La Dinastía de las sombras

Caibidil (V)

"Un dia a la vez, una vida a la vez" - De nuevo ese susurro, de nuevo El......
 

Lidisette

-En la oscuridad brillamos, en las discordias nos perdemos, pero en la sabiduría resaltaremos...- leí.

La nota era clara, pero ¿a qué se refería? Edmund sacó la nota de mis manos.-¿Por qué no la leíste completa? -me reclamó.-¡Porque puedo hacerlo sola!-Bien, si es lo que quieres... seré feliz admirando tu fracaso.

Burla, siempre burla... ¿solo eso sabía hacer? ¿Brillar en la oscuridad... magia?, ¿fuego?, ¿luciérnagas?

-La clave no está ahí, Mac Tíre.-Deja de llamarme así, hazlo tú si eres tan listo -dije con sarcasmo.Se levantó y se acercó a mí, tan cerca que logré distinguir su respiración. Se acercó más y sentí su aliento en mi cuello... lo miré a los ojos y él me miró también, diciendo:-La sabiduría... solo se encuentra en los libros -susurró tan despacio, pero la cercanía me permitió escuchar su voz. Tomó el libro detrás de mí y se alejó. Lo hacía intencionalmente, ¡es un maldito idiota!

Comenzó a buscar entre las páginas... un brillo iluminó su rostro de la nada y leyó palabras dispersas que brillaban formando otro acertijo:-Patas inmóviles, Piedra Rocosa... -frunció el ceño.-¿Qué carajos significa? -pregunté.-Vamos, Mac Tíre, ¿no lo sabes? ¿nada de nada? Es simple... para alguien con un poco de estudio...-¡No me llames así! -apreté mis puños con fuerza e ira- No, no sé qué significa, y si eres tan listo, resuélvelo solo, así podemos largarnos -grité.-Porque claramente necesito tu ayuda para resolverlo, pero pareces más interesada en demostrarme lo poco que sabes que en ayudar -expresó sonriendo estúpidamente.

Logré darme cuenta de un segundo a otro - No tienes ni idea tú tampoco, ángel sabelotodo.No respondió... se sentó en la silla y apoyó su brazo sobre la mesa. Es increíble cómo se dio por vencido tan fácil... solía pensar que la única cualidad de los ángeles era ser persistentes y no rendirse, ahora logro darme cuenta que ni eso pueden hacerlo.

-Deja de hacer eso, Mac Tíre.-¿Hacer qué? ¡Y no me llames así, idiota! -Ya hartaba que lo hiciera y aún más me molestaba que no entendiera qué era o a qué se refería.-Juzgarme en tu mente.-¿Cómo... cómo lo su- Me interrumpió.-Lo veo en tus ojos, cada vez que me miras y no dices nada, tu ceño se frunce como si me despreciaras en silencio con cada palabra que pasa por tu mente -Eso fue... sorprendente, guardé silencio... ¿era tan evidente?Mis ojos se desviaron al suelo y ahí estaba. Edmund estaba por hablar, pero lo interrumpí -Shh, ¡muévete!-¿Quién crees que...?-¡Que te calles y te muevas y ven a mi lado ahora! -demandé.-Bien -dijo quejándose en murmullos, pero se apuró y se puso a mi lado- ¿Encontraste algo o es una excusa para estar cerca mío?

Lo miré fulminándolo y él sonrió con orgullo -Ni en tus sueños, idiota... mira el suelo, mira las sombras, es un...

-...Patrón -completó por mí.Se pegó más a mí y observó; su rostro se iluminó cuando las sombras formaban una flecha hacia una de las paredes.

-Parece que no eres tan tonta como pensé, Mac Tíre -me susurró al oído.Reprimí una sonrisa de victoria. Lo empujé con el codo y le di justo en el estómago; se retorció un poco -Nunca subestimes a una loba -le mostré los dientes y giré hacia donde apuntaba la flecha.Una piedra que parecía poder sacarse con facilidad dejando un hueco y un cofre en él, tallado en madera con una frase en su superficie:El reflejo de la oscuridad, la oscuridad reflejada, si quieren salir uno guiará y salvará al otro.Al abrir el cofre había un espejo... mierda... también una nota debajo de él: enfrenten el miedo de uno y vivan juntos... o mueran. Sabía exactamente lo que era.

-¿Qué es? -dijo Edmund. 

-Un Skarnys -dije- Papá me contaba historias de objetos mágicos cuando era niña, y algunos eran poderosos, se usaban siglos atrás. El espejo refleja tu miedo, tu mayor temor, incluso si tú no lo conoces... No puedes salir de tu temor solo; alguien debe guiarte para superarlo y, de ser necesario, luchar a tu lado. Así el espejo te concederá lo que le pidas -concluí.

-¿Y si no lo logras?

-Como dice la nota... pues te mueres.

-Bien, perfecto y fácil. Te miras en el reflejo, te ayudo a salir y pides que nos larguemos de aquí, Mac Tíre.

-Oh no, no, no y no, tú te mirarás en el espejo.

-Pero no le temo a nada.

-Créeme, todos le tememos a algo, aunque no lo sepamos.

-Bien, si insistes tanto... -Edmund tomó el espejo y se miró. Sus ojos se perdieron y se tornaron blancos. Traté de hablar con él, pero no reaccionaba; ya estaba adentro del espejo... Así que tomé su mano y miré el espejo...

De repente, el mundo alrededor se desvaneció, y nos encontramos en un lugar oscuro, solo iluminado por una luz tenue que emanaba del propio espejo. Edmund parecía estar en trance, su cuerpo rígido y su mirada vacía. A su alrededor, sombras danzaban, formando figuras que parecían susurrar temores olvidados.

-Edmund, ¿puedes oírme? -pregunté, aunque sabía que no recibiría respuesta.
 

Un segundo después, el mundo se envolvió en sombras, y entre ellas distinguí la figura de un niño pequeño, sollozando tristemente en un rincón. Su lamento resonaba en mis oídos, atravesando mi alma con una tristeza palpable. Me miró con ojos llenos de dolor y desesperación, y gritó -VETE-, lanzándose hacia mí. Pero en lugar de chocar conmigo, me atravesó como si fuera una sombra, dejándome estupefacta.

Me di la vuelta y el niño ya no estaba allí. En su lugar, un joven reía junto a otros dos en una sala rocosa, iluminada por mil antorchas. Era un amplio comedor, con el imponente escudo de la dinastía Lightsall destacando en la pared.

Escuché murmullos a mi alrededor. "Es igual a su madre, está loco", susurró una joven. Otro señaló hacia un rincón oscuro y dijo con pesar -Tarde o temprano, perderá la cabeza-.

Entonces, una voz surgió detrás de mí. Era el niño, pero ahora unos años mayor. Me acerqué con cautela, observando sus facciones, sus ojos, su cabello. Comprendí que era Edmund... ¿qué lo atormentaba tanto?




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