La esclava favorita del rey

Prólogo

 

ADVERTENCIA: Esta historia tiene contenido sensible, es en una época antigua y para ese tiempo este tipo de situaciones era constante y común, se recomienda leer con discreción. RECUERDO QUE TODO ESTO ES FICCIÓN.

 

 

 

 

Capítulo 1 

 

 

Llamas de fuego ardiente.

 

En la época donde el sonido del crujir de los escarpes contra la tierra no cesaba y las canciones de guerra eran nuestro despertar, los ruidos de las espadas chocando y los jinetes cabalgando como en un camino directo a encontrarse con sus propias muertes, el deseo de libertad gritaba con una incesante fuerza desde la garganta de sus afligidos, el dolor de las madres cuando sus hijos eran arrebatados desde sus brazos, y los padres corriendo detrás de carrozas llenas de sus hijas secuestradas, llevadas en contra de su voluntad. 

Aquel tiempo fue muy oscuro para mí, apenas tenía ** años cuando fui raptada por los bárbaros del sur, un grupo de guerreros despiadados quienes atacaban sin piedad las aldeas pequeñas tomando lo poco de valor que podía existir en esos lugares, matando a los hombres que se oponían y llevándose a las mujeres como esclavas para ser vendidas. Aún recordaba los gritos de mi madre suplicando que no me raptaran y también aferraba en mi mente el dolor de ver a mi padre siendo colgado por los bárbaros asesinos. Las lágrimas eran mi pan día tras día, y la oración aferrada que no abandoné fue lo único que me acompañó en aquellas frías y largas noches de soledad, alojada en una celda a espera de ser vendida al mejor postor.

Junto conmigo, otras jovencitas más, fueron llevadas en cautiverio, la más pequeña tenía ** años, lloraba por su madre todo el tiempo y temíamos que los bárbaros la asesinaran por sus sollozos constantes, así que me vi en la obligación de hacer algo por esa niña. Lo único que se me pudo ocurrir, fue cantarle una canción que de bebé mi madre siempre utilizaba para arrullarme al tener una pesadilla. Acaricié su cabeza con ternura y ella dejó de llorar, de ese modo encontré la forma más acertada para que la pobre pequeña que clamaba por su madre, pudiera dormirse cada noche, hasta que una mañana ocurrió lo esperado por todas.

Celene, fue llevaba primero para ser vendida a una familia noble para la servidumbre, ella gritó y lloró, pero ninguna de nosotras pudo hacer nada. Solo observábamos con dolor a la distancia del pronto destino que también nos esperaba. Pocos días después, nos sacaron de la celda para ser trasladadas al mercado de esclavos, ahí una gran cantidad de personas nos miraban, unos con malicia y otros con desprecio, pero nadie tuvo un gesto de compasión hacia nosotras, entonces comprendí la realidad de mi triste destino, nadie nunca se iba a preocupar por mí, por eso debía hacer lo posible por sobrevivir y tratar de utilizar un momento apropiado para escapar.

Entre la multitud un hombre de buen temple y vestiduras finas se acercó y empezó a vernos analizando a cada una, el mercader encargado de la venta sonrió mostrándonos como mercancía, señalaba el buen estado del producto y mientras el elegante señor pasaba de chica en chica tomando sus manos y el rostro para revisar que no hubiera ningún defecto, solo se detuvo cuando llegó a mi lugar. Intentó tocarme el rostro, no obstante moví bruscamente, para evitar ese contacto. 

—Esta cuánto —interpeló el distinguido individuo y el mercader me analizó con los ojos cerrados a medias astas.

—30 monedas de plata —respondió el negociante y aquel señor de tan inexpresivo rostro no movió siquiera las cejas ante el costo, fui vendida al hombre que me hizo llevar a una carroza y en ese lugar me introdujeron con otro grupo de esclavas.

Sin tener conocimiento a dónde iría mi destino, solo cerré los ojos hasta que luego de tres días por fin llegamos al lugar que desde ese instante se iba a convertir mi muevo hogar.

Mis ojos se maravillaron ante aquel gran complejo, unas gigantescas murallas protegían el esplendoroso castillo resguardado tras ellas. Atadas de manos y pies fuimos guiadas hasta un espacio en el cual nos obligaron a tomar un baño, después una mujer de muy mal carácter nos llevó hasta un enorme espacio donde cada chica era examinada con detenimiento. Seguía sin poder comprender que sitio era ese, y temía dentro de mi corazón el hecho de que pudieran hacerme daño.

—Escuchen con mucha atención, ustedes deben olvidarse de su antigua vida, ahora son parte del harén del Rey Felipe Whist, sus cuerpos no son suyos, sino propiedad del Rey, cualquiera que cometa una falta será severamente castigada, no se permiten peleas, risas muy altas y tampoco toleraremos faltas de respeto, teniendo en cuenta cada una de estas reglas, esperemos no tener que recordármelas con un castigo —presentó la mujer mayor y de apariencia inflexible. Su aspecto físico y vestimenta, distinguía clase y posición en ese lugar, a su lado estaba una mujer más joven, la cual parecía menos experimentada, sin embargo, no dejaba de distinguir tener autoridad en ese lugar.

Impuestas las reglas, todas estábamos al tanto de como serían las cosas, por mi parte, pensar que ahora mi vida le pertenecía a un Rey, se tornaba complejo de comprender. No obstante, también sería difícil poder escapar de ese amurallado castillo vigilado por guardias dispuestos a asesinar al primero que intentara entrar o salir sin autorización.

La señorita Felicia, era la dama encargada del harén y le seguía Emilia, su mano derecha, ella nos enseñaría todo acerca del castillo y el harén, además de asuntos importantes como aprender a leer y escribir, entre otras actividades ya que muchas de las esclavas no sabían, pero afortunadamente, mi madre se encargó de educarme bien y desde niña me interesaba por la lectura, amaba los poemas y canciones melódicas, mi padre al ser carpintero hizo un hermoso violín en mi cumpleaños número ** y desde ese entonces me dediqué a tocarlo.




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