La Familia Dark: Oscuros Secretos (1)

Capítulo 8

La formación rocosa definitivamente tenía forma de nido de ave. La tierra de alrededor tenía forma de cuenco, y en su centro se encontraban tres grandes y blancas rocas en forma de huevo perfectamente lisas. Elliot había llegado poco después que nosotras, cargado con una gran bolsa de gimnasio, y acompañado de Nero, Michael y Winona. Al parecer no había nadie en casa, y los niños y sus habilidades podían llegar a ser útiles. Quinn llevaba casi una hora observando la plantación con unos prismáticos, y la noche había caído.

─ Mason se va, con la mayoría de sus matones ─ dijo de repente Quinn Dark todavía enganchada a sus prismáticos ─. La furgoneta roja y un par más de vehículos abandonan la zona. Solo dos vigilan. Uno junto el pequeño barracón, otro dando vueltas a la plantación.

─ ¿Cuál es el plan entonces? ─ preguntó Elliot.

─ Prepara las cizallas y seguirme ─ dijo ella convencida.

Miré a Elliot que suspiró profundamente y le dio una mano a Winona mientras que con la otra ya sujetaba las cizallas. La bolsa de gimnasio la llevaba colgando del hombro. Michael y Nero se me acercaron y se pegaron a mi de camino a la verja metálica. Elliot empezó a cortarla lentamente para abrir un hueco. Quinn aprovechó el momento para sacar los dos bidones de gasolina, pequeños y rojos, de la bolsa. Luego agarró su bate y lo hizo girar con destreza en su mano.

Elliot abrió un agujero lo suficientemente grande para entrar agachados. Quinn cogió la delantera.

─ Michael, ven ─ le dijo y ambos caminaron hacia el barracón mientras los demás entrabamos ─. Quiero que me acerques a ese hombre malo de allí ─ le dijo señalando al que vigilaba la barraca.

Michael no dijo una sola palabra, solo levantó su mano hacia él. Todavía no se había percatado de nuestra presencia, pero ahogó un gritó cuando Michael tiró de él a gran velocidad y voló hacia nosotros. Quinn tiró el bate hacia atrás, esperó y bateó con todas sus fuerzas a la cabeza del hombre que dio dos vueltas en el aire mientras caía de bruces cerca de la verja metálica.

Abrí los ojos como platos.

─ Buen combo ─ dijo Elliot orgulloso pasando por mi lado.

─ Vamos, a la barraca ─ dijo Quinn con el bate en el hombro y caminamos tras ella.

─ ¿Cuál es el plan? ─ preguntó de nuevo Elliot. Mientras Quinn echaba un vistazo por la ventana del pequeño barracón a oscuras y giraba el pomo de la puerta sin éxito.

─ Esta cerrado, pero no hay nadie ─ se limitó a decir ─. Winona, entra y abre desde dentro. Elliot, roba todo lo que encuentres en el interior. Dinero, información.

─ No necesitamos el dinero para nada ─ dijo él.

─ Se trata de joder lo máximo posible Elliot, no de ganar dinero. Nosotros no lo necesitamos, pero ellos lo echaran en falta. Roba todo lo que haya y espera con Winona en el agujero por el que hemos entrado, con la bolsa de gimnasio cargadita.

─ ¿Qué hago yo? ─ pregunté con curiosidad.

─ Ten ─ me entregó uno de los dos bidones de gasolina ─. Irás acompañada de Michael y Nero. Echa gasolina en esta primera mitad de la plantación, del barracón hacia donde esperará Elliot, no te adentres más. Yo haré el resto.

─ ¿Estás segura de esto? ─ pregunté.

─ Nunca he estado tan segura, Sookie White. Soy un maldito caos andante ahora mismo ─ dijo yéndose solo con el bate, el segundo bidón y el encendedor ─. Nos vemos en quince minutos en el nido de pájaro, cuando hayas rociado todo el bidón, ve con Elliot y os marcháis.

<<De acuerdo, estoy sola con un niño sin control y un gato parlante, con un bidón de gasolina a punto de incendiar una plantación de marihuana propiedad de un narco psicópata>>, pensé mientras me adentraba entre las hojas rodeada de oscuridad. Las plantas medían un poco más que yo, quizá eran de dos metros de altura, la altura de Logan aproximadamente. <<¿Qué podría salir mal?>>.

Empecé a rociar el contenido del rojo bidón y recordé lo poco que me gusta ese olor a medida que iba aligerando la carga.

─ Michael, espero que no cojas mal ejemplo de algunos de tus hermanos mayores ─ le dije ─. Esto está mal.

Nero soltó una carcajada.

─ Esta es quizá una de las cosas más suaves que Michael ha tenido que hacer. ¿Prender fuego a algo? Su día a día ─ contestó el gato.

─ Pues no es del todo correcto que digamos. Menos para un niño ultra poderoso. Debería conocer sus límites ─ me detuve para mirarlos a ambos. Tan pequeños, pero con tantos oscuros secretos.

─ Los Dark no tenemos límites ─ contestó Nero.

─ Deberíais. Como todo el mundo.

─ No seas muermo, Sookie. Ahora estás metida hasta dentro ─ dijo el gato ─. Quizá…

─ ¿Quién cojones sois vosotros? ─ dijo un hombre con un fusil con linterna a escasos metros de nosotros. Me quedé de piedra y solté lo que quedaba de gasolina al suelo, alzando las manos como si eso fuera a salvarme de algo ─ ¿Cómo habéis entrado? ¿Es…? ¿Es esto gasolina? ─ dijo olisqueando el aire.

─ Es… un malentendido ─ dije, aunque no tenía ni idea de lo que estaba diciendo.




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