Introducción

A través de la bruma helada de las estepas siberianas, hubo una época en la que se alzaba el clamor de los Devlianos, una estirpe de guerreros cuyo nombre resonaba como un trueno sobre las vastas extensiones del mundo. Su caballería, una fuerza imparable de miles de jinetes, manejaba el arco con una destreza tan letal que sus flechas oscurecían el cielo antes de perforar las filas enemigas. Para los hombres, la llegada de los Devlianos no era una batalla, sino una masacre. Eran la encarnación del caos, la destrucción personificada, y su paso por la Tierra dejaba una cicatriz de miedo y desolación.

Pero incluso el poder de los Devlianos tenía un límite. Sus dioses, hartos de la arrogancia y la destrucción que estos guerreros sembraban en el mundo y en la naturaleza misma, los maldijeron. Ya no serían los conquistadores del mundo, sino sus prisioneros, naciendo así los Devrigs o guerreros malditos. Condenados a la inmortalidad, se les concedió una eternidad para reflexionar sobre su pasado. Su castigo no era solo la vida eterna, sino la impotencia: porque estaban condenados a presenciar el ascenso y la caída de los imperios, y serían testigos de cómo la humanidad, la misma que habían aterrorizado, se destruía a sí misma, sin que pudieran hacer mucho para impedirlo.

Para ellos, la existencia se convirtió en una penitencia, un eco de sus antiguas vidas, pero ahora, después de milenios de silencio y olvido, un nuevo peligro acecha. Una facción de renegados, impulsada por un hambre de poder que solo ellos conocen, ha resurgido de las sombras para culminar la obra de devastación que ellos mismos comenzaron. La humanidad, con sus débiles defensas y sus conflictos internos, no tiene oportunidad alguna de sobrevivir a esta amenaza. Será esta la última batalla que tendrán que luchar los Devrigs, en los mismos términos que habían sepultado, y deberán decidir si su destino es presenciar la destrucción del mundo o convertirse en sus guardianes, enfrentándose a sus propios fantasmas y a los de una raza que una vez gobernó con puño de hierro y que ahora debe salvar al mundo que olvidó quiénes eran.