La Fea y la Bella

12. BEVERLY

Al regresar a la oficina, veo al pasar a Ridge en su despacho, revisando algunos documentos con una cara de concentración tan fuerte que no quiero sacarlo de cuadros con mis problemas así que decido que debo pensar cuál sería el momento adecuado para plantearle mi decisión reciente. Me dirijo hacia mi escritorio lista para presentarle mi propuesta de que mejor me asigne otra clase de tareas, tratando de alejarme de Malibu quien seguramente ha planeado ya su descargo y debo llegar antes que ella para que este asunto laboral no se convierta en un culebrón de hermanas llevado a la oficina.

No obstante, de repente, Ridge se acerca primero a mí tomándome completamente por sorpresa y me dice:

—Beverly, ¿tienes un momento? Me gustaría que me acompañes a almorzar hoy.

Mi corazón da un vuelco por la decepción tratando de suponer cómo fue que Malibu pudo haber hablado antes con él.

—Ridge—murmuro en un suspiro—, justamente de eso quería que hablemos.

—Bendita sea la coincidencia—. Me sonríe marcando esos hoyuelos irresistibles en sus mejillas que me derriten completamente—, porque necesitamos discutir algunos posibles proveedores para la feria y quiero hacerlo fuera de la oficina, en discreción, ya sabes…para evitar cualquier apariencia de favoritismo o suposición de oídos intrusos.

Mi corazón da un brinco. ¿Almorzar con Ridge? ¿Sin Malibu? ¡Es un milagro! Y parece ser que ella no le ha contado nada al respecto, de momento. Además, ¿de qué clase de oídos intrusos está hablando?

Intento mantener la compostura y respondo:

—Claro, Ridge. Estoy disponible.

Malibu, que ha estado escuchando desde el escritorio continuo, me lanza una mirada que podría derretir el acero. La ignoro, sabiendo que hoy es mi oportunidad de brillar sin sus constantes interrupciones ni sus ideas grotescas que podrían cuadrar más con un desfile de modas o un festival de circo que con una feria de libros.


 

Cuando llega la hora del almuerzo, Ridge y yo salimos de la oficina y él me lleva a un restaurante muy lujoso. Las puertas se abren automáticamente y el interior es tan elegante que me siento como si estuviera en una película de James Bond. O aún mejor, en la cena exclusiva del equipo en medio del lanzamiento de la película de James Bond.

Ridge me guía a una mesa reservada en una esquina tranquila y, cuando nos sentamos, no puedo evitar sentirme un poco nerviosa. Es la primera vez que tengo un momento así de privado con él desde que llegué a esta empresa.

—Este lugar es increíble—digo, tratando de sonar como si no me estuviesen sudando las manos, mientras mis ojos recorren el menú que parece estar escrito en un lenguaje que solo los chefs entienden.

—Me alegra que te guste. Quiero que revises algunos de los menús de los proveedores que estamos considerando para los eventos formales que tendrá la feria. Necesitamos asegurarnos de que ofrecemos lo mejor a nuestros asistentes—responde Ridge, sonriendo.

Mientras empezamos a revisar los menús, no puedo evitar notar lo cerca que está Ridge mientras checamos ambos los cuadernos con las cartas y debatimos. Su colonia me envuelve y, por un momento, me pierdo en sus ojos azules cargada por la tensión de la cercanía entre ambos. ¿Cómo hace una persona para sobrevivir todos los días sabiendo que el mundo entero se pone a sus pies solo con hacer ojitos o con sonreír?

Retiro lo dicho, se puede vivir de muchas maneras, al menos en el caso de este hombre maravilloso, no veo que los humos se le suban a la cabeza. Bah, no sé realmente cómo será con su familia o con un hermano feo si es que lo tiene.

Sacudo la cabeza, tratando de concentrarme en la tarea.

—Este proveedor tiene una excelente variedad de tapas con receta bien española y creo que serían perfectas para las recepciones más informales—digo, tratando de mantener el profesionalismo.

—Estoy de acuerdo. Y este otro ofrece platos gourmet que podrían impresionar a los invitados más exigentes con platillos y opciones ágiles que no ensucian demasiado—responde Ridge, acercándose un poco más para mostrarme algo en el menú mientras me señala.

Nuestras manos se rozan accidentalmente y siento un escalofrío recorrer mi columna. Trato de mantenerme tranquila, pero cada vez que Ridge me mira, estoy segura de que el tiempo se detiene. 

La comida llega y, mientras disfrutamos de los exquisitos platos, la conversación se vuelve más relajada. La conversación sigue trazando puntos de una cosa y otra hasta que Ridge me cuenta sobre su pasión por la literatura y cómo siempre ha querido organizar una feria del libro que sea inolvidable.

—¿Y tú, Beverly? ¿Qué te llevó a este mundo de los libros y los eventos? Me parece estupendo que lo hayas seguido con tu formación por la carrera del mundo de la publicidad—pregunta, mirándome con curiosidad.

—Bueno, siempre he sido una “rata de biblioteca”, como dice mi hermana, je... Me encanta perderme en historias y conocer nuevos mundos a través de los libros. Me gustan mucho los de ficción porque a final de cuentas lo que hacen es vendernos historias y de eso se trata la publicidad en últimas cuentas, ¿no? La venta a través de buenas historias. Organizar eventos como este me permite compartir esa pasión con más personas, tanto los libros como el storytelling, lugares como este están llenos de historias, confluyen las que narran los libros con las de las personas que llevan ávidas buscando nuevo y maravilloso material—respondo, sintiendo que mi corazón se acelera.

—Compleja, ¿no?

—Sí, también soy un poco compleja.

Ridge sonríe y asiente, pareciendo realmente interesado en lo que digo.

—La relación entre hermanas, me refería. O entre hermanos, en general.

—¡Ah! Uff, puede ser. Pero en el trabajo somos compañeras de trabajo y punto.

—¿Segura?

—¿Ya te fue con el chisme?

—Mmm—. Eleva una ceja, suspicaz—. ¿Con qué chisme?




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