19 de abril del 2019
4:47 PM
Acabo de llegar a casa ¿Debo de mencionar la tensión que se siente aun estando fuera de casa? El chófer Smith se va a guardar el auto, me acerco a la gran puerta y entro con tranquilidad, la casa está sumamente silenciosa, sin embargo, sé a dónde me están esperando. Subo las escaleras para llegar al segundo piso, cuando llego, veo al mayordomo enfrente de la puerta de la sala de estar, camino por el gran pasillo escuchando solo mis pasos, cuando estoy enfrente del mayordomo esté me sonríe y abre la puerta, entro a la sala y veo a mis dos hermanos Esteban y Elías sentados en el mismo sillón, no se toman la molestia de mirarme, tienen la mirada fija en sus celulares. Me siento en el sillón enfrente de ellos y ahí ambos cruzan sus piernas y dejan sus celulares para dedicarme solo una mirada que no sabría cómo describir, si es enojo, decepción, confusión, asco, no lo sé...
- ¿Están decepcionados? - pregunto, ambos niegan con la cabeza.
- Sabemos que no eres tú, pero nos preocupa por qué las personas piensan que eres la mujer del vídeo - dijo Elías, está tranquilo, él es así, nunca reacciona gritando, le gusta hablar las cosas con calma. Es lo contrario a Esteban. Esteban me está mirando serio, no hace escándalo porque sabe que Elías lo calla, y eso que Esteban es el hermano mayor.
- Emma, no estás en la obligación decirnos todo, pero si nos gustaría saber qué fue lo que pasó esa noche de la fiesta - dijo Esteban - y no me digas que no pasó nada ahí porque tanto como tus amigas y tú se estaban comportando muy extraño - dijo Esteban en un tono serio.
- Esteban, por favor - Elías pone su mano en el hombro de Esteban y lo aprieta un poco - Déjala que tome su tiempo.
Tomé aire y empecé a hablar, les conté lo que pasó en la noche de la fiesta, la confesión de Santiago, lo que hizo, lo que hice, su mentira, todo. Sus rostros solo representaban dos cosas; enojo y seriedad. Las venas de sus brazos se hacen más notorias, sé que en este momento les gustaría romper el pequeño jarrón que tenemos en frente de la mesita, pero saben que están mal hacer tales actos como la violencia.
- Emma, ven aquí - dice Elías. Me levanto y me acerco hasta estar enfrente de ellos. Cuando me encuentro allí parada, los dos se levantan, ante la gran altura de mis hermanos alzó la cabeza y luego siento la presión de dos cuerpos sobre mí. Aún sin entender el abrazo de mis hermanos, empiezo a llorar, sin pensarlo dos veces correspondo a su abrazo y agachó mi cabeza. - Emma, hermana, estamos contigo, no dejaremos que alguien intente hacerte daño - dijo Elías acariciando mi cabeza. Seguía llorando y llorando, conteniendo que no me importaba en lo más mínimo lo que pasó en la fiesta, cuando en realidad si me importa, es un horrible recuerdo que ojalá se borrase de la noche a la mañana. Pero lamentablemente las cosas no son así.
- Emma, no te preocupes, ese idiota se arrepentirá de lo que hizo, te lo aseguro - afirmó Esteban. Alcé la mirada y di un paso atrás. Dejando de abrazar a mis hermanos.
- ¿Qué vas a hacer, Esteban? - dije con un nudo en la garganta. Esteban solo sonríe.
- Voy hacer lo mejor para que estés bien, Emma - y con ello me revuelve el cabello.
- ¡Idiota el cabello no! - exclamé quitando su mano de mi cabello. Mis hermanos empezaron a reírse y sus risas me contagiaron haciéndome reír a mí también.
- No te preocupes por mamá y papá, Emma, yo les explicaré la situación - dijo Elías. Asentí con la cabeza.
- ¿Eso es todo? Me esperaba una buena regañada y una posible discusión entre nosotros.
- Bueno, no tenemos justificación para regañarte, a fin de cuentas, no fue tu culpa, simplemente querías ayudarlo y nada justifica lo que él hizo. El problema lo tiene él - dijo Esteban.
- Puedes retirarte sin ningún problema, lo demás nos haremos cargo nosotros - asentí. Y con eso caminé hacia la puerta, pero no sin antes decirles.
- Gracias por entender.
- Gracias a ti por confiar en nosotros, hermana.
Les sonrió y salgo de la sala de estar con una paz en mi pecho. No quería tener otro problema encima, mucho menos en mi propia casa.
26 de abril del 2019
11:27 AM
- ¡Me voy a morir! - dije de manera dramática.
Estoy en mi cama, debería de estar en clases, pero no desperté de la mejor manera, desperté con fiebre alta y para colmo tengo gripe. Mis hermanos no se encuentran en casa, lo único bueno de enfermarme es que no tuve que ir a clases. Aunque tampoco es que me haya ido mal, es verdad que la gente seguía hablando mal de mí, pero solo fue un chisme de momento, nada más, al pasar los días los comentarios fueron menos frecuentes, pero lo que calló a las personas fue el hecho de que el vídeo fue eliminado no solamente de internet sino también de todos los celulares que lo tuviesen, muchos dijeron que fue acto de mío o de mi familia para "borrar evidencia" pero la verdad es que ni yo, ni nadie llegamos hacer algo, fue de la nada que ocurrió.
Bajo las escaleras con una gran debilidad en todo mi cuerpo, siento cansancio y dolor de cabeza. No hablemos de mi voz, está se encuentra seca y ronca. Llegó a la cocina y veo a un hombre cocinando, es Michael, el mayordomo, me siento en la silla del comedor y Michael nota mi presencia.
- Señorita Emma, debería estar en su habitación - dijo con un rostro neutral mientras terminaba de lavar los platos.
- Tengo hambre y la toalla ya no está fría - dije con mi voz ronca.
Michael toma la toalla de mi mano y se la lleva, luego de unos minutos de tener la cara pegada con la mesa, Michael pone un plato con el desayuno en la mesa y la toalla fría.
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Editado: 18.09.2024