La constelación de Gabriel.

Prólogo.

Su nombre le estremecía, le hacía sentir demasiado con tan pocas letras pronunciadas "Alyssa", quería gritar al mundo que tanto amaba las pecas que adornaban el pequeño rostro de la mujer que amaba; quería detenerla de lo que estaba a punto de hacer. La observó de nuevo, fijó su vista en las manos temblorosas que tomaban con fuerza las dos maletas que estaban recargadas en las baldosas de lo que en algún momento fue su departamento.

Ambos de frente, con el corazón temblando de miedo por lo que estaba a punto de romperse gracias a las mentiras con las que la relación había iniciado. El dolor era algo que bailaba en el ambiente, tan asfixiante y envolvente que Gabriel juraba lo haría vomitar en cualquier momento, pues su estómago se encontraba oprimido al igual que su pecho, le dolía el respirar.

— No te vayas, Ally —su voz salió apagada, sin ningún ápice de la alegría que usualmente adornaba su entonación cuando se trataba de hablar con ella—. Te puedo explicar todo, sólo no salgas de aquí.

Los ojos más verdes y preciosos que había visto en su vida se llenaron de lágrimas cuando dejó salir aquello, no pudo evitar avanzar hasta ella con la intención de rozar sus dedos contra la tersa piel de la pecosa mejilla, sin embargo, se vio frenado cuando Alyssa retrocedió un paso impidiendo el toque que él pretendía realizar. Y le dolió, le dolió saber que antes de que la verdad saliera a la luz, ella hubiese corrido para acelerar aquel roce de pieles con el único fin de sentir el cariño que él se había negado a brindarle en todo el tiempo de relación, por ello, no le sorprendió cuando las siguientes palabras salieron de la pequeña boca de Alyssa:— No puedo, y tampoco quiero.

— ¿Por qué?

— ¿Aún te atreves a preguntar? —reclamó con furia—. Eres tan cínico, Gabriel.

— Déjame explicarte, por favor —volvió a rogar, casi implorando que ella le dejara justificar todo el daño que le hizo—. Después de lo que te diga, serás libre de irte si así lo deseas.

— No te equivoques —lo interrumpió—, soy tan libre de irme, así escomo llegué a tu vida, y así me iré de ella; libre.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, por primera vez quiso llorar hasta quedarse dormido, juró que era un mal sueño, uno tormentoso generado por su sucia conciencia que lo quería obligar a que hablara con ella antes de que fuese tarde, no obstante, por más que le urgió despertar, no pudo. Porque no era un mal sueño, era la realidad, una muy dura en dónde ella se estaba alejando de manera definitiva de él, y no se iba a detener por nada; algo que en definitiva admirada, ella era la pura determinación en persona.

— No es como crees —susurró rindiendose ante la idea de ella dejándolo fuera de su vida—, o no como lo es ahora. En un principio si fuiste la venganza perfecta para cobrarme el abandono de Alessia, pero me enamoré, Ally, me enamoré de ti.

— No te creo, no cuando siempre me dijiste que no sería ella —lloró—, y ahora caigo en cuenta que no lo seré.

— Lo sé, y es mi culpa—reconoció arrodillándose frente a ella—, porque no te dije cuánto me gustaba que fueras tú, te no ella.

De su bolsillo derecho sacó una cajita de terciopelo negra, apoyado en una rodilla la mostró frente a ella como si se tratase de una ofrenda, estaba a punto de abrirla cuando Alyssa abrió los ojos y gritó «No, no lo quiero» antes de empujarlo hasta hacerlo caer de espaldas en las baldosas blancas que cubrían el suelo y ella echarse a correr, dejándolo como debió de haber permanecido cuando la primera Jones lo dejó: solo.

Reconoció entonces que él siempre las alejó, ellas eran libres, ambas. Eran tan libres que el no encajaba en su concepto de libertad porque con las dos llegó por la razón equivocada. Por primera vez sintió que el blanco que inundaba las paredes del recibidor lo estaban asfixiando, se levantó de golpe para salir también de aquel lugar y correr detrás del amor de su vida. Solo para encontrarse que ella estaba subiendo en un taxi y huyendo con lágrimas en los ojos.

— ¡Alyssa, te amo!

Solo escuchó como ella ordenó al chófer acelerar para salir de ahí. Viendo como aquel taxi amarillo se llevaba a la constelación de su cielo, tal vez, para siempre.



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En el texto hay: perdon, romance, venganza

Editado: 20.12.2021

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