William
—Ni una llamada, ni un mensaje para preguntarme si estaba bien.—Dejo de observar al grupo de hombres entrenar para centrarme en la bonita pelirroja que se acerca a mí .
—¿De qué hablas?—Hago una mueca de confusión porque no entiendo a qué se refiere.
Pone una mano en su cintura y se muestra seria.—¿Es en serio? William la noche del ataque me dejaste sola, no te importó para nada.
Oh. ¡Mierda! Lo había olvidado completamente y mil veces maldita sea porque es cierto, en ningún momento la llamé para saber si se encontraba bien.
Soy el peor amigo del mundo.
Me muestro culpable.—Yo lo siento, Leah. Solo que… tenía que ir a ayudar.
—Claro, ir ayudar te refieres a salir corriendo en busca de la Compañera de tu hermano.—Estoy por negar, pero sigue hablando.—Y no lo niegues. Los vi cuando iban agarrados de la mano directo al refugio.—Su mirada se vuelve triste.—¿Estás consciente que es la compañera de tu hermano? Es nuestra luna y no deberías tener sentimientos románticos hacia ella.
Me río ante su declaración.—Creo que estás delirando. Es mi cuñada, no tengo sentimientos hacia ella, solo cariño ya que es mi amiga. Además si fui en su búsqueda es porque como tú lo has dicho, ella es nuestra luna y debe ser protegida.
Leah niega divertida.—No trates de engañarme y de engañarte.—Se acerca mucho más para tomar mi rostro entre sus manos.—Es muy evidente. Esa noche estábamos muy apasionados, pero después de que ella nos viera junto con tu hermano, ya no quisiste tocarme. Y no necesitas protegerla cuando tu hermano está con ella, Cristian es muy capaz de hacerlo.
Por unos segundos no digo nada y es que en algo tiene razón, si trato de engañarla sobre mis sentimientos hacia Emma, pero no me engaño a mí porque estoy totalmente seguro de lo que siento por esa rubia.
Estoy enamorado de ella. No sé cómo sucedió, solo sé que de un día para el otro ya estaban estos sentimientos.
Es como si esos sentimientos ya estuviesen en mi, solo que al conocerla se manifestaron.
Suena raro, lo sé.
—Repito. Es solamente mi cuñada. Mis sentimientos hacia ella solamente son de amigos .
Su pulgar comienza acariciar mi labio inferior.—Si es cierto, entonces demuéstralo.
La miro extrañado.—¿Cómo?
Mete su dedo a mi boca y por un segundo lo chupo de forma inconsciente.—Seamos una pareja oficial.—Eso me sorprende.— Caroline, lamentablemente ya no está. Podemos ser una buena pareja, casarnos y tener hijos.
Su propuesta me toma sorpresivamente. Jamás pensé que quisiera formalizar conmigo, siempre ha sido solo sexo.
—Suena lindo, pero has olvidado que en algún lado del mundo tienes a un compañero y que tarde o temprano lo conocerás.
Una sonrisa triste se dibuja en sus labios.—Ya lo conocí.—Observo como traga saliva y sus ojos se empañan.—Es humano, lo conocí cuando fui a Nueva York. Él… él ya está casado con una linda humana. No quise interferir.
—Pero es tu compañero, debiste luchar.
Simplemente niega.— Creo que la Diosa luna debería quitar esto de los compañeros porque no está funcionando. Mi compañero se veía muy feliz y enamorado, yo no tenía lugar en su vida ni en su corazón.—Me abraza poniendo su cabeza en mi pecho. Me limito a devolverle el abrazo y dejar un pequeño beso en su cabeza.—Es por eso que te propongo que seamos una pareja. Nos queremos mucho, hemos sido mejores amigos… Creo que seríamos un excelente matrimonio ¿Qué dices?
Levanta su cabeza y me observa esperanzada.
Mis ojos detallan su rostro.
Es realmente hermosa y tiene razón, realmente nos queremos, pero no como para ser un matrimonio y aunque la idea me está tentando; una pequeña rubia ronda mi cabeza y está metida en mi corazón, y mientras la tenga en ese lugar no podría formalizar con alguien más.
Ahora soy yo el que toma su rostro y la acerco al mío.—Suena muy tentador, pero por el momento tendré que declinar. Sigamos con nuestra rara relación de sexo y amistad, puede que más adelante podamos vernos como marido y mujer, por el momento no.—No dejo que hable ya que sello nuestros labios en un beso.
Un beso que me gusta y prende mis instintos sexuales, pero no son los labios que deseo probar.
Emma.
Han pasado exactamente 4 días desde el ataque, llevaba aquí prácticamente una semana donde he tenido todo tipo de emociones y sentimientos, empezando por la culpa cada vez que una llamada de Daniel entra a mi celular, quisiera decirle la verdad, pero he llegado a la conclusión de que si voy a dejarlo al menos debo hacerlo en persona y no por mensajes.
También había estado frustrada y triste por la manera en la que Cristian se había distanciado de mí después de aquella noche; cuando me hablaba no me veía a los ojos, la mayoría del tiempo me evitaba y por las noches no habíamos dormido juntos. Realmente estaba dolida por su actitud, muchas veces quise preguntarle porque estaba así, pero no me animaba.
Deje pasar los días hasta que el decidiera dejar esa actitud conmigo y lo hizo, anoche mientras estaba dormida lo sentí entrar a la habitación y acostarse a mi lado envolviendome en sus cálidos brazos. En ese momento sentí que mi corazón volvía a latir, no resistí y lágrimas habían salido de mis ojos porque realmente había extrañado sus abrazos y su calor. Siento que esto es una locura, estos sentimientos hacia él crecen tan rápidos que me abruman, aunque estoy decidida a dejarlos fluir.
Hoy en la mañana desayunamos juntos mostrándose cariñoso e incluso nos besamos hasta que mis labios dolían y los sentía hinchados, luego se ofreció a darme el tour por la manada. La pasamos muy bien.
Ahora nos encontramos en la misma cafetería donde estuve con William.
—¿Te gustó nuestra manada?—Estamos sentados uno al lado del otro, así que se le facilita acomodarme un mechón de mi cabello.
—Si, me gustó todo, aunque al parecer no le he caído muy bien a la mayoría de la gente.—Lo único malo del paseo fue las miradas despectivas de la mayoría, miraban nuestras manos unidas y después cuchicheaban.
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Editado: 29.10.2024