Caibidil (II)

"El tiempo lo cura todo", aún te recuerdo...

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LIDISETTE

Todos con el mismo maldito uniforme, con sus falsas sonrisas y sus emblemas. Mi vestido es blanco y plateado; a cada mujer se nos asignó un vestido de acuerdo a los colores de nuestras HEKS a cargo. Es lindo, hace que mis ojos amarillos resalten. Mi pelo blanco llega a los hombros justo donde el vestido comienza, y se ve mi tatuaje en el brazo derecho con el símbolo de la casa de mi madre.

No se nos permite acercarnos durante la ceremonia, así que debemos estar en posición por cualquier amenaza. Mi primo me asignó jefa de su guardia, así que mi vestido está lleno de cuchillos y dagas escondidas.

La Raina Madrirh es gloriosa; ella es la HEKS a cargo de las demás. Ingresa al salón con la capa que las demás usan, negra con destellos naranjas. El Aldorath está a su lado; todos quedamos impactados con su brillo y las inscripciones en el lenguaje extinto de los 5 grandes fundadores. Desde mi punto de vista, logro distinguir a los líderes alrededor de la mesa donde la HEKS coloca el libro sagrado y empieza a sumergirse en un fuego tan fuerte que nunca antes vi. Apenas distingo al líder de la casa Ligthsall; veo los destellos de su cabello negro que emana destellos hipnotizantes. Mi primo se interpone en mi campo visual, y no logro verle la cara.

Escucho a la Raina Madrith comenzar a decir el juramento, y los líderes lo repiten:

"-Ante el rugido de los lobos, la rapidez del vampiro, el canto de los mares, los susurros de los demonios y el vuelo de los Ángeles, juro lealtad al sagrado libro ancestral y deposito mi sangre para protegerlo y a ambos mundos junto a él-", terminan.

La Raina les entrega una daga a cada una para que sellen el pacto en el libro y luego toman una copa de vino y brindan. El fuego se apaga, y junto a él se desvanece el libro y la Reina de las HEKS. Las demás encienden las velas de todo el salón, y nos llevan a las familias a una extensa mesa con un banquete exquisito. Estoy a punto de servirme cuando...

"-Se ve que tienes hambre, Mac tíre beag-", una voz que no reconozco se escucha tras de mí, y se sienta a mi lado. ¿Qué querrá decir con esas palabras?

"-Con que tú eres Edmund-", anticipo por su arrogancia.

"-Veo que te tomaste el tiempo de investigarme-", dice.

"-Y yo veo que los rumores eran ciertos; eres igual a tu padre-", digo con sarcasmo.

"-¿A qué te refieres?-" Me mira.

Me acerco y le susurro:

"-Un imbécil con aires de puta grandeza, angelito-".

Y me alejo. Él queda asombrado. A su lado se sienta mi primo y su prometida:

"-¿El idiota te molesta, prima? Suele ser más irritante que los vampiros incluso-", como si Edmund no existiese, asiento.

Me invade una sensación extraña, oscura. Miro a los ojos de mi primo; algo malo se aproxima.

"-No puedo ser tan insufrible, Lord Scane-", interrumpe mis pensamientos y nos sirve vino. Se para en su asiento y alza la voz para que todos en el salón se giren a verlo.

"-Por el futuro y las dinastías-", hace un brindis. Escucho las copas chocando unas entre otras y una música armoniosa al fondo tocando, pero también un zumbido. Algo está mal; mis sentidos nunca se han equivocado.

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Lock y Edmund continúan hablando durante un rato, y parecen llevarse bien, lo cual es raro. Sin embargo, esa sensación oscura no se disipa como lo hacía con mamá... Y lo más extraño es que el ángel de ojos azules a mi lado tiene algo que ver; esos ojos me desconciertan...

¡AHHHH! Un grito, pero no cualquier grito. Mi prima Sylver yace en el suelo junto a Lock. Muerto. La copa en su mano, sus ojos sangrando, su boca llena de un líquido negro.

Miro a Sylver, y ella solo tiene ojos para un ángel. Lo mira con odio y venganza, con dolor y furia.

"-¡TÚ!-", exclamo, señalando a Edmund. "-Lo envenenaste, a mi rey, a mi primo. Alguien será comida de lobos esta noche, pequeño idiota.-" Escupo a sus pies y me transformo en loba, lista para atacar a Edmund Lightsall.