-El destino es una palabra con muchos significados.. nadie puede decir con certeza lo que es o si? - La misma voz oscura que aun rondaba en mis sueños
-Alguna vez me diras quien eres?- Exigi saber sin mostrar miedo
-El destino lo dira mi pequeña loba- Un golpe se sintio detras de mi y me gire
-Hija, no tengo ...- su voz se escuchaba lejana como si ya no le quedarann fuerzas- ....tiempo, no debes a confiar en E.....
-Mama? pero en quien..? En Edmund?- Llame gritando MAMA en la oscuridad pero no habia respuesta, aun asi segui intenandolo
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Lidisette
Desperté sudada y seguramente aterrada. Edmund no se encontraba en la habitación donde nos habíamos quedado durante el día para trazar un camino seguro. Yo decidí descansar mientras él salió a explorar la zona. No sé cuántas horas dormí, pero habíamos llegado por la mañana y, por la posición del sol, ya era de tarde.
Me vestí apresuradamente y bajé al minibar del hotel. Un hombre joven, rubio y de ojos marrones, se me acercó y me invitó un trago.
-Interesante cabello -me dijo.
-Gracias, supongo.
-¿Qué hace una joven tan bella, tan sola? -No sabía si era prudente coquetear en medio de una misión, pero estaba aburrida y necesitaba entretenerme con algo, así que le seguí el juego.
-Nadie se ha propuesto hacerme compañía hasta ahora... -Dije, levantando mi copa para brindar.
-Dr. Carl Rhee, un placer. -Sonrió mientras sus ojos recorrían mi cuerpo antes de beber.
-Yo... -dudé-, me llamo Mac, Mac Tyrin. -Él arqueó una ceja.
-Hermoso nombre para una hermosa mujer. -Puso una mano sobre mi pierna y no me moví-. Tal vez quieras ir arriba a alg...
Edmund apareció, luciendo furioso, o al menos eso me pareció.
-Esposa querida, te estaba buscando -dijo, dándome un beso suave en la mejilla, muy cerca de los labios. Estaba atónita y confundida-. ¿Y él es...?
Iba a responder, pero Rhee se adelantó.
-Dr. Rhee, solo charlaba con su esposa, parecía un tanto... sola, pero se ve que está muy bien acompañada -me miró con deseo y un poco de picardía.
-Oh, créame, está muy acompañada, ¿o no, amor? -¿Amor? ¿Qué le pasaba? Mejor que tuviera una buena explicación. Asentí-. Bien, será mejor que subamos -dijo, agarrando mi brazo con fuerza. No me dio tiempo ni a despedirme; me arrastró hasta la habitación y cerró la puerta.
-¿Qué mierda te pasa, imbécil? ¿Estás celoso? -Cerró todas las cortinas de la habitación y comenzó a guardar nuestras cosas.
-Será mejor que nos vayamos ahora.
-Oh sí, por supuesto, mi dulce esposo -dije sarcásticamente. Se dio vuelta y se acercó.
-¿Sabes con quién hablabas o tus hormonas no distinguieron entre sexo y peligro? -No entendía, en serio no lo hacía.
-¿A qué te refieres?
-Era un puto cazador, Mac Tíre. -Mierda, mierda, mierda. Estaba jodida-. No sé si te habrá detectado, pero cuanto antes nos vayamos, mejor. Ya sé a dónde podemos ir, pero debe ser ahora. -Me limité a asentir.
Bajamos rápido por las escaleras, evitando que nos miraran y sin llamar la atención. Al salir, nos metimos por un callejón entre dos altos edificios grises. Distinguí a un hombre por el rabillo del ojo siguiéndonos. Edmund también lo notó. Al llegar al final del estrecho callejón, dos hombres más nos detuvieron justo enfrente y tres más salieron por los costados.
-¿Qué hace una pequeña loba tan lejos de sus territorios? -dijo uno de los hombres, mientras todos sacaban unas especies de ballestas.
Los cazadores nos miraban con mala cara, listos para disparar en cualquier momento. Eran cinco contra dos. Yo estaba en mi forma humana, sin mis habilidades de loba para ayudarme a salir de esto.
Edmund puede ser habilidoso, pero nuestra relación está más tensa que nunca. Cada palabra suya y cada gesto me recuerdan lo mucho que nos llevamos mal. La tensión entre nosotros es tan densa como el aire en este callejón.
Nos echamos un vistazo rápido. Sé que tenemos que hacer algo si queremos salir vivos de esta. Confío en que Edmund haga su parte, aunque no puedo evitar sentir cierto resentimiento hacia él. Aun así, en momentos como este, no tenemos más opción que trabajar juntos si queremos sobrevivir.
El tiempo parece ralentizarse mientras ellos se acercan, apuntándonos con sus ballestas. Mi mente está a mil por hora, buscando una salida y evitando recordar la muerte de mamá. Pero Edmund sigue a mi lado, firme como una roca, a pesar de que nuestra relación es todo menos estable.
En un abrir y cerrar de ojos, todo se vuelve un caos. Avanzan, disparando sus flechas hacia nosotros. Nos movemos con rapidez, esquivando los proyectiles como podemos. Aunque no nos llevamos bien, formamos un buen equipo. En un momento, distingo un leve quiebre en su círculo y rodeo a uno, cortándole el cuello con mi cuchillo. Edmund aprovecha el momento para lanzar una de sus dagas justo en el corazón de otro cazador. Éramos dos contra tres, frente a frente.
-¿Saben quién soy? -demandé, sin bajar la guardia.
-¿Crees que no sabríamos con quién nos metemos, maldita perra Scane? -Uno aprovechó para atacar a Edmund, pero él fue más rápido, esquivando la ballesta y haciéndolo tropezar con un golpe a sus pies. Clavó la daga en su cabeza y la sacó lentamente, dejando su alrededor lleno de sangre, al igual que el filo.
-Dos contra dos, esto será fácil -dijo Edmund.
Ambos se abalanzaron sobre nosotros. Yo esquivé a uno, y cuando trató de disparar con su ballesta, el filo de la flecha me rozó la mejilla, haciéndome sangrar solo un poco.
-Ahora sí, ya me enojé -me acerqué rápido antes de que pudiera recuperarse y lo golpeé en la cara, haciéndole sangrar la nariz. Puño tras puño, golpe tras golpe, ahora todo su rostro sangraba. Le quité la ballesta de las manos y le clavé una flecha en el pecho.
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Editado: 22.05.2024