Emma
Hace casi tres semanas tenía la ilusión de poder demostrar que los hombres lobo existían, que mis sueños era un presagio, me imaginaba viniendo a este pueblo conociendo la verdad de la especie, haciendo un espectacular artículo que haría que los canales de televisión o periódicos quisieran darme una oportunidad de trabajo, pero no… si pude confirmar lo que tanto sabía que era la existencia de estos seres sobrenaturales, pero jamás me imaginé que iba a enamorarme locamente de uno y la razón fuese porque yo estaba destinada a él como lo dictaminó su diosa.
Al momento de enamorarme de Cristian mis sueños cambiaron, ya no quería demostrar al mundo que ellos existían, no quería ser una gran periodista, lo único que quería era estar con mi compañero y amarnos, ser felices y formar una familia, pero todo eso también se desmorono al momento que Cristian eligio a otra mujer y señal de su decisión es ver cómo está marcando a aquella frente a todos.
Ver como la toma entre sus brazos mientras hunde sus colmillos en el cuello de esa mujer hace que mi corazón duela y se rompa en miles de pedacitos que estoy segura que sería muy difícil volver a reconstruir. Por instinto pongo mi mano derecha en aquella zona donde siento ese inmenso dolor a la misma vez que la vista se me nubla y la respiración me va faltando.
Tomo fuertemente del brazo a Eric tratando de llamar su atención porque siento que en este mismo instante voy a morir.
—Eric.—Pronuncio su nombre de manera entrecortada y logro que sus ojos se dirijan a mi dirección. Trato de decirle que no me encuentro bien, pero un enorme grito de dolor escapa de mis labios al sentir un fuerte ardor en una parte del cuello, exactamente en la zona donde Cristian me había marcado.
—¿Emma? ¿Que pasa?—La expresión de Eric es de terror puro y aunque quisiera responder y decirle que estoy bien para que no esté asustado no puedo ya que en un segundo todo se vuelve negro.
…….
Emma…
Emma…
A lo lejos escucho una voz femenina que me llama, así que trato de moverme para saber quien es la dueña de esa voz, pero por alguna razón no puedo hacerlo.
Emma, debes de despertar.
Despierta…
¡AHORA!
La voz de aquella mujer hace que abra mis ojos, lo primero que logro ver es el techo de lo que parece una habitación. Trato de levantarme, pero gimo de dolor cuando siento una punzada en mi cabeza.
—No debes levantarte apresuradamente, debes hacerlo con cuidado.—Reconozco la voz de Eric. Se acerca a mi y con cuidado me ayuda a enderezar mi cuerpo hasta que me apoyo en el respaldo de la cama.
Puedo notar que en la habitación se encuentra la bruja que vino con él hace unos días, Eduvina es su nombre.
—¿Qué ha pasado?—Pregunto. Los dos me observan con lástima, no entiendo por qué lo hacen.
—Te desmayaste cuando Cristian ha marcado a Alicia.—Me responde Eric aun viéndome con lastima.
—No entiendo…—Me callo porque los recuerdos vienen a mí sin detenerse.
La fiesta
Yo haciendo el amor con Cristian
Cristian marcandome
William entrando con terror puro en sus ojos a nuestra habitación.
Cristian… está casado.
Mi compañero marcando a esa mujer.
Los recuerdos y el dolor siguen llegando sin parar, pero trato de no demostrarlo en mi rostro, debo de ser fuerte. así que tragando saliva y relamiendo mis labios trato de levantarme de la cama.
—¿Qué harás?—Me pregunta Eric al ver que me levanto buscando mis zapatillas.
—Me largo.—Encuentro mis zapatillas y me las pongo, me enderezo poniendo mis ojos en Eric.—Ya no quiero estar aquí.
—Se que te dije que yo te iba a sacar de aquí, pero ¿No lucharás por Cristian? Son almas gemelas.
Una pequeña risa escapa de mis labios.—Si a él no le importa que seamos almas gemelas ¿Por que debería de importarme a mi? Entiendo que la haya conocido antes que a mi y que por eso se haya casado con ella, pero ahora me ha encontrado, me ha jurado que me quería, pero cuando ella ha aparecido no dudo en regresar a sus brazos y dejarme a un lado demostrando que no signifique nada para él, así que no me pidas que luche.
Me dirijo hacia el armario y saco mi maleta dispuesta a irme una vez por toda, meto todas mis pertenencias bajo la atenta mirada del vampiro y de la bruja.
—Emma, lo que pasa es que tu no lo entiendes.—Frustrada tiro mi ropa en la maleta y decido encarar al vampiro.
—¿Que no entiendo, Eric? Lo entiendo todo perfectamente, Cristian nunca me quiso y estoy segura que no le importo que me haya desmayado y ahorita mismo está con esa mujer. ¿O me estoy equivocando?— No voy a negar que ilusamente espero que Cristian entre por esa puerta con una taza de té para mi y que esa sea la razón por la cual no este aquí en este momento, pero la expresión que ponen estos dos me confirma en que no estoy equivocada y me muerdo el labio inferior tratando de contener las lágrimas.
—Está bien, si tu decisión es irte de aquí te ayudaremos a que te vayas de este lugar.—El hombre frente a mi le da una mirada a la señora Eduvina.—Como sabrás Eduvina es bruja y ella puede hacer un portal que te llevará directo al lugar que deseas.
Observo atónita a la señora que ahora se acerca a mi.— ¿Es en serio?
Eduvina asiente mientras me toma de las manos.—Si mi niña yo puedo hacerlo, solo debes cerrar los ojos y pensar el lugar donde deseas que abra el portal para ti.
Cada vez me impresiona más esta vida oculta de los seres sobrenaturales.
Eric se acerca a nosotras.—Nana, necesito que no solamente abras el portal para Emma, también necesito que vayas con ella y la cuides.—No me pasa desapercibido que al decir eso sus ojos van hacia mi estómago, donde también van los ojos de la bruja.
—¡Oh! Al parecer la historia se está repitiendo—¿Repitiendo?—Pero mi niño no puedo ir con Emma, recuerda que debo de estar aquí para cuando tu padre vuelva a atacar esta manada.
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Editado: 29.10.2024