Año 157. 26 luna de Fjōrõa.
Algún lugar del espacio.
??? hrs.
Neutral White.
Los sonidos del metal contra el metal son lo único que se escucha a través del intercomunicador de la nave. Las luces titilantes del tablero de control parpadean a un ritmo alarmante, y el color de estas advierte de una amenaza inminente. La alarma de emergencia comienza a sonar.
-White, viejo, tenemos problemas.- La voz sarcástica de Gray me llama desde el intercomunicador.- ¿Si estás haciendo algo? Porque me parece que no haces lo suficiente.
Comienzo a teclear los comandos para restablecer el código del aparato y tratar de encontrar la falla en el cuerpo de la nave.
-Por supuesto que sí, aunque ayudaría dejar de escuchar tanto ruido para que pueda concentrarme- respondo con desgano.
Gray se sujeta de los relieves de una de las paredes para evitar seguir moviéndose y alza la cabeza para mirar a la pantalla.
-Te recuerdo que no soy el único aquí- responde con el ceño fruncido.
Violet aparece detrás suyo, flotando en el pequeño espacio de metal que los mantiene a salvo del exterior. Su capa ondea a su alrededor, como siempre, aunque esta vez hay algo diferente en su oscilación. Mueve las manos haciéndome señas y movimientos con los que me cuenta lo que ha sucedido en realidad.
-Miente- interrumpe Gray, sonrojado. La expresión seria de Violet no cambia en lo absoluto, y la imprudencia del chico hace que levante ligeramente una ceja.
-Ella nunca miente- le reprendo.- Mira, Gray, estoy haciendo lo que puedo, pero no es mi culpa que hayas abierto el portal e inestabilizado el centro de gravedad.
Una segunda alarma empieza a sonar repetidamente y con mayor intensidad. Los colores del tablero iluminan el interior de un brillante color rojo. Vuelvo a centrarme en el tablero para intentar neutralizar la falla.
-Uhm- mascullo cuando encuentro el problema.
-¿Qué sucede?- pregunta Gray.
-La falla en el sistema de gravedad puede que lleve un tiempo en sincronizarse correctamente con el resto de los sistemas, por lo que estarán varados un par de minutos- suspiro, las alarmas se apagan y todo regresa a la calma.
Gray mira a Violet con molestia, pero la chica sólo alza las cejas y se cruza de brazos.
-No creo que debas estar enojado-advierto.- Después de todo, fue tu error.
-¿Pero qué?- replica Gray.- Uno ya no puede divertirse con objetos robados porque se molestan con él.
-Bueno, es uno de los primeros vehículos espaciales de esta civilización- informo.- Hay que mantenerla intacta para que su análisis sea el más certero.
Gray bufa molesto, se suelta de la pared y comienza a vagar por la habitación con los brazos cruzados.- No entiendo la obsesión de Ilustración por mantener registro de toda la vida inteligente del espacio. Digo, ¿que no es eso mucho trabajo? ¿Dónde guardan tanta información?
-Excelente pregunta, Gray- admito. Antes de que pueda agregar algo más, la pantalla se apaga y todo queda en silencio.
Me recargo en mi silla con mucha pereza y recargo mis pies sobre el tablero de control de mi nave, apreciando mi reflejo en la superficie negra del gran monitor. Cabello blanco, piel pálida y ninguna expresión en el rostro. Como siempre.
-¿Van a morir?- pregunta una voz infantil tras de mi.
Red está sentada en el suelo, a mi lado, con un cuaderno sin tapas posado sobre sus piernas y un reguero de crayones esparcidos a su alrededor. Me mira con una enorme sonrisa. Ella es singular. Tiene la apariencia de tener 17 años, pero su mentalidad es similar a una niña de 6 años. Ríe por tonterías, berrea por capricho y casi siempre está dibujando. Las hojas de su cuaderno están repletas de ilustraciones de ella, de Gray y de una mancha oscura que aparece en cada esquina.
-En realidad, no- le respondo tranquilamente.
Ella se ríe, se pone de pie y le da la vuelta a mi silla para estar frente mío. Su cabello, rojizo y largo, está siempre mal amarrado en una coleta alta, de la que siempre escapan grandes mechones que se enredan entre ellos y se llenan de basura. Sus ojos tienen un intenso color azul, y su mirada da la sensación de que sabe algo que nadie más puede entender.
-¿Estás seguro?- inquiere con un tono de voz pesado, pero con una gran sonrisa en los labios.
-Estoy seguro- vuelvo a responder.
Red suspira y se sienta sobre mis piernas.- Esto no es justo, nunca puedo hacer que sonrías, o que te enojes o que llores.
Le acaricio la cabeza y le doy palmadas en la espalda.- Puedes seguir intentando, en verdad me gustaría poder hacerlo.
Ella vuelve a ponerse de pie, me mira con seriedad y luego se va corriendo. Su comportamiento también es impredecible, suele escabullirse por las habitaciones para intentar descubrir todos los rincones de esta, se esconde con frecuencia y por lo general no hace gran cosa además de dibujar y acosar a Gray.
Regreso mis pies al tablero, recargo mi cabeza en la silla y observo por la ventana, a mi izquierda, el inmenso espacio. La negrura de su infinidad y las cientos de estrellas que emiten luz a la distancia. En medio de ese paisaje de inmensidad, está la nave que debemos recoger y llevar a Neneari, la misma donde están Gray y Violet.
Observo a través de la ventana, intentando sentir la emoción de lo desconocido, la hermosura del espacio, la grandeza de la existencia. Pero sólo puedo ver la infinidad y su gigantesco abismo, sólo puedo saber que hay tantas cosas por descubrir y, en verdad, en ese paisaje no hay nada que pueda apreciar, nada que pueda amar.
Vacilando, cuestionado. De tantas posibilidades sólo hay una en la que no puedo sentir nada, y esa realidad es esta. Alegría, tristeza, miedo, enojo, preocupación, amor. Son sentimientos y emociones que nunca he experimentado. Pero la soledad me ha acompañado, junto a su enorme vacío, como si me hubieran robado algo muy importante.