La Dinastía de las sombras

Caibidil (VII)

-Pequeña loba, rueda conmigo... acercate...quieres conocer la verdad?- Un susurro escalofriante en la oscuridad

-Quien eres?- 

-Hora de despertar mi pequeña loba...te vere pronto..

⥷ ⭃

Lidisette

Claro, aquí tienes el capítulo corregido con algunos detalles añadidos:

-Hora de despertar, Mac tíre!- Edmund me tiró agua en la cara y me desperté de golpe.

-No me llames así y no deberías desperdiciar el agua, imbécil.

-Entonces, deja de hablar dormida y déjame descansar.

-Yo no estaba dormida!- Protesté.

-Claro que sí, ¿qué soñabas?

-Nada, solo pesadillas- Mentira, ni siquiera sabía qué eran, solo sabía que no confiaba lo suficiente como para contárselas, y no sabía si alguna vez lo haría.

-Bien, levántate, llevamos 2 días caminando, nos quedan 3, y ya comienzo a perder la paciencia contigo- Agarró sus cuchillos y comenzó a caminar. Traté de seguirle el paso.-Apuesto a que soñabas conmigo, suelo ser un ángel en los sueños de otras personas- dijo sarcásticamente.

-Eso quisieras, y en tal caso no sería un sueño, sería una maldita pesadilla.

-Ambos sabemos que soy irresistible, Mac tíre.

-Sí, sí, lo que tú digas, y deja de llamarme así.

-No quiero, ahora deja de hablar... debería haber una cabaña una hora hacia el sur, así que camina más rápido.

-Es posible que intentes ser menos odioso?

-Lo dice quien no ha parado de hablar hace dos días sobre que las cosas serían mejores si estuviera sola y sus mil razones- Estaba irritado y cansado, pero no me importaba.

-Al pequeño ángel le molesta?- Me burlé, y él se detuvo en seco, dio media vuelta y comenzó a acercarse lentamente.

-Quieres saber qué me molesta, Mac tíre?,-Se acercó más y más, haciéndome retroceder contra un árbol y Él- Tú me molestas, me molestas tanto que ... -Podía sentir su respiración sobre mi rostro, y no podía apartar la vista de sus labios. Miró sobre mi hombro - La cabaña...-

-Ya sé a dónde tenemos que ir, Edmund-

-No, loba tonta, la cabaña detrás tuyo-

Se alejó y me di vuelta; la cabaña estaba detrás mío, había alguien ya que por la chimenea se veía el humo saliendo por arriba en abundancia...Nos escondimos rápidamente entre los arbustos al ver a un niño saliendo de la cabaña junto con una mujer pelirroja en un vestido simple con tonos verdes. Su rostro pasó de una sonrisa a una mirada de seriedad y nos miró fijamente aunque estuviéramos escondidos. Ella llamó al niño y le susurró algo; el niño se acercó a nosotros -Los estábamos esperando- Tomó nuestras manos y ambos nos miramos sin saber si era una trampa, pero accedimos y nos dejamos arrastrar hasta la mujer. Después de todo, por algo la cabaña estaba en el mapa.

Edmund se adelantó a hablar.

-Saludos, madame, somos...-

-Lord Lightsall y Lady Scane- lo interrumpió- Lo sé. Permítanme invitarlos a pasar. Hay comida y ropa cómoda para pasar la noche.

Con desconfianza, accedimos a seguirla al interior de su casa. Al ingresar, la mesa ya estaba servida, cuatro platos, tres copas de vino. El niño nos invitó a sentarnos, y una vez los cuatro estábamos ahí, él miró a su madre, y ella hizo un gesto de aprobación para empezar a comer. Ni el ángel ni yo comimos hasta que la mujer diera el primer mordisco y lo mismo con el vino.

-¿Cómo nos conocen?- Pregunté.

-Mi destino y rol ya estaban escritos- Respondió.

-¿Y cuál es ese rol?-

-Esperar... - una pausa para beber-.. esperarlos, mejor dicho. Mi primer papel es darles una herramienta- Nos extendió unos pequeños palos negros.

-¿Esto se supone que es..?-Mire a Edmund con confusión, y él me devolvió la misma mirada.

-Ya van a entender. Ambos son de ustedes, no deben cederlos a nadie por nada del mundo. Servirán en su lucha contra los Zors- explicó.

-Gracias?- dijo Edmund.

Dio una pequeña carcajada -Creánme, servirá- continuó con una voz pacífica y serena - Vayan a la izquierda y suban las escaleras, hay una habitación con

ropa y un baño, descansen.

El niño nos extendió mantas - Para que no pasen frío, mis savamis -

-Mis savamis?- Repetí confusa.

-Aun no, hijo- dijo la mujer cuando el niño estaba por contestar.

Edmund y yo subimos sin indagar; por la cara de la mujer, era obvio que no nos respondería. Al entrar, la chimenea ya estaba encendida, y la ropa estaba en dos sillas. Había una puerta a la derecha de la habitación con un pequeño baño y una cama... una sola otra vez... y sobre las mesas de luz, unos aparatos mundanos, raros.

-Los he investigado antes, son celulares- explicó Edmund con superioridad- Son para comunicarse a larga distancia. Supongo que nos enseñará a usarlos.

Odiaba que siempre supiera todo; se creía perfecto, superior por saber pequeños detalles inservibles. Y encima creía que con sus ojos celestes y su pelo oscuro podía...

-Deja de hacer eso- lo miré confundida hasta que recordé- deja de juzgarme en tu cabeza. Lo que quieras decirme, dímelo en la puta cara.

-Lo haré cuando dejes de llamarme mac tíre-

El gruñó pero accedió - Bien jugado....- con una leve sonrisa añadió- ..Mac tíre.

Puse los ojos en blanco, era insufrible.

-Me voy a duchar, hagamos turnos para dormir. No sé si confiar en la mujer pelirroja aún- expliqué.

-La veo bastante agradable y creo confiar un poco en ella- Mentira, yo no confiaba, pero no me gustaba estar de acuerdo con el ángel- Pero si eso quieres, bien.

Asintió y él entró a ducharse... Me recosté en la cama; había una sola, así que él debería adaptarse al suelo. Desde la ventana entraba un pequeño reflejo de la luz de la luna. El tiempo pasaba rápido... No sabía si lo lograríamos. Me perdí en mis pensamientos un buen rato.

-Todo va a estar bien..- Salí de ellos; se había vuelto un experto en sacarme de mi cabeza. Al girar, estaba con solo unos pantalones, quedé embobada mirando su pecho liso y su abdomen... Vaya, se ejercitaba bien. Se puso una camisa sin abrochársela que dejó la mujer- Puedes dejar de mirarme cuando quieras, Mac tíre- Mierda, aparté la mirada instantáneamente.




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