La danza de las estrellas

Prólogo

- ¡Maldición! ¡Cuidado con los proyectiles! - Gritó Xenes, al observar como uno de los suyos, un dragón de tamaño mediano y con escamas de tonalidades azules y verdosas, caía envuelto en una llamarada azul, impactando en el oscuro océano sin posibilidad de rescate. Su corazón, acelerado por la adrenalina, le pedía rescatar a su amigo, pero debía actuar con claridad. Era el líder del escuadrón; otras tres vidas dependían de sus decisiones y pensamiento crítico.

«Lo siento, Larim.» Fue lo único que pensó antes de enfocar su vista al frente y buscar un lugar seguro para aterrizar. No se les había preparado para combatir con todas las mochilas y bolsas encima, y lanzarlas al mar no era una opción. Para su suerte, la segunda ráfaga de proyectiles estalló en el aire, creando luces blancas y permitiendo ver detalles antes ocultos por la oscuridad.

- ¡Xenes! Veo una cueva en el acantilado… Debemos actuar rápido. - Interrumpió Quirame, una dragona de tamaño respetable, con escamas blancas acompañadas de degradados azules, siendo su vientre predominantemente azul claro, casi reflejante, del mismo tono que sus pupilas y garras. En su rostro se veía el pesar de la pérdida, pero aún así, la supervivencia era primero.

El tiempo se agotaba. Cada segundo más y más proyectiles mágicos se acercaban al escuadrón, aunque ahora al estar alertas, lograban esquivar sin mucha dificultad, su entrenamiento era básico, pero su destreza y agilidad era innegables.

Entre la lluvia de disparos y una que otra llamarada propia de los dragones, lograron abrirse paso entre las rocas afiladas del acantilado, hasta aterrizar en el interior de la cueva, lo suficiente grande para albergar al grupo y permitir la reorganización.

A pesar de la calma, el más pequeño del grupo, un dragón enano de tonos blancos y amarillentos rompió en llanto. - L-larim, y-yo vi cuando fue impactado por el proyectil… Y-y, no pude hacer nada… - Balbuceó, estaba en shock, con su mirada perdida en sus patas delanteras, que no dejaban de temblar.

- Hena, concetrate. - Quirame lo interrumpió, con un tono serio y frío. - Ya está entre las estrellas, no podemos hacer más. -

- P-podemos abortar la misión, e-esto es un… - Hena hablaba desde su temor.

Xenes siseó, tomándose una pausa para decidir. La desesperanza era palpable en el ambiente, más que un compañero, habían perdido a un amigo en aquella exploración, sin embargo, ya estaban ahí, debían investigar sobre la trampa y las criaturas.

- No podemos regresar ahora. - El dragón de tonos beige y café oscuro se giró al grupo. - Esto es nuevo, y debemos averiguar sobre esas criaturas, o al menos, vengar a Larim.

- Estoy de acuerdo con Xenes, si nos retiramos, sería esperar nuestra muerte en la próxima expedición. - Quirame justificó.

- E-es algo nuevo. - Hena, ya algo tranquilizado, sacaba un pergamino de su mochila, dejándolo caer sobre el frío suelo de la cueva, aún era incapaz de sujetar cosas por el temblor y la impresión. - Nos enfrentamos a algo desconocido… Algo que los otros dos escuadrones no encontraron.

- O eso creemos. - Xenes, como el líder del grupo bendecido por las estrellas, pisaba el borde inferior del pergamino para acercarlo y leerlo con más detalle. - Del segundo escuadrón no regresó nadie, ¿Y si fueron sorprendidos por la misma trampa?

- Solo hay una manera de saberlo. - Aseguró Drame, el dragón de escamas negras que observaba al grupo desde la parte trasera de la cueva y último en hablar. Su voz grave y la falta de apego a los miembros del grupo le reconocían. - Preguntarles en la comodidad de la tribu, con ayuda del chamán como enlace entre la realidad de estrellas y la nuestra.

- ¿Incluso en momentos así mantienes tu sarcasmo? - Xenes esbozó una pequeña sonrisa. - Tal vez seamos incapaces de pedir ayuda a la tribu, pero tenemos la protección de alguien superior.

Con las mochilas formando una pila de cuero en un rincón, el líder sacó una gema perlada de tonalidades rosadas, con forma esférica. Brillaba con una luz que recordaba a las estrellas en la noche, resplandeciendo con destellos ocasionales. Hermosa a la vista, como una estrella en miniatura, al alcance del dragón.

- ¿Ya tan rápido vas a usar tu juguete? - Preguntó Drame, sentado sobre algunas rocas sobresalientes en la cueva. - Al menos no te enviaron indefenso.

- Quirame se queda a cargo mientras me comunico con Azrim, ¿Entendido? Dudo que esas cosas puedan llegar a esta cueva, pero sean vigilantes. - El dragón beige se sentó frente a la entrada, abrazando la gema con ambas patas.

Percibía la brisa en su rostro, era una noche fría, las estrellas iluminaban el cielo, en su eterna lucha de oscuridad y luz, Xenes llamó una vez más a su estrella guardiana, quien le escogió como su bendecido y le ayudaría en los momentos más difíciles.
Levantó la mirada, una estrella rosa entre miles, brillaba con mayor intensidad, e incluso en sus pupilas se observaba el reflejo de la misma. De repente, una luz cegadora envolvió todo, seguido de un silencio absoluto.

Aquel dragón, dió algunos pasos a ciegas, guiándose por el sutil sonido de un llanto femenino, hasta recuperar la visión. Ante él, se encontraba una dragona de aspecto angelical, con escamas rosas, iguales al brillo de la estrella, acompañada de halos y lazos luminosos que adornaban la mayor parte de su cuerpo. Su rostro, con el detalle de 4 ojos que irradiaban el mismo brillo de los halos, se encontraba lleno de lágrimas. Observaba a Xenes con pesar.

- Azrim, protectora, requiero su bendición una vez más. - El ahora pequeño dragón comparado con la entidad dracónica rendía homenaje y respeto al bajar la cabeza y la mayor parte de su cuerpo.

- Temo que mi bendición no será suficiente. - Exclamó Azrim, incluso su voz era exótica, siendo la combinación de, al menos, otras tres voces femeninas que resonaron al unísono. - Están enfrentando algo completamente distinto, la luz no podrá protegerlos como antaño.



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En el texto hay: dragon, estrellas, aventura

Editado: 13.03.2025

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