Lía
Estar nuevamente en la presencia de Azazel me provocaba sentimientos ambiguos, por un lado, era un alivio estar bajo su mirada y su protección, por otro, sabía que acababa de perder mi libertad, pero este era un sacrificio que estaba dispuesta a hacer en favor de mi bebé que no dejaba de moverse dentro de mí como si bailara.
— Quítate la ropa — ordenó.
Había llegado la hora de la verdad, él lo sabía y quería asegurarse. Yo obedecí y comencé a desabrochar el mono que llevaba, pero entonces tuve miedo y le di la espalda. ¿Qué pasaría cuando me viera? Seguramente estaría feliz de que finalmente tendría descendencia. Pero yo me veía gorda, ya no era la que había sido su amante y...
— Voltéate.
Obedecí y pronto quedé desnuda y temblorosa frente a él. Sus ojos no dejaban de estudiarme y no solo observaba mi vientre, sus ojos vagaban por todo mi cuerpo, mis pechos habían crecido y se sentían pesados, mis caderas ahora eran más anchas...
Azazel cerró el espacio que nos separaba y tomó mi rostro entre sus manos.
— ¿Me has extrañado, Lía?
Mi respiración se agitó y las lágrimas saltaron de mis ojos incontenibles.
— Sí — admití con voz ahogada.
— Yo también te he extrañado — articuló apoyando su frente contra la mía. — Ha sido difícil encontrarte, no puedo más que agradecer al destino que nos une, porque de otra forma quizá no te habría encontrado nunca.
La puerta se abrió y él me envolvió en sus brazos para cubrir mi desnudez.
— Azazel, me han dicho que la encontraste — era la voz de Iana. Pero al notar la situación hizo un breve silencio. — ¡Ay! No podías esperar un poco, eres un salvaje.
Ella salió y Azazel, se rio al soltarme. Se dirigió al armario y sacó de allí un hermoso vestido de color crema. Con el que cubrió mi cuerpo. Me veía linda, pero a la vez extraña. Me sentía desnuda, era la primera vez que llevaba una prenda con la que mi vientre era tan visible.
— Vamos, Iana debe examinarte.
Lo seguí, él no habló de mi hijo. Pero era evidente que había visto mi vientre y Uruk no paraba de moverse, como si quisiera llamar su atención. Entonces me detuve.
— ¿Qué pasa?
— ¿No me dirás nada? ¿No vas a hablar de mi bebé?
Él me miró profundamente y entonces levantándome me apretó contra la pared y me besó, fue un beso voraz y cargado de desesperación.
— No tienes idea de todas las emociones que estoy conteniendo — declaró soltándome, entonces noté que le costaba separarse de mí. — Después, cuando me asegure de que todo está perfecto, hablaremos.
Lo seguí hasta el laboratorio en el que trabajaba Iana. Recordaba muy bien su ubicación, pero ahora no sentía pesar al acercarme allí como cuando recién ellos me encontraron. Entramos en el lugar y allí estaba ella junto a Hactan.
— Por fin te dejas ver — me sonrió ella y pronto sus ojos abandonaron los míos para bajar hasta mi vientre. — Métete en la cápsula, veremos que esté todo bien.
Azazel me ayudó a subirme al cubículo que pronto se cerró sobre mí con una tapa de cristal. Pasaron solo unos minutos hasta que se volvió a abrir y pude salir.
— Todo es perfecto — volvió a hablar Iana.
— ¿Quieren ver al bebé? — preguntó Hactan.
— ¿Es posible? — indagué.
— Sí, vengan por aquí... — nos guio a través de los pasillos formados por mesas y equipos de estudio, hasta un rincón en el cual se veía un cubo de cristal, ubicado a la altura de la vista de Azazel.
El hombre tocó un borde del prisma y el niño apareció, tan claramente como si estuviera allí, mostraba incluso movimientos. No podía salir de mi asombro, jamás había visto un bebé, y mucho menos en el vientre, era hermoso, no tenía palabras para describir lo que sentía en ese momento, estaba perfectamente formado, tenía sus piernitas cruzadas y sus bracitos también.
— Es un niño.
— Uruk... — murmuré.
— ¿Uruk? — inquirió Azazel. — ¿Le pusiste un nombre?
— No... es decir, siento que ese es su nombre.
— Entonces, él te lo dijo — declaró Iana.
— Es algo común en nuestra especie que los niños se comuniquen con sus padres para darles su nombre.
— Vayamos a la habitación, estoy cansado — dijo Azazel.
— ¿Partiremos ahora mismo?
— No, su amiga vendrá a traerle cosas.
— ¿Puedo venir a verlo? — pregunté sin dejar de mirar a mi bebé y su pequeña carita.
— Cuando quieras.
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Azazel
Apenas cruzamos la puerta de mi recámara tomé a Lía en mis brazos para besarla, ella me respondió con las mismas ansias que yo sentía. Le quité su vestido de un tirón, para volver a tenerla desnuda frente a mí.
— ¿Me has extrañado?
— Muchísimo — declaró mientras yo bajaba con mis besos hacia sus hombros, transportándola al lecho.
Su cuerpo hermoso se había redondeado por causa del embarazo, era preciosa, femenina, suave, dulce y entregada, tal como recordaba. Acaricié sus pechos y la sentí dar un respingo, seguramente su estado la volvía mucho más sensible, por lo que, depositándola sobre el colchón, aminoré mis movimientos y me recosté junto a ella.
— Cuéntamelo todo — solicité masajeando suavemente su vientre abultado.
— ¿Todo?
— Todo sobre Uruk, cómo lo supiste, qué sentiste, todo lo que me perdí.
— Bueno, fue... la que se dio cuenta fue mi amiga Mirena, yo tenía malestares, pero no sabía nada de esto, puesto que nosotros no nacemos así. Ella me llevó con una comadrona y me confirmó que esperaba un hijo. Al principio, me asusté mucho, temía hacer algo mal, pero después vi que todo era muy natural y empecé a sentirlo, no en movimientos sino en mi alma, cuando sentí que se movía, sí que me asusté, creía que le pasaba algo — se rio. — Mirena varias veces me sugirió buscarte, pero tenía mucho miedo de encontrarme con los traficantes y que pudieran hacerle algo a mi bebé. Stardom dijo que yo valía mucho y...