La Familia Dark: Oscuros Secretos (1)

Capítulo 16

Entré en la estancia por la que había visto entrar a Jeremy instantes antes con el corazón latiendo con fuerza. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Era casualidad? Podría simplemente ser un apellido común. O no. ¿Y si también tenía habilidades sobrenaturales?

La habitación por la que me colé era una gran biblioteca, lujosa, de altos estantes color caoba con decorados de oro, y libros y más libros por todas partes. Al lado de mi puerta encontré una chimenea encendida con un crepitante fuego al lado de un par de cómodas butacas. La estancia tenía ventanas acristaladas a ambos lados, grandes ventanales con vistas al jardín. La altura era considerable teniendo en cuenta el elevado techo de la planta principal, pero unos arbustos cubrían el perímetro del edificio haciendo segura una posible huida desesperada.

Alcancé el final de la alargada habitación hasta encontrar un escritorio con una silla de cuero negra. En la mesa había papeles, un tintero con una pluma, y una fotografía familiar. Zachary Dark, la duquesa, felizmente casados con cuatro hijos de una edad un poco superior a la de Winona. ¿Cuatro hijos con apellido Dark? Saqué la fotografía del marco y la miré con detenimiento. Luego escuché las puertas abrirse y me escondí rápidamente debajo del escritorio guardando la fotografía en un bolsillo del gran vestido.

<<¿Dónde está Jeremy?>>, pensé. <<Ha entrado aquí dentro>>.

─ ¿Qué es tan importante que no pueda esperar a terminar la fiesta, Jacob? ─ preguntó la voz de la duquesa desde algún punto cercano a la chimenea.

La voz de un chico respondió temblorosa.

─ Señora tenemos graves noticias sobre lo sucedido ayer en el Katana.

─ ¿Ha aparecido ya Devon? ─ preguntó la duquesa mientras parecía estar removiendo las brasas del fuego.

─ Ha aparecido decapitado, señora. Todos sus secuaces han muerto o han sido detenidos por la policía. Al menos los que se encontraban en el restaurante ─ respondió el chico.

─ La policía no se dedica a decapitar personas, Jacob.

─ No señora, ya estaba así cuando lo encontraron. Y hay más…

─ ¿Qué más? ─ dijo soltando un sonoro suspiro ─. No estoy para más malas noticias.

─ Encontraron el cuerpo sin vida de Emery en el puerto, a pocos metros del restaurante. En un estado lamentable. Y no hay ni rastro de Jake.

─ ¿Me puedes decir entonces quién demonios ha utilizado las invitaciones de los gemelos esta noche?

─ ¿Señora? ─ preguntó el hombre.

─ Quien sea que los matara, está aquí, en la fiesta infiltrado. Corre la voz, ya. Avisa a mi marido.

─ Sí, señora ─. Jacob se marchó a toda prisa y la duquesa soltó otro suspiro mientras se tumbaba en una de las butacas ante el fuego.

<<¿Qué diablos hago ahora?>>. <<¿Debería escabullirme y avisar a Quinn de que nos buscan?>>.

Una sombra se movió cerca de mí y me tragué el corazón por un momento. Aguanté la respiración viendo como se acercaba silenciosa. Un par de ojos dorados asomaron en la esquina, rodeadas de pelo negro como el carbón.

─ ¡Nero! ─ susurré ─. ¿Qué haces aquí?

─ Me colé ─ respondió.

─ Ya lo saben, saben que estamos aquí ─ le dije ─. Nero el jefe… El jefe se apellida Dark.

─ ¡Bigotes! Eso es malo.

─ ¿Hay más Dark por el mundo? ─ pregunté.

─ Podría haberlos. Nuestro apellido se remonta a 500 años por lo menos. Habrá muchos descendientes repartidos por el mundo.

─ ¿Y si tiene habilidades? ─ pregunté.

─ Nosotros también las tenemos.

La butaca en la que reposaba la duquesa se arrastró ruidosamente, ella se había levantado.

─ ¿Quién eres tú? ─ preguntó ella amenazando con el atizador de la chimenea.

<<¡Jeremy!>>.

Asomé la cabeza hasta la nariz por encima del escritorio y Nero hizo lo mismo al subirse en mi hombro. Jeremy estaba de pie plantado a apenas dos metros de la duquesa y ambos andaban en círculos amenazantes. Jeremy iba desarmado, pero parecía confiado.

─ ¡Te he preguntado que quien eres! ─ gritó de nuevo la duquesa.

<<Van a oírla los guardias>>, pensé, aunque el ajetreo de fuera era ensordecedor. Después de los discursos la música y el ambiente se habían animado.

─ Hay demasiado ruido ─ contestó Jeremy como si la conversación no fuera con él. Como si la duquesa ni siquiera estuviera presente ─. He perdido mi ancla. He perdido a quien hace acallar las voces, y ahora se han desatado. No cesan, son ruidosas, cada vez hablan más alto, y hay muchas.

─ ¿De qué demonios estás hablando? ─ preguntó la duquesa ─. ¿De qué manicomio te has escapado chico?

─ Enterré a un hermano, le dieron una paliza a mi abuelo y dispararon a mi madre estando embarazada ─ le dijo de repente.

─ ¿Sois…?

─ Mi hermano pequeño ha perdido un ojo… Tengo… tengo motivos. ¡Callad! ¡Callad de una vez! ─ les gritó a sus voces interiores. Jeremy parecía intentar justificarse a sí mismo.




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