La Anduirath/ Parte VI

Siguió avanzando.

Su curiosidad la impulsaba a recorrer cada rincón, pero con cada paso, la incomodidad seguía creciendo. Los pasillos se hacían más oscuros y claustrofóbicos, las luces parpadeaban con mayor frecuencia y, de vez en cuando, el sonido de mecanismos lejanos rompía el silencio. Y provocaba que sus sentidos se agudizaran al máximo.

Llegó a una encrucijada donde un corredor más amplio se extendía hacia lo que parecía ser una sala masiva. Desde su entrada, podía seguir viendo destellos de un azul eléctrico y estructuras metálicas que sobresalían del suelo como las raíces de un árbol lumínico. Decidió avanzar, pero apenas dio unos pasos, una voz fría y mecánica resonó desde las paredes:

"Acceso denegado. Intruso no humano detectado en el hangar."

El sonido la paralizó. La voz, aunque no la entendía, pues no era su idioma nativo, tenía una presencia autoritaria que la hizo retroceder. A lo lejos, una alarma comenzó a sonar. El tono era agudo y repetitivo, llenando el espacio con un eco inquietante.

Elvara miró a su alrededor, buscando el origen de la voz.

----¿Quién está ahí?---- Preguntó, aunque no esperaba respuesta.

Pero la voz, inentendible para ella, respondió:

"Acceso denegado. Intruso no humano detectado."

Elvara, se hecho para atrás, aunque no entendía el idioma de voz misteriosa, sentia que aquella voz no quería dejarla pasar. El sonido de la alarma se volvió más intenso, y luces rojas comenzaron a destellar en las paredes. Elvara desenvainó su espada, aunque sabía que no podía luchar contra algo que no veía. Dio un paso atrás, pero en ese momento, la alarma cesó de repente.

El silencio que quedó fue aún más perturbador que el ruido. Elvara permaneció inmóvil por unos instantes, sus ojos recorriendo cada rincón. Finalmente, decidió que no podía detenerse ahora.

“Esto es debió ser una advertencia… pero no pienso retroceder." Penso, mientras volvía a guardar su espada y continuaba avanzando hacia el hangar.

El hangar era enorme, mucho más grande de lo que imaginaba. Había estructuras que parecían soportes para las enormes criaturas aladas de metal que había visto en el exterior, aunque ahora estaban vacíos. Las paredes estaban cubiertas con símbolos que no entendía, y un leve brillo azul recorría las líneas que se entrelazaban como raíces vivientes.

Al intentar avanzar más hacia el centro, notó que había pasillos laterales que parecían bloquearse automáticamente al acercarse. Las puertas metálicas se cerraban con un golpe seco, y la misma voz inentendible a sus oídos repetía:

"Acceso denegado." En ese idioma extraño que no comprendía

Frustrada, intentó empujar una de las puertas, pero era como si estuviera sellada por una fuerza invisible.

----¿Quién eres? ¿Por qué no me dejas entrar?---- Inquirió en voz alta, sabiendo que no obtendría respuesta, pues al parecer la voz como ella no parecía comprender su idioma. Sin embargo, había algo en la forma en que la nave reaccionaba que la hacía sentir como si estuviera siendo observada constantemente.

Cuando se dio la vuelta para seguir explorando, algo en el suelo captó su atención. Era un dispositivo pequeño, redondo y metálico. Lo levantó con cuidado, notando que emitía un leve zumbido. Aunque no sabía lo que era, podía sentir que tenía algún propósito. Lo guardó en su bolsa, pensando que quizás podría descubrirlo más adelante.

Elvara continuó explorando. Llegó a una sala donde las paredes estaban cubiertas de paneles que emitían un leve brillo azul. Había más de aquellas figuras geométricas que parecían flotar en el aire, pero cuando intentó tocarlas, sus dedos pasaron a través de ellas. A su alrededor, más de esas “esferas” con contornos raros parecían girar lentamente, mostrando lo que parecían ser estrellas y rutas que conectaban puntos brillantes.

“¿Pero que clase de magia......?” se preguntó, fascinada y aterrada al mismo tiempo. Aunque no comprendía lo que veía, sentía que estaba frente a algo importante, algo que trascendía su entendimiento.

De pronto, el silencio fue interrumpido por un sonido metálico que venía de uno de los pasillos cercanos. Elvara se giró rápidamente, desenvainando su espada. Su mirada se clavó en la oscuridad, buscando el origen del ruido.

Entonces lo vio: una figura tambaleante emergía de las sombras. Su silueta era imponente, cubierta por una armadura negra similar a las que había visto antes, pero esta tenía marcas de batalla más pronunciadas. El resplandor azul que recorría las líneas de la armadura era tenue, como si la energía que la alimentaba estuviera agotándose.

Elvara dio un paso atrás, pero no bajó su espada. La figura se tambaleó hacia ella, apoyándose contra la pared. Había un sonido irregular, como un jadeo metálico que parecía provenir de su casco.

----¿Quién eres?---- Preguntó Elvara, aunque sabía que no recibiría una respuesta que pudiera entender.

La figura se detuvo, levantando lentamente una mano como si quisiera decir algo. Entonces cayó de rodillas, y Elvara pudo ver que su pecho estaba perforado por un enorme agujero, alrededor del cual las placas de la armadura estaban retorcidas y quemadas.

El guerrero, si es que eso era, intentó levantarse de nuevo, pero se desplomó completamente sobre el suelo. La espada que llevaba en la mano se soltó, emitiendo un leve zumbido al caer.

Elvara se acercó con cautela, aún apuntando con su espada. La figura no se movía. Se inclinó lo suficiente como para notar que, a pesar de su apariencia intimidante, aquella criatura parecía estar agonizando.

----¿Eres… el ser del cielo que mi padre mencionaba?---- murmuró, aunque sabía que no podía esperar una respuesta clara. Aparte que no sabía, si el individuo podía hablar su idioma.

Por un momento, pensó en retroceder. Pero había algo en esa figura, algo que despertaba una extraña mezcla de compasión y fascinación en ella. Guardó su espada, extendiendo una mano hacia el casco, como si intentara ayudarlo.