La Familia Dark: Oscuros Secretos (1)

Capítulo 11

El puerto de la ciudad de Surmenia estaba a un nivel muy distinto al de la ciudad de Necrolis, quizá el terreno que ocupaba este era equivalente al tamaño de nuestro pequeño pueblo montañoso. Barcos de todo tipo iban y venían en los distintos muelles, unas grúas gigantescas descargaban contenedores metálicos de distintos colores y los apilaban en una zona llena de fábricas y polígonos industriales. Salir de ese sitio nos llevó casi media hora.

Las chicas no se habían molestado a contarles a los chicos lo sucedido durante la noche con Jake. Lo que había pasado en nuestra habitación lo supieron después de desembarcar. Por lo menos ellos parecían bastante más descansados. Yo empezaba a estar harta de que me pusieran las manos en el cuello o intentaran matarme de una u otra forma. Me costaba cada vez más dormir por las noches.

Tras salir del puerto encontramos la gran carretera principal que reseguía la costa, cerca de la playa por una de sus aceras, y repleto de edificios altos con todo tipo de comercios en el otro. Cerca de la playa encontramos un parque de atracciones de gran tamaño montado en la arena y en un muelle ancho y resistente sobre el mar. A esa hora de la mañana y ya había abierto. Michael y Winona se habían detenido a mirarlo con los ojos brillantes. El grupo entero se detuvo ante sus puertas y Quinn empezó a hablar.

─ Bien, vamos a hacer lo siguiente. Nos dividiremos.

─ Pero, ¿por dónde empezamos a buscar a esa gente? ─ preguntó Logan ─. Este sitio es inmenso.

─ Tengo una idea, pero por ahora no os preocupéis. Haremos lo siguiente ─ continuó Quinn ─. Elliot, Logan, Nero y yo buscaremos un hotel con habitaciones para todos, esconderemos las armas, y empezaremos con el plan. Mientras, el resto, tenéis una tarea mucho más simple y divertida.

─ ¿Y esa tarea es? ─ preguntó Penélope.

Quinn le lanzó un fajo de billetes de los que escondíamos junto a las armas, en la bolsa de gimnasio que ahora cargaba Logan.

─ Michael y Winona necesitan desahogarse. Los llevareis al parque. Desayunáis, subir a las atracciones que queráis, vuestra única tarea es disfrutar y mantenerlos entretenidos antes de que empiece la guerra que hemos venido a librar.

<<Puta, que ofertón>>, pensé. ¿Comer? ¿Subir a atracciones? ¿Disfrutar? Sonaba mucho más bien que meterme en otro tiroteo.

─ Alguien vendrá a buscaros llegado el momento, y os acompañará al hotel que hayamos encontrado ─ sentenció Quinn ─. Vámonos.

Se marcharon, aunque estaba segura de que Logan, Elliot y Nero disfrutarían del parque tanto como los niños. Incluso pude ver un poco de decepción y envidia en sus rostros.

Así que me giré, tras despedirme del resto, y me encontré con las caras de Penélope y Jeremy mirándome a la vez, y no pude evitar girar la cabeza e intentar no cruzar la mirada con ambos.

<<Dioses, ¿porqué tiemblo cuando los miro?>>. <<A los dos…>>. <<Cálmate, Sookie. No puedes colarte por ambos, son primos, sería raro>>. <<No puedes, ¿verdad?>>, pero mi voz razonable no recibía respuesta. <<¿Verdad?>>, insistió.

Cuando me di cuenta me había quedado sola mirando los adoquines con patrones irregulares del paseo de la playa. Mientras Penélope y Jeremy ya se dirigían con los niños a comprar las entradas para el parque.

Nos detuvimos en uno de los bares a tomar algo, y por fin pude hacerme un café en condiciones. Necesitaba distraerme, así que me compré unas tortitas de plátano con caramelo y nata, y algunas fresas y comí como si me fuera la vida.

Tras comer, Penélope se subió al tío vivo con los niños y me quedé con Jeremy, sentados en un banco.

─ ¿No te afectan tantas voces? ─ pregunté ─. ¿No sientes los pensamientos de toda la gente del parque?

─ En parte sí ─ respondió él ─. Me ocurre a ratos, pero aquí hay ruido exterior, de las atracciones, por ejemplo, que ahoga un poco el ruido interior de mi cabeza. Aunque estoy empezando a mejorar.

─ ¿A sí? ─ le pregunté mirándolo y me quedé absorta con mis ojos clavados en los suyos, repasándole uno y después el otro, y después el pelo y los labios…

<<Cálmate, Sookie… Cálmate>>.

─ He empezado a acostumbrarme a tu voz interior ─ dijo de repente ─. Aunque tus pensamientos a veces… son confusos.

<<Mierda, mierda, piensa en blanco. Piensa en las tortitas, en las tortitas de caramelo>>.

─ Como ahora, por ejemplo ─ dijo con una ceja enarcada ─. ¿Tortitas? ¿Sigues con hambre?

─ ¿Puedes escuchar siempre todo lo que estoy pensando? ─ pregunté aterrorizada.

─ No siempre, como he dicho, empiezo a acostumbrarme a tu voz. Eso significa que ya no la oigo tanto, como con mis hermanos u otros familiares. El volumen de tus pensamientos disminuye, y ya no me resulta un problema estar cerca de ti.

─ ¿Es un problema estar cerca de mí, Jeremy Dark? ─ pregunté con una ceja levantada.

─ No, no quería decir eso ─ empezó a ponerse nervioso ─. Yo…

─ Si te molesto o algo puedo marcharme ─ le dije acercándome un poco más a él ─. Puedo volver a Necrolis con el siguiente barco y quedarme en casa de mi madre, ir a la universidad y tener una vida normal alejada de los peligros que envuelven a los Dark.




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