Epílogo: El Último Latido
La penumbra de las criptas de Drakkar era un refugio frágil y oscuro. El olor a sangre y fuego aún persistía en el aire, y las voces de la batalla retumbaban lejanas, pero amenazantes. Bella estaba arrodillada sobre Freya, quien yacía pálida y casi inmóvil, con la respiración débil y entrecortada.
Harek, el joven guerrero que custodiaba a las dos reinas, miraba nervioso hacia la enorme puerta de roble que resistía los embates de Zayna y sus guerreros. Cada golpe hacía temblar la madera y el aire, y el temor crecía con cada segundo.
—¿Cuánto le falta, su majestad? —preguntó Harek, con la voz tensa—. Esto no aguantará mucho más.
Bella, con lágrimas surcando su rostro manchado de sudor y sangre, apretaba los dientes mientras, con manos temblorosas, intentaba alcanzar el vientre de Freya para sacar al niño. Su cuerpo ardía de dolor, pero su corazón se rompía en mil pedazos.
—Aguanta, Freya… por favor… —susurró Bella entre sollozos—. No puedes irte ahora.
Los latidos de Freya se apagaban, la vida escapaba con cada segundo que pasaba. Y entonces, en un instante que pareció eterno, Bella logró alcanzar al bebé. Con delicadeza, extrajo al niño de entre la sangre y el sufrimiento.
El llanto del recién nacido llenó el espacio, una pequeña llama de vida en medio de la oscuridad.
Bella lo tomó entre sus brazos, sintiendo su calor y su fuerza. Con la daga de Freya, cortó el cordón umbilical, sus manos firmes a pesar del temblor.
Intentó elevar la mirada y pronunciar una oración, una plegaria para la madre que se apagaba.
—Por Freya… por la fuerza que nos dejó… —comenzó a decir con voz quebrada.
Pero Harek la interrumpió, sujetándola con firmeza.
—No hay tiempo —dijo con urgencia—. Tenemos que irnos.
Sin más, la arrastró hacia el pequeño barco que esperaba en el muelle oculto.
El rugido de la puerta cediendo ante la fuerza de Zayna resonó como un grito de guerra. Bella miró hacia atrás una última vez, vio a Zayna furiosa, observándola marchar, con al niño entre los brazos, y al joven guerrero que era ahora su única esperanza.
Remaron con desesperación mientras la sombra de la guerra caía sobre Drakkar.
El futuro pendía de un hilo, pero el llanto del niño era la promesa de una nueva era.
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Editado: 21.06.2025