Extra 1: Él de verdad quería que estuviera contigo.

Camila despertó en medio de una noche, no fue porque haya tenido una pesadilla o haya escuchado o sentido algo, solo despertó sin ninguna razón, entonces miró la ventana que estaba a su costado izquierdo, vio que el cielo aún estaba oscuro y salpicado de estrellas, y cuando sintió que su pecho se llenaba de inquietud, con la mano buscó en la oscuridad la presencia de alguien acostado junto a ella.

—¿Qué quieres? —preguntó Yanis, medio dormido, cuando sintió una mano apretando su brazo.

—Lucy —susurró Camila.

—¿Esa niña qué?

—… Mañana iré a verla.

Yanis se esforzó por abrir los ojos que todavía permanecían fuertemente cerrados—. ¿Qué? Pensé que tomaríamos mi día libre de mañana para comer en el restaurante que tanto me has molestado con visitar, no para hacerle una visita a tu querida Lucy.

—Por supuesto que iremos al restaurante —, se acercó un poco más a él y abrazó el brazo de Yanis—, pero tengo un mal presentimiento, necesito verla.

—… ¿No será que estás demasiado preocupada por ella? —preguntó mientras que con la mano que tenía libre se tallaba la cara para despertarse un poco más y luego soltó un bostezo—. Sé que… acaba de pasar el aniversario de la muerte del princesito y los demás, pero entre lo mucho que ella lloró cuando fuimos a visitar la tumba con todos, ella parecía estar bien.

Camila chasqueó la lengua y soltó el brazo de Yanis, entonces picó la cabeza de él con el dedo índice—. Pienso que tú deberías preocuparte más por ella, le debemos mucho a Lucy. En primera, ni siquiera estaríamos casados de no ser por ella, lo sabes, ¿verdad?

Yanis frunció el ceño y luego de un rato asintió con la cabeza.

—Sé que lo sabes. Tú te sentías demasiado culpable por haber sido incapaz de salvar a Massiel pese a lo mucho que te esforzaste —, tomó la mano izquierda de Yanis, donde se ubicaban 3 plumas negras en el dorso, y acarició esas plumas con su dedo pulgar—, ni siquiera podías verme a los ojos cuando despertaste en el hospital. Y yo no sabía qué hacer para que dejaras de alejarme y me permitieras hacerte sentir mejor.

 —Eso… es que, me enojaba un poco en que te empeñaras en fingir que estabas bien cuando sabía que estabas destrozada por dentro.

—Sí… traté de guardarme todo el dolor que podía, porque no me sentía con el derecho de llorar más que Lucy. Pero ella se acercó a hablar conmigo, y me creyó cuando le dije… que Massiel había ido a hablar conmigo la noche que murió para despedirse.

Yanis se giró para verla con sorpresa.

Ella sonrió—. Él me dijo que debía recibirte con una sonrisa, y que te dijera que tenías su permiso para que te casaras conmigo.

—Él… ¿dijo eso?

Ella asintió.

—… Lucía me dijo lo mismo —dijo arrugando las cejas—, quise creer en ella cuando dijo que casarme contigo habría hecho feliz al princesito, e incluso el mismo princesito me lo dijo antes de morir, pero tenía mis dudas. Él no paraba de decir que no tenía caso ayudarlo porque él iba a morir de forma inevitable, pero cuando comencé a poner más semillas sobre su mano, sus ojos brillaron, gritaban que quería vivir. Muchas veces me llegué a preguntar si al final no me pudo perdonar el no haberlo salvado, y se arrepintió de haber aceptado que nos casáramos.

Camila sujetó con más fuerza la mano de Yanis y se la llevó la boca para besarla—. Claro que no, él debió ver el corazón que te encargas de esconder detrás de tu gruesa capa de amargura.

Yanis se llevó su mano libre a la cara y soltó una pequeña risa de alivio—. Entonces… él de verdad quería que estuviera contigo…

—… ¿Estás llorando? —preguntó sorprendida.

Yanis no respondió.

—Wow, Massiel se habría conmovido mucho de saber que lloraste por él.

Yanis se dio la vuelta para darle la espalda—. Estás alucinando. Vuelve a dormirte.

Ella rio a lo bajo y pasó sus brazos por la cintura de su esposo para abrazarlo—. Después de todo, le tenías estima a Massiel, ¿verdad?

—… Bueno, siempre me hace reír cuando recuerdo que él creyó por medio año que tú eras un chico.