Londres.
Emma
Una semana. Una semana ha pasado desde que abandoné la manada, desde que Cristian que se supone es mi alma gemela, prefirió a otra mujer antes que a mi, una mujer que llegó antes que yo a su vida, a la mujer que hizo su esposa sin importarle que en algún lugar del mundo existía yo.
Estos días me han servido para llorar, vivir mi duelo e intentar que mi corazón roto duela menos, pero también me ha servido para pensar, reflexionar las decisiones que mi compañero tomó. Me he convencido o he tratado de hacerlo de que esa conexión que la Diosa Luna les otorga a los hombres lobo no es más que un disparate inventada por ellos y que yo caí redondita por el físico perfecto de Cristian porque no encuentro otra explicación. ¿Si soy su compañera por qué la eligió a ella? Se supone que me amaba, que había una conexión inquebrantable entre nosotros, pero al parecer no lo suficientemente fuerte como para elegirme a mi.
Resoplo pasando una mano en mi rostro. Me había propuesto que al terminar la semana iba a dejar de pensar en él, en todo este asunto porque de solo pensar en lo sucedido me da dolor de cabeza y mi adolorido corazón también se resiente más, pero no lo puedo evitar, mi mente me lleva a los días que pasé en la manada junto a él.
Aunque me digo a mi misma que ya es hora de dejarlo atrás, desde que regresé a Londres me di mi tiempo, incluso no he vuelto a la universidad, no he dado explicación de mi ausencia y a pesar de la constante insistencia de Daniel por vernos, no lo he permitido. Ni siquiera estoy preparada para verlo, me siento muy culpable, me deje de llevar por todo lo que me ofrecía Cristian y traicione a un buen hombre.
Los he perdido a los dos, si a los dos porque no soy tan mala como para volver con Daniel habiendo estado con otro hombre y también porque no quiero mentirme, a pesar de todo lo sucedido aun amo a Cristian y no se si algun dia podre dejarlo de amar, así que no es justo para Daniel.
Tendré que contarle la verdad y terminar nuestra relación.
Decidida me levanto de la cama y no puedo evitar mirarme en el espejo del baño. Parezco un cadáver andante, mi piel está blanca como un papel, tengo ojeras moradas, mis pómulos no tienen carne y mis ojos verdes están sin luz, sin vida.
Me doy una ducha donde permanezco inmovil sin saber que hacer, o que sentir, mi vida es una completa mierda y se que debo de arreglarlo, ser la Emma de antes
Una vez lista voy directo a la cocina donde encuentro a mi padre tomando una taza de café. Al verme sus ojos se iluminan y me ofrece una gran sonrisa de alivio, la sensación de culpabilidad se instala en mí, no había pensado en mi papá que ha sufrido viendo a su hija hundirse en la miseria, así que trato de regalarle devuelta una sonrisa.
— Buenos días, Papá.—Me sirvo un poco de café y me siento en nuestra mesa.
Mi padre me observa con evidente preocupación por mi aspecto.
—Mi niña, me alegro mucho que hayas decidido salir de tu habitación. La verdad que me tienes preocupado.—Se sincera.—Se que es difícil estar con el corazón roto, yo pase…por algo casi igual y es por eso que te di tu espacio, aunque quiero que sepas que estoy aquí por si necesitas un abrazo de tu padre que tanto te ama.
Conmovida por sus palabras alargo mi brazo para tomar su mano y darle un apretón. Mis ojos se empañan por las lágrimas retenidas, solo que esta vez las lágrimas por la dicha que tengo de tenerlo como padre. Soy desdichada en el ámbito romántico, pero con mucha suerte por tener a Emilio Willson, como mi padre.
—Gracias Pa, sé que puedo contar contigo. Tampoco tienes que estar preocupado por mi, mi tiempo de duelo ya pasó. Ya he pasado página a lo sucedido y estoy decidida a seguir con mi vida.— Le aseguro.
Me levanto de mi lugar con los brazos abiertos y abrazo a mi padre tratando de darle la confianza de que estaré bien.
Porque de amor no voy a morir.
He caído, pero me levantare.
*********
Estuve gran parte de la mañana con mi padre, hablamos de lo que sucederá a partir de ahora. Voy a regresar a la a universidad, si bien estuve más de un mes ausente pude hoy mismo hablar con las autoridades académicas, tuve que inventarme un problema convincente del por que de mi ausencia y al parecer estoy volviendo a recobrar mi suerte porque no tuvieron ningún problema con que regresara.
Si bien me espera un sin número de trabajos para poder ponerme al día, no pude evitar sentirme alegre por saber que no perderé mi beca.
Ahora me encuentro de camino hacia la cafetería donde habitualmente me encuentro con Daniel. Después de ignorar sus mensajes y llamadas, decidí enviarle un mensaje citandolo para poder hablar.
El sonido de la campanilla me da la bienvenida cuando abro la puerta del local. Saludo a la dueña de la pequeña cafetería y con nervios me acerco a la mesa del fondo donde ya puedo ver a Daniel sentado, no se ha percatado que he llegado ya que está sumido en sus pensamientos.
Tomo asiento frente a él. Todavía no se ha percatado de mi presencia ya que tiene la mirada en una servilleta que tiene en su mano y extrañamente decido no anunciar mi llegada y observarlo detenidamente, por lo que veo el tampoco la ha pasado bien, tiene ojeras pronunciadas y su rostro se encuentra tensionado.
No puedo evitar recordar lo que me hacía sentir en cada una de nuestras citas, en nuestro vivir; sentía que mi corazón no alcanzaba en mi pecho cuando estaba con él y ahora tristemente no siento nada, solo culpabilidad porque le fui infiel y nuestra historia debe llegar a su fin. Carraspeo para llamar su atención.
Al escucharme brinca en su asiento, cuando su mirada cae en mí, sus ojos se agrandan y me percato que también se cristalizan. Me alarmo porque jamás había tenido esa reacción y comienzo a preocuparme. ¿Será que pasó algo malo con su hermanita? o ¿Sabe que le fui infiel?
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Editado: 29.10.2024