspira – En otras palabras, Emma estaría perdiendo por falta de evidencia y por culpa de un mentiroso – después de todo lo que dijo Ámbar nos quedamos en silencio pensando, esto ya es un problema y molestia al mismo tiempo.
- Chicas, por favor no pensemos en eso aún, mi familia no sabe de la situación, no sé si me creerán, no sé cómo haré, pero quiero dejar de pensar en ello – tomé mis últimos sorbos del café y me levanté de la mesa – no es el fin del mundo – les sonrió y ellas intentan sonreír también, aunque les cueste.
4:07 PM
El resto del día fue bastante aburrido, las clases con normalidad y los demás hablando del chisme. Finalmente, salí de clases, Natalia y Ámbar se fueron con sus choferes y mientras tanto esperé al mío. Mi celular volvió a sonar, contesto la llamada y no me sorprende la llamada de esa persona.
- ¿Qué tal, Charlotte? –contesto con una sonrisa.
- Emma, estoy bien, gracias –su voz suena bastante tranquila, me sorprende – Me imagino que acabas de salir de clases ¿tienes tiempo para venir a mi casa? –sigue estando muy tranquila.
- Por supuesto –después de responder se corta la llamada, tardo mucho en llamarme. Sé muy bien la razón de su llamada y de aquí solo pueden suceder dos cosas, la buena o mala.
Mi chófer llegó a los minutos y en lugar de decirle “Vamos a casa” le dije: Tengo que ir a casa de Charlotte.
A los pocos minutos llegamos a su casa, le pido al chófer que se quede esperándome. Apoyo mi mano en el portón de la gran mansión y entró, caminando mientras veo los hermosos tulipanes, una fuente de un ángel, una mansión divinamente blanca, demasiado para mis ojos que están acostumbrados a la oscuridad. Entró como si fuera mi propia casa, bueno, este lugar siempre ha sido mi segundo hogar, un lugar al que deposite mi confianza no solo con Charlotte sino también con su familia, tengo tantos recuerdos aquí… que no quisiera que se convirtieran en amargura.
Ni siquiera tengo que llamarla para saber dónde está, subo las escaleras, pasó por el pasillo y abro la puerta de su sala de estudio. Y efectivamente, ella está ahí, vestida con su vestido verde como siempre le gusta, sentada en el sillón con sus piernas cruzadas, con una taza de café en sus manos y ese cabello rojo… parecido al fuego y estoy a punto de arder en él.
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Editado: 18.09.2024