La Compañera Del Alfa

Capítulo 3

 

 

La chica se encontraba de piernas abiertas recibiendo las embestidas de su amado, de sus labios salían gemidos de placer, trato de abrir sus ojos para observar a su hombre, ver cómo le hacía el amor, pero el placer era tanto que veía todo borroso así que los volvió a cerrar y disfrutar de las sensaciones que le provocaba sus embistes.

 

No tardó en llegar al clímax, luego su acompañante la siguió. Con una sonrisa en su rostro quiso incorporarse un poco y besar al hombre, pero no pudo ya que él salió de ella sin ningún cuidado. Lo observó dirigirse al baño y luego escuchar la regadera.

 

Sintiéndose feliz volvió acostarse, hace un mes habían peleado ya que él tenía un carácter muy fuerte, a veces no la quería cerca y eso le dolía mucho ella estaba convencida que él no la buscaría, nunca habían estado sin hablarse por mucho tiempo desde que se conocieron así que este mes fue un infierno para ella, aunque ya eso estaba en el pasado, hoy la mando a buscar con uno de sus guerreros y tuvieron un maratón de sexo toda la tarde.

 

Escucho la regadera ser cerrada para luego verlo salir del baño.

 

Amor, ven aquí.Palmo con su mano en el lado izquierdo de la cama.

 

El hombre hizo una mueca de disgusto, odiaba la voz de la chica

.

¿Sigues aquí? Ya te usé, así que lárgate.Rugió

 

¡Oh no! Aquí vamos, pensó la chica ya con las lágrimas a punto de salir.

Pero…Yo creí que-

 

El hombre chisto.Te he dicho que no creas nada, yo te uso para satisfacerme y ya lo hice, vete.

 

La chica no pudo ocultar un sollozo, siempre era lo mismo y siempre tenía la esperanza de que cambiara.

 

Yo te amo ¿Por qué no puedes amarme?

 

El hombre ya fastidiado se acercó a ella.

 

¿Sabes qué? Ya me tienes aburrido, desde el principio deje las cosas claro, esto era solo sexo, pero no entiendes así que ya no quiero verte, te mandare a otra manada porque ya no quiero saber de ti. ¡Esto se acabó!

 

La chica jadeó horrorizada. Él no podía alejarla, no iba a soportar estar sin él, sin su hombre.

 

¡No me puedes dejar! Gritó enloquecida mientras salía de la cama.No puedes dejar porque ¿Adivina? Estoy embarazada y este hijo es tuyo, Cristian.


 

Cristian

 

Me despierto con la respiración agitada. Trato de observar mi alrededor para identificar donde me encuentro, pero lo único que hay es oscuridad así que estiro uno de mis brazos a un lado buscando algún objeto familiar, palpo con mi mano una textura dura que parece madera y aliviado reconozco la mesita de noche, enciendo la lámpara y la habitación se ilumina tenuemente.

 

Me incorporo mientras paso mis manos por mi rostro.

 

Ese sueño.

 

Niego.

 

 No era un sueño, sino más bien un recuerdo. Veo a mi derecha encontrando a mi mujer totalmente dormida, me acerco a ella dándole un pequeño beso en sus labios.

 

Salgo de la cama sintiendo el frío del piso bajo mis pies, pero sigo caminando hacia la puerta, antes de girar el pomo me detengo… El recuerdo de ella sigue presente en mi cabeza,aunque nunca la ame su recuerdo estará en mi mente toda la vida ya que haber jugado con ella hace que mi conciencia no esté en paz.

 

Resoplo. El pasado tiene que quedar atrás.

 

Por fin me decido abrir la puerta y salgo de la habitación, el pasillo se encuentra muy oscuro, pero sigo caminando hasta las escaleras, los bajo y me dirijo a la cocina. Necesito tomar agua.

 

Con el vaso entre mis manos me acerco a la ventana más cercana y observo el exterior, aún está oscuro así que deduzco que es de madrugada.

 

Todas las noches vengo aquí, creo que ya es una costumbre venir a la cocina, tomar agua y estar frente a la ventana recordando todos mis problemas. 

Abrumado masajeo mi frente con mi mano libre al recordar la charla con mi padre; soy el alfa, pero aun debo obedecer a mi padre.

 

No quiero buscar a mi compañera, con Alicia me siento feliz y completo, pero también debo de pensar en mi manada, tengo que dejarles un sucesor y solo con mi compañera destinada podría procrear.

 

Se que suena absurdo, pero en nuestra naturaleza así son las cosas, nos regimos por las leyes de la Diosa Luna y ella así lo dictamino. No pretendo cuestionar sus designios aunque no comprendo por qué debemos de amar a alguien que se supone es nuestra pareja de vida aun sin conocer esa persona.

 

Compañera.

 

Siempre que pienso en ella una corriente eléctrica pasa por mi cuerpo, pero esta vez no fue así, desde el día del ataque de los vampiros me he sentido vacío. Hace semanas de lo ocurrido y aún recuerdo el dolor en mi pecho, los susurros extraños de Alicia que lograron desaparecer el dolor, aunque ella jura no saber de lo que hablo y por alguna razón yo le creo.

 

Escucho pasos acercándose, por el olor sé que es Alicia, segundos después aparece en la entrada, dejo el vaso en la encimera y camino hacia ella envolviendo mis brazos en la pequeña cintura de mi mujer.

 

—¿Qué haces despierta?

 

Arruga un poco su nariz. Sonrió.

 

—Eso mismo debería preguntar yo. No te sentí en la cama entonces decidí buscarte. ¿Por qué estás despierto? Todavía no amanece.

 

Miro directamente a sus ojos y decido no contarle lo que soñé.

 

—No puedo dormir porque pienso en mi hermano, — Es una verdad a medias porque desde que su compañera murió no he dejado de pensar en él.




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