La hora de la reunión bendita llega y no puedo evitar sentir una mezcla de celos y preocupación. Ya le he dado un vistazo al informe a fin de usarlo para redactar mis propuestas y crea que estoy a tono, a la altura de lo que se está preparando. No me molesta fingir algo que no soy porque aquí mi objetivo es otro y es entrar en eso que a él tanto le importa, pero la elige a ella para esto. Y entiendo por qué lo hace: lo que dice este informe es brillante por mucho que me pese. ¿Así que de esto se trata una feria de libros y de cultura?
Siempre he tenido un poco de recelo hacia la inteligencia de Beverly, su capacidad para resolver problemas como si estuviera descifrando un crucigrama. Pero Ridge... Ridge es mío. Al menos, yo lo vi primero, ella no hace más que perder el tiempo al pretender agradarle.
—¿Vamos?
Una chica de gafas gruesas se aparece y le pregunta esto a mi hermana. Bueno, al menos no será un evento donde estén los dos solitos lo cual me hace respirar con algo de alivio.
Beverly se levanta de su escritorio, lista para enfrentarse a las autoridades estatales. Yo la observo, intentando decidir si debería darle algún consejo para que se arregle el pelo o se pueda dar un retoque de maquillaje, o bien dejarla valerse por sí misma. Opto por lo segundo. A veces, el amor fraternal tiene sus límites.
—Buena suerte, Beverly —le digo con una sonrisa que espero que no parezca demasiado falsa.
—Gracias, Malibu. Nos vemos luego—responde, y se va con Ridge quien las espera a ambas en el pasillo, saliendo de su despacho.
Miro cómo se alejan y no puedo evitar sentir una punzada de celos en el corazón.
La tarde transcurre con una lentitud desesperante. Trato de concentrarme en mis tareas, pero mi mente sigue volviendo a la reunión. ¿Qué estará pasando? ¿Estará Ridge impresionado con Beverly? ¿O estará lamentando su decisión de llevarla?
Se acerca Richard, el chico de contable que me había interesado antes, pero no le pongo mi mejor cara, tampoco me sirve a lo que estoy preparando así que opto por preguntarle a Gunter.
No está asesinado el teclado con los dedos como siempre sino que está ahora mismo en la pizarra común organizando post-its con apuntes.
—¿Te gustan los libros a ti?
—Ajá.
—¿Crees que un certamen de teatro sea buena idea? De libros de teatro y que el premio sea una obra que lo represente. Vi que se hizo algo así en Guadalajara hace unos años.
—Mmm.
—¿Más la publicación de las obras finalistas en un libro?
—Ajá.
—Bien.
Tomo apuntes.
—También vi sobre los canales de streaming que están teniendo auge. ¿Un canal de stream propio?
—Mmm.
—¿Un bloque en alguno que sea importante y ya tenga audiencia?
—Suena bien.
—Fabuloso.
Tomo nota.
Tengo todo y lo vuelco con mis ideas en el mejor esfuerzo que puedo hacer para un mail, lo cual me hace tomar el impulso de querer enviarle a Beverly para que lo revise, aunque no puedo hacerlo ya que sabrá que le he leído el informe ya que menciono “ideas” que ya había visto ahí como un certamen literario, al menos para que Ridge vea que estoy a tono con las expectativas.
Lo paso por un chat de inteligencia artificial que me arroja alternativas inconexas que no me agradan mucho y las paso de largo, apostando a mis propias capacidades y lo envío, echando luego un vistazo al otro con el del inventario que me terminó haciendo ella y que Ridge de seguro ni siquiera ha abierto en lo que va del día.
Resoplo, dolida por su indiferencia. O no, no es indiferente, en realidad está muy ocupado y lo entiendo.
De mi parte, el querer serle de colaboración es una causa muy noble.
Finalmente, llega el bendito momento de que Beverly regresa. Su expresión es de cansancio, pero también de una extraña satisfacción. La miro, intentando descifrar lo que ha sucedido.
—¿Y bien?—pregunto, con la misma curiosidad que un gato frente a una caja cerrada. Me acerco a ella enrulándome un mechón de cabello con los dedos.
—Ha sido... interesante. Creo que hemos hecho un buen progreso —responde, sin entrar en detalles mientras se frota los ojos.
—¿Ridge está contento?—pregunto, tratando de sonar casual—. Se lo ve especialmente interesado con esta oportunidad.
—Sí, lo está. Incluso me pidió que prepare una presentación para la próxima semana, haremos un certamen literario que pronto debe lanzar convocatoria—dice Beverly, con una sonrisa que no sé si interpretar como triunfante o simplemente aliviada.
Bueno, esto es una sorpresa. Ridge está contento con ella. Por un lado, me alegra que mi hermana no haya metido la pata. Por otro lado, esto significa que la competencia se ha intensificado, está llamando mucho su atención y me hace un poco de ruido eso, no me gusta en absoluto.
Mientras nos preparamos para salir, no puedo evitar sentir una mezcla de admiración y celos. Beverly siempre ha sido la más inteligente, la que resuelve problemas que me harían querer tirar mi computadora por la ventana. Pero a veces, ser demasiado inteligente puede ser un problema, la mayoría de las veces lo ha sido para ella, no puede ser que ahora todo le esté saliendo bien. ¿Me está dejando a mí en el lugar de la segundona? Eso nunca fue siquiera una opción en mis ideas, es idiota pensarlo, pero es como si durante mucho tiempo lo nuestro hubiera sido una suerte de competencia a ver quién resulta la más exitosa entre las dos y ahora que le tendí la mano, se me está trepando del brazo.
Salimos del edificio juntas y Beverly me lanza una mirada curiosa.
—¿Estás bien, Malibu?—pregunta, con una genuina preocupación que me desarma mientras estamos arriba del tren.
—Sí, estoy bien. Solo... pensando en cómo has cambiado las cosas hoy —respondo, intentando sonar como si de verdad estuviera feliz por ella—. Parece ser que te hubiera venido el empleo como anillo al dedo, hermanita. Le estás llamando la atención al jefe, te felicito.
#557 en Otros
#204 en Humor
#1579 en Novela romántica
#559 en Chick lit
hermanas enfrentadas por un hombre, jefe millonario, humor comedia amor
Editado: 19.07.2024