La Esposa Equivocada

Un heredero

—¡Buenos días!

Paola saludó al hombre que ahora era su esposo entre comillas. Él levantó la mirada y la observó por unos segundos nada más, luego volvió a su celular.

—Voy a dejarte algo claro, Pamela —le dijo en un tono firme mientras la miraba fijamente—. Me casé contigo porque no tenía opciones, así que no me compliques las cosas. Amo a mi novia y eso no va a cambiar, así que acepta la realidad de las cosas.

—No me interesa nada de lo que tengas que decirme —respondió con una sonrisa—. Los dos, al parecer, estamos en la misma situación. ¿Crees que soy feliz viviendo con un idiota como tú? En realidad, no —habló con sarcasmo.

Leonard se quedó serio al escuchar las palabras de la chica. Era muy buena actuando. Cuando la conoció, ella le dijo que haría lo que fuera para enamorarlo, y ahora cambiaba su versión de los hechos. No parecía la misma mujer que conoció unos días atrás. De seguro se traía algo entre manos.

—Eres muy buena actriz, Pamela, felicidades. Mi abuelo se creyó todas tus falacias. Ten mucho cuidado con lo que dices.

—¿O qué? ¿Vas a golpearme? —le preguntó en tono burlón.

La actitud de su esposo, en realidad, le molestaba.

—¿Siempre eres tan insoportable, mujer?

Pamela estaba mostrando sus verdaderos colores, a su parecer. No podía creer que ella fuera tan atrevida como para hablarle de esa manera tan fría y cortante. Esa niña necesitaba mano dura, debía aprender a comportarse.

—¿Algo más que quiera decirme, señor King? Y para su información, siempre he sido así.

Esa mujer estaba empezando a irritarlo. Sería una piedra de tropiezo para él. Su matrimonio impedía que fuera feliz con Janet. Tenía que sabotear ese matrimonio y lograr que ella misma le pidiera el divorcio a su abuelo.

—Debes aprender a comportarte a la altura —la miró de pies a cabeza y frunció los labios—. Con esa falda pareces una anciana. Es realmente horrible. ¿No había algo más lindo en ese guardarropa?

—Vete al infierno —murmuró molesta.

Esa era la ropa que debía utilizar. Ahora decía que era ropa de anciana. ¿Acaso se estaba burlando de ella?

—Sí, tengo algo más que decirte. Lo olvidaba —Leonard le mostró una sonrisa coqueta—. En el contrato dice que tienes que darme un heredero en el lapso de dos años. ¿Al menos lo leíste antes de firmar, mi amor?

Paola se atragantó con el café y empezó a toser con fuerza. Eso tenía que ser una broma de mal gusto. Su tía era una maldita rata, no le había dicho esa parte tan importante.

—¿Es broma, verdad? —preguntó la chica asustada—. ¡¿Un heredero?! —exclamó.

Observó a Leonard levantarse de su asiento con una sonrisa seductora en el rostro. Le extendió el documento que tenía en sus manos. Ahí estaba la firma de su hermana. Esas dos eran unas desgraciadas.

Leyó con paciencia todo el documento, ya que era la primera vez que lo veía, y efectivamente decía que debía darle un heredero al hombre frente a ella. Después de eso, podían divorciarse si no eran felices.

—¿Qué te parece si empezamos en este momento, mi amada esposa? —le dijo de manera descarada mientras se remojaba los labios—. Creo que puedo quedarme en la casa por hoy.

—¡Estás loco! —respondió con la carita roja como un tomate.

Paola se levantó de la mesa y le dio una última mirada al hombre frente a ella. Su cabello era negro, ojos grises, tenía rasgos masculinos y un acento alemán muy pronunciado. No podía negar que el hombre era alto y muy guapo, pero también odioso y con el orgullo por los cielos. Eso realmente le molestaba.

Salió de la mansión y un chico que no conocía se le acercó. Vestía traje y corbata, muy elegante.

—Señora King, soy su chófer, Mario. Es un gusto trabajar para usted. ¿A dónde necesita que la lleve?

Preguntó el chico de manera amable. Al menos no tenía que caminar. Subió al auto y le mostró la dirección al chófer. Tenía una cita importante.

Tomó su celular y llamó a su tía. Le debía una explicación y rápido. El celular timbró un par de veces.

—¡Aló!

—Querida tía —murmuró por lo bajo.

—¿Qué quieres, Paola? Estoy muy ocupada en este momento.

—¿Por qué carajos no me dijiste nada sobre el heredero? ¿Qué crees que soy? —le gritó la chica furiosa—. ¿Estás loca o qué?

—Tranquila, ¿por qué te preocupas? Mira, solo tienes que darle un heredero, asegurarte de que se enamore de ti y obtendrás lo que te prometí. Además, piensa en tu madre. Creo que no tengo que recordarte el motivo por el cual estás allí.

La llamada se cortó. Paola sintió ese dolor punzante en su corazón. Su tía era peor que el diablo. Tenía que entregarse a su esposo. Eso iba a ser como una tortura, ya que ella no lo amaba.

Solo esperaba que su esfuerzo valiera la pena. Se tragó su enojo y siguió adelante. Su teléfono empezó a timbrar. Miró la pantalla. Era un mensaje de su hermana.

Pamela: "Recuerda que no puedes enamorarte de mi esposo. Solo eres una sustituta, la mujer que calentará su cama mientras yo no esté."

Sintió que su sangre hirvió en cólera. ¿Cómo era capaz de aprovecharse de ella de esa manera? Ni siquiera podía creer que esa mujer fuera su gemela. Físicamente eran idénticas, pero solo eso, ya que ella era tan mala como su tía.

El auto estacionó y ella salió. Trató de calmarse. Iba a conocer a su suegra. Respiró una y otra vez.

Caminó en dirección a la entrada. Un chico la atendió y la guió hasta una mesa algo apartada. Allí estaba una señora elegante.

—¡Hola, Pamela! Toma asiento, esto no tomará mucho tiempo.



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En el texto hay: romance, matrimonio falso, sustituta

Editado: 01.08.2025

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