De entre todos los reinos conocidos ninguno llegó a alcanzar la gloria, reconocimiento y prosperidad del imperio Exousía gobernado por el rey Koryfí considerado por muchos como el hombre más poderoso que la humanidad haya podido concebir, de haber una sola persona en el mundo entero a quien otorgarle el título de “genio” ese debía ser Koryfí, prodigio entre prodigios, pudo lograr convertirse en rey y crear un imperio de la nada a pesar de sus orígenes humildes.
Nacido en la desolada tierra de Skoupídia de la cual no había salido más que decepciones y seres sin remarca alguna, era un lugar donde los habitantes no aspiraban a nada más que lograr seguir perpetuando sus patéticas y vacías existencias, carentes de propósito, ambiciones o razón de ser. Por esa razón fue rápidamente olvidada por el resto del mundo, jamás mencionada, como si fuera algo de lo que toda la humanidad estuviera avergonzada de estar relacionados con ellos.
Todo esto cambio cuando Koryfí nació, un rebelde por naturaleza, jamás escucho lo que los demás le decían, pero incluso en su infancia probó cuan capaz era de alzarse por encima de otros cuando logró organizar en un solo grupo a los infantes locales, no una hazaña menor, pero no tan impresionante si se considera que los habitantes de Skoupídia eran unos simple-tones pasivos que nunca hacían nada para defenderse o respetarse a ellos mismos. Esto los hacia un objetivo aburrido para el pobre genio de Koryfí, cuyo poder y reputación no hizo más que crecer con el tiempo, llegando a usar a los vecinos de su barrio como peones para hacer su voluntad, con esa habilidad para atraer gente a su lado por todos los medios necesarios logró incluso someter al líder de los bandidos locales, ganándose el favor del pueblo, lo que aumentó aún más su popularidad.
Estas hazañas le concedieron el honor de obtener una audiencia con el rey de Skoupídia, el noble Víta, al cual destronó exitosamente después de poner al pueblo en su contra, junto a su guardia real, apuntando a su incompetencia por no lograr eliminar el problema de la inseguridad causada por los bandidos que acosaban el reino desde hacía ya 20 años.
Así fue como Koryfí consiguió su primera victoria verdadera, pero eso no lo satisfizo por mucho tiempo, en su sed de poder y salir de aquel lamentable reino de idiotas decidió invadir otras naciones. Una locura según muchos pues el poderío militar de skoupidia era casi nulo, pero gracias al ingenio de Koryfí, pudo analizar meticulosamente sus objetivos, creando las mejores estrategias para subyugar a varios reinos enemigos sin la necesidad de salpicar una sola gota de sangre.
Debeló la corrupción del reino de Prodosía gobernado por el Rey Vlax, el cual había derivado la mayoría de materia prima de su reino a reinos extranjeros y trajo a grandes grupos militares extranjeros para ejercer más control sobre Prodosía, siendo el rey nada más que un mono que danzaba para sus maestros por unas monedas de oro. Cuando el pueblo se enteró, se sintieron traicionados, siendo que el rey les había mentido diciendo que las granjas no estaban produciendo suficiente grano y no había suficiente carne para todo el reino cuando la mayor producción del mismo era carne y grano. Enfurecidos por la traición los pueblerinos se alzaron contra el rey con la ayuda de Koryfí destronando a Vlax y a sus soldados extranjeros. Con el apoyo del pueblo, Koryfí se proclamó como nuevo gobernante de Prodosía cumpliendo su sueño de salir de Skoupidia el cual anexo a su nuevo reino acercándose un paso más a su campaña por el poder absoluto.
Su siguiente objetivo fue la teocracia del dios sordo, mudo y ciego conocido como Akéfalos, cuyos seguidores cayeron fácilmente una vez que el pueblo se entero de que la iglesia estaba usando las ofrendas de oro y comida, que debían ser ofrendas para Dios, en realidad eran aprovechadas por el cuerpo clerical de la iglesia para complacer sus deseos banales. Deseos que deberían suprimir si estuvieran siguiendo la doctrina que tanto pregonaban. El escándalo creado por aquellas deshonrosas noticias provocó el destierro de los clérigos herejes dejando vía libre a Koryfí para que se plantase como el nuevo gobernante, prometiendo darle al reino de Akéfalos el respeto e integridad que se merece.
De esta forma el héroe y libertador Koryfí fue capaz de amasar un gran ejército el cual utilizó para derrocar a Themelio la legendaria ciudad-estado, a las tribus unificadas de Limós, la monarquía de Aiónica, además de la nueva formada república de Kléftis. Pero su verdadero objetivo finalmente se había revelado ante él cuando se le fue declarada la guerra por el imperio más grande y poderoso del momento, el imperio Theótita, gobernado por aquel que ocupaba el lugar en la cúspide de la humanidad.
La campaña fue larga y difícil, extendiéndose por 12 tortuosos días, siendo las fuerzas enfrentadas de setenta y ocho mil soldados en el lado de Koryfí y ciento veintidós mil por parte del imperio con bajas de veintiocho mil soldados contra veinticuatro mil bajas de los respectivos reinos en los primeros días. A pesar de que la ventaja numérica yacía con el imperio Theótita, el genio estratégico de Koryfi le permitió anticipar y flanquear a su rival, provocándole grandes bajas en los subsecuentes días de la contienda y en el ultimo día, habiendo eliminado a ochenta y tres mil trescientos treinta y cuatro soldados del ejército imperial y habiendo anexado una significativa porción de los prisioneros de guerra al ejercito (alrededor de catorce mil ciento sesenta y siete) el ejercito de Koryfi pudo traspasar las murallas del imperio con una fuerza de treinta y cuatro mil ciento sesenta y siete soldados contra los treinta mil cuatrocientos noventa y nueve del imperio.
Sin embargo, antes de que las tropas enemigas pudieran hacer algo, en la confusión del momento Koryfí creó una distracción, utilizando un señuelo acompañado de una pequeña escolta para confundir al enemigo, mientras él se escabullía en el palacio, que para su sorpresa se hallaba completamente indefenso. Al principio Koryfí creyó que el rey había huido pero aunque así fuera, la mayoría de sus guardias se deberían de haber quedado en el palacio a defenderlo, pero al llegar al cuarto del trono todo tuvo sentido.