En algún lugar lejano de la manada Crecent moon, se encontraba una mujer de cabello negro con el ceño fruncido de preocupación viendo lo que sucedía a través de la bola de cristal.
Todo lo que estaba sucediendo iba de mal a peor, no podía creer que todo se estuviera desmoronando y la persona que amaba estuviera sufriendo. Realmente ella intentó que nada de esto sucediera, pero aquel ser despreciable había jugado bien sus cartas y ahora estaba ganando.
Sabía muy bien que lo hacía por venganza, por dolores y errores del pasado; errores en los que también la pelinegra había participado y ahora las consecuencias se estaban reflejando y aplastando todo a su paso.
—¿Qué haremos mi señora?—Le preguntó la anciana.
La mujer no tenía respuesta, ya no sabía qué hacer y eso la hizo sentir una rabia inmensa porque significaba que aquella maldita había sido más inteligente que ella y no lo podía permitir.
—Aún no lo sé, pero debemos de hacer un plan. Ella no debe salirse con la suya, me destruye ver a las personas que amo sufrir.
La anciana cuidadosamente puso una mano en la bola de cristal donde se podía ver una escena; una persona sufriendo de decepción y traición, movió su mano para cambiar de escena pudiendo ver a otra persona atrapada en el arrepentimiento de sus acciones.
Ambas quedaron viendo la escena en cuestión en silencio, consumidas por sus propios pensamientos. Había una última cosa que pueden hacer, pero la mujer de cabello negro se rehúsaba tan siquiera a mencionarlo.
No hay manera que yo pueda hacer eso. Se dice mentalmente. Debía de buscar otra solución.
Sin embargo la anciana pensaba todo lo contrario, no había más solución que esa, así que sin importar que la otra mujer no lo haya mencionado, ella sí lo hizo.
—Debemos decirle la verdad mi señora, sólo él puede ayudarnos. Él puede detenerla.
—¡No! Sabes que no puedo decirle porque si llega a saber la verdad, me destruirá.
—Pero mi señora…
—Ya te dije que no. Buscaremos otra solución.
La anciana aún no conforme volvio a cambiar la escena y puso nuevamente a la persona que estaba sufriendo inmensamente por un corazon destruido.
—Debe hacerlo.—Le aconsejo al mismo tiempo que señalaba la escena que se llevaba a cabo.—No creo que usted desee que está persona inocente de todo, sea infeliz.
La mujer observó atentamente como la otra persona a través del cristal lloraba desconsoladamente y sin poder detenerlo, sus propias lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
No puedo dejar que siga sufriendo. Pensó
Pero tampoco puede dejar que la verdad salga a la luz ya que estaba segura que él le haría pagar muy caro.
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Editado: 29.10.2024