Reinhard observó a Elvara con expresión severa mientras ajustaba la coraza sobre su pecho, todavía manchada con sangre seca. A pesar de su semblante endurecido, la debilidad de sus movimientos traicionaba la gravedad de sus heridas.
----Antes de partir Elvara, necesito atención médica,---- dijo con firmeza, apoyándose ligeramente en la pared metálica. ----Si esos Sangre Oscura están vivos, estarán armados, y no pienso enfrentarlos en este estado.
Elvara lo miró con desconfianza.
----¿Estás seguro de que puedes siquiera caminar hasta la sala médica?
Reinhard esbozó una media sonrisa cargada de orgullo.
---- No será la primera vez que avanzo herido. Guíame hasta donde puedas, y yo te diré el camino.
Sin más, Elvara se colocó a su lado, pasando un brazo bajo el suyo para sostenerlo. Aunque él intentó no apoyarse demasiado, no podía ocultar que cada paso era un esfuerzo titánico.
Mientras avanzaban por los pasillos de aquella maquina, Elvara notó algo diferente. Las paredes metálicas, antes uniformes y opacas, ahora mostraban ligeras hendiduras que pulsaban con una tenue luz azulada, era extraño.
---- Espera,---- murmuró Elvara, deteniéndose en seco. -----Escuché algo.
Una voz metálica resonó desde los paneles cercanos.
"Acceso autorizado."
Elvara se giró hacia Reinhard, con los ojos abiertos de par en par.
---- ¿Siempre… siempre dice eso?
Él asintió sin sorpresa.
----La nave reconoce mi autorización. Tú solo escuchabas 'Acceso denegado' porque no estabas en sus registros. Ahora, con mi presencia, puedes entrar en sectores que antes te estaban bloqueados.
Las compuertas frente a ellos se deslizaron con un suave zumbido, revelando un pasillo que se extendía más allá de lo que los ojos de Elvara podían ver. Las luces automáticas se encendieron al paso de ambos, iluminando salas que ella nunca había explorado.
En una de esas salas, enormes proyecciones de esferas suspendidas en el aire llenaban el espacio, girando lentamente. A medida que caminaban, Elvara comenzó a distinguir detalles en las esferas. Eran mapas.
----Esto…---- Murmuró, deteniéndose frente a una proyección que le resultó alarmantemente familiar.
Era su mundo. Reconoció los continentes: Berethiel, Valnir y Arondyr. La proyección mostraba detalles precisos, incluso zonas que ni los mejores cartógrafos de su tiempo habían logrado mapear con exactitud.
----Valnir…---- Murmuró Elvara, acercándose más. ----Es el centro… el punto donde Oriente y Occidente colisionan.
Reinhard, aunque herido, notó su reacción y frunció el ceño.
----Los continentes que chocan de ese modo suelen ser puntos de concentración de energía magnética, metales y minerales exóticos. Esos lugares son peligrosos. Los habitantes pueden desarrollar habilidades extraordinarias, pero esa misma energía puede corromperlos. ¿Algo en particular te preocupa de esa región?
Elvara lo miró con seriedad.
----Valnir pertenece a alguien. A alguien maligno. Necroz Necrolithtyr… un elfo que se convirtió en una abominación tras consumir un cristal purpúreo que llamamos Crystal de energía maldita.
Reinhard frunció el ceño al escuchar ese nombre.
----¿Un Cristal Magenta? ---- Inquirió. ---- En muchos mundos, minerales similares al color magenta o purpureo se denominan Ioniorita."
----¿Ioniorita?---- Repitió Elvara, sorprendida. ----¿Es común?
----No tanto como quisieras,--- respondió Reinhard. ---Es un mineral peligroso, cargado de una energía capaz de otorgar a su portador un poder increíble. Pero nadie puede manejarlo sin pagar un precio. Si no se tiene cuidado, consume la mente, volviendo loco al usuario
Elvara asintió, recordando las leyendas de su pueblo.
"Bueno, según los mitos, Necroz no siempre fue así. Se decía que una vez fue un príncipe noble de un reino perdido, su nombre antiguo fue Valem. Se dice que viajó a Valnir para enfrentarse a un mal que descendió de los cielos en un barco de hierro y fuego. Fue allí donde tomó el cristal, con la esperanza de salvar su tierra. Pero algo salió terriblemente mal.
Reinhard murmuró algo por lo bajo, su expresión endureciéndose aún más.
----Si lo que dices es cierto, entonces Necroz probablemente se enfrentó a un Sangre Oscura o a otra amenaza intergaláctica,----explicó. ---Esas criaturas no se detienen hasta subyugar un mundo. Quizá ese príncipe tomó el cristal en un acto desesperado, sabiendo que podría destruir esa amenaza de golpe. Pero la Ioniorita… ese mineral no perdona. Solo muy pocos pueden resistir su corrupción.
Elvara sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. Las leyendas hablaban de Necroz como un villano, pero Reinhard le daba una perspectiva diferente, una que humanizaba al elfo caído.
----Entonces… ¿él realmente quiso salvarnos? ---- Preguntó en voz baja.
Reinhard asintió lentamente.
---- Es posible. Muchos héroes han caído en la desesperación enfrentándose a enemigos como los Sangre Oscura u otras amenazas. A veces, las mejores intenciones conducen a los peores destinos.
Elvara permaneció en silencio, reflexionando sobre lo que había escuchado. Finalmente, tomó aire ayudó a avanzar de nuevo a Reinhard.
----Entonces debemos llegar a la sala médica,----dijo con determinación. ---- Y después… a la galería de armas. Si vamos a enfrentarnos a lo que sea que venga, no pienso quedarme como una simple espectadora.
Reinhard la miró con algo que se parecía a la aprobación.
---- Es bueno saber que no temes lo que está por venir. Pero recuerda, cuanto más aprendas, más pesada será la carga.
Ambos avanzaron en silencio, mientras las puertas de la sala médica se abrían ante ellos con un suave zumbido. La batalla que los esperaba parecía distante, pero el eco de lo que habían descubierto seguía latente en sus mentes.