La concubina favorita

01

Estiré con suavidad mis brazos y solté un leve suspiro, al abrir mis ojos pude observar un techo que se me hacía familiar. Levanté mi dorso de la cama y observé todo mi alrededor; una habitación mediana de colores opacos, una pequeña estantería con unos cuantos libros y algunos dibujos en las paredes.

Mi boca se entreabrió por causa del asombro y mis labios soltaron un leve ruido. Esta era la habitación que tenía cuando era joven, de repente vinieron a mi mente fragmentos de mi otra vida y recordé todo lo que había acontecido.

¡Había sido envenenada!

Confié ciegamente en las otras concubinas y por eso terminó mi vida, recuerdo que desde el primer momento había sido favorecida por el Emperador pero, estaba tan consumida en su amor que ignoré todas las señales de peligro.

¡Me siento tan tonta!

Estampé mi puño cerrado contra la cama como reacción y solté un pequeño suspiro. Debería estar feliz pero es una mezcla de sentimientos que se revuelven en mi corazón, estoy tan enojada por mis actitudes imprudentes pero a la vez sé que debo sentirme alegre.

Tengo una nueva oportunidad y eso es lo importante, pienso que tendría que cambiar algunas cosas para evitar el terrible destino que me espera. Tendría que cambiar ciertas cosas que mi antiguo amor amaba de mí para así evitar su excesivo aprecio.

Estaba tan absorte en mis pensamientos que de repente mi cuerpo tembló al escuchar ruidos provenientes de la puerta.

—Hija, soy yo —escuché una voz masculina, que pude reconocer como mi padre.

—Está bien, puedes entrar.

Traté de calmarme y de seguro mi rostro expresaba serenidad justo ahora. La puerta fue abierta, pude observar la imagen de mi padre al entrar, él me observó fijamente y se acercó a mí.

Su rostro sin duda era hermoso, no mostraba cansancio, todavía no había marcas notables en él y su cabello tenía un color puro. Podía suponer que había regresado varios años atrás de mi vida anterior. Le regalé una sonrisa y él posó sus labios levemente en mi frente, para luego tomar asiento en mi cama.

Noté que estaba actuando más cariñoso de lo normal y recordé aquel momento, él entró en mi habitación para hablar ciertas cosas conmigo un día antes de irme al Palacio Imperial.

—¿Qué día es hoy? —mi rostro cambió de repente y podía entender el ceño fruncido de mi padre al decir aquello.

Desde luego que en aquellos días estaba tan emocionada que siempre le recordaba los días que faltaban para el gran día, era extraño que un día al otro ya no supiera ni que comí ayer.

—Anne, ¿te sientes bien? Hoy es el gran día —imitó la voz que solía usar, fruncí el ceño como reacción.

—¿Hoy veré al Emperador?

—Exacto y debes prepararte. Te veré después —volvió a besar mi frente como una muestra de cariño y salió por esa puerta, se pudo escuchar a lo lejos algunas palabras de su parte.

—No sé que le sucede, no está en sus sentidos.

—Debe ser la emoción —respondió otra voz.

La melodía de su voz era suave y calmada, la reconocí como mi nodriza. Pude ver su imagen ingresando a mi habitación, su cabello estaba recogido en un delicado rodete y su mirada se posó de inmediato hacia mí.

—Señorita, Anne. Muy pronto abandonara su hogar —su voz cambió a una melancólica.

Después de todo ella me cuidó desde que tengo uso de razón, solía ayudar a mi madre en ciertas cosas, ya que en ocasiones estaba ocupada con asuntos de la capital.

—Nodriza, tendré a todos ustedes en mi mente y corazón, de eso no debe tener duda —le regalé una sonrisa.

Sentí unos ciertos toques en mi cabello, su mano acarició con suavidad mi cabeza. Recuerdo que mi papá duró bastante tiempo hablando conmigo que cuando terminó de instruirme, ella entró rápido a mi habitación para prepararme. Esto sin duda tuvo un cambio bastante notorio, eso hizo que sonriera con más ánimos.

—Tan dulce como siempre, las demás preparan su baño —me avisó para así ayudarme con mi ropa.

Lo pensé seriamente, tenía en mente un cambio que hacerle a mi cabello. Este era de un color castaño claro con ondulaciones en las puntas, recuerdo bien las palabras del Emperador.

"Amo el color de tu cabello, es hermoso"

Está bien. Casia, ¿puedo pedirte algo?

Ella dejó el toque de su mano y me miró expectante, seguro se preguntaba qué ocurría en mi cabeza en estos momentos.

—Claro, trataré de ayudar a la señorita Anne.

Solté un pequeño suspiro y esperé que ella pudiera ayudarme, quería hacer esto sin que padre se enterara.

—Quiero tener el pelo negro —dije en un susurro, pude notar su cara asombrada.

—Señorita Anne, pero sí su cabello es hermoso —su voz denotaba preocupación.

Mordí levemente mis labios y la miré con cierto cariño, tenía que actuar como una pequeña enamorada, con esto sabía que me saldría con la mía.

—Lo sé, pero escuché que el Emperador ama a las pelinegras y solo deseo gustarle —expresé con cierta tristeza.

Su cara se ablandó y una sonrisa se formó en sus labios, en estos momentos debería pensar que sigo siendo una niña adorable.

—Si así lo desea la señorita no tengo porque negarme.

—¡Gracias, Casia! Pero padre no puede enterarse de esto, él ama mi cabello castaño.

Ella asintió y enredó mi cuerpo una vez levantada de mi cama, lo cubrió en una tela de color crema que llegaba a tapar mis rodillas. Nos dirigimos al baño y entré en la bañera, dejando que mi espalda reposara en ella.

—Tráiganme enebro —pidió mi nodriza, supongo que lo utilizaría para tintar mi cabello.

Dejé que los músculos de mi cuerpo se relajaran mientras tenía los ojos cerrados, muy pronto empezaría el tratamiento de mi cabello y algunos cambios en mí.

Pasaron algunos minutos y mi cabello se terminaba de secar, luego de bañarme empezaron a vestirme con un vestido con pliegues suaves que llegaban a tapar mis brazos, veía mi reflejo en el espejo y me veía diferente. El color de mi cabello hacía resaltar la palidez de mi rostro, mis labios se notaban más rosados y la mirada más atrayente.




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