La Fea y la Bella

13. BEVERLY

 

—¡¿Qué?! ¡¿En serio?!

No puede ser, Malibu no le dijo nada a Ridge de que yo ya había sido rechazada. Entonces comprendo que lo hizo para protegerme.

Para que me de la oportunidad de entrevistarme él en persona.

Vaya.

Me siento una malagradecida luego de todo lo que hemos pasado, me siento de perros por haberle echado por tierra cada una de sus ideas.

—No puedo creer cómo dejaron pasar un talento como el tuyo, pediré explicaciones a Geovana—me dice e intento detenerlo.

—No, no. Créeme que…entiendo por qué me rechazaron. O mejor dicho, por qué la tomaron a ella y no a mí.

—No entró sola, entró con Gunter. Ambos son muy buenos, pero el haberte dejado pasar a ti me parece realmente inaudito.

Suspiro.

—También entiendo eso. Gunter es varón y sabemos que hay ventajas competitivas de que tomen a un varón, ella tiene que dar cuentas, Geovana digo, de que es eficiente con su trabajo.

—Mmm, en realidad, el plan era un varón y una mujer, mantenemos paridad y estamos abiertos además a la diversidad, nos gusta sostener un equipo de trabajo competitivamente capaz y plural.

—Y con “buena presencia” ante los clientes.

—Claro, tienes todo eso y eres brillante.

—No como Malibu.

—¿A qué te refieres, Beverly?—. Caray, en qué momento me cayó el letrero de “ELLA ES LA VÍCTIMA, MÍRENLA, POBRECITA.”

No.
No puedo entrar en esa posición, menos aún ante Ridge.

—Creo que mejor deberíamos seguir con lo de los proveedores—le propongo, un poco tensa y triste a partes iguales.

—Beverly—insiste él—. ¿A qué te refieres con esa comparación?

—Yo…

Cielos, el jefe ordena.

Así que hablo:

—Malibu quedó porque entre las dos, ella es la bonita.

—Caray, Beverly, no puedo creer que estés diciendo eso.

—Es que…

—Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Además, tú eres preciosa. Si el criterio de Geovana es físico para seleccionar personal, realmente tengo de tomarme un momento serio con ella porque no puede ser eso. Y en tal caso, tendrías que ser gerenta de la compañía si es por escalas de belleza a inteligencia el asunto.

Creo que acabo de sonrojarme.

Pero por lo boba que soy se me llenan los ojos de lágrimas. ¡No, no, no! ¡Absurda y estúpida Beverly, ahora no!

—Cielos, lo siento, ¿dije algo que te haya lastimado?

—N-no… Al contrario.

—Dímelo, por favor.

—Es que… Nunca nadie antes me había dicho que soy bonita… Sé que no lo soy…

—Por favor: no vuelvas a decir eso. Porque sí que lo eres, Beverly. Eres hermosa.

—Cielos, no quiero obligarte.

—¿Me ves pinta de condescendiente? ¿Crees que no estoy siendo honesto? ¿Crees que no soy una persona honesta?

Cielos, es un buen punto.

Juraría que por un momento me lo creo.

—Creo que eres…muy genuino, Ridge. Gracias, de verdad... Eso—digo, moqueando—, tiene un valioso significado viniendo de ti—respondo, sintiendo mis mejillas enrojecer y conteniendo la mezcla de risa con ganas de llorar que amenaza con aparecer.

Y en su rostro también se ilumina una sonrisa.

—¿Propone?

Asiento, limpiándose las lágrimas.

La comida continúa y cada vez me siento más cómoda con Ridge. Empiezo a darme cuenta de que no solo es increíblemente guapo, sino también muy inteligente, bondadoso, con un corazón inmenso y apasionado por su trabajo. ¿Cómo no caer rendida?

Una vez que finaliza la tarea, regresamos a la empresa y en el coche, él habla casi todo el tiempo por el móvil desde el manos libres en estéreo acerca de unas autorizaciones que deben tramitarse y lo delega a quien corresponde.

Al colgar ya estamos de regreso y aparca su lujoso coche.

—Debemos asegurarnos de que esta feria sea inolvidable. Y con tu ayuda, sé que lo lograremos —dice Ridge, mirándome fijamente. Ahora sé cuánto esto vale en su carrera y también a nivel personal.

Inclusive para mí misma.

—Haré todo lo posible porque así suceda, Ridge. Puedes contar conmigo firmemente en esto—respondo, sintiendo una conexión profunda con él.

El camino de regreso por el edificio es tranquilo, pero sé que algo ha cambiado hoy, pero no estoy segura de qué.

Al llegar a la oficina, Malibu nos recibe con una mirada sospechosa.

—¿Cómo fue el almuerzo?—pregunta Malibu. Veo en su gesto algo compasivo que no sé muy bien qué sea, pero creo que ha estado pensando mucho.

—Muy productivo—respondo, sin dar más detalles.

Malibu frunce el ceño y sé que está frustrada. Pero no me importa. Estoy dispuesta a pasar por alto cualquier posible disputa con ella cuando me sorprende un abrazo de su parte y me dice al oído:

—Perdóname. Te quiero. Gracias.

Es la plegaria del Ho'oponopono, una práctica milenaria que aprendimos a practicar con nuestra madre.

La miro, sonriendo y asiento.

—No quiero pelearme contigo—me declara ella—. Eres buena en esto y no tendría que haber tomado ese informe sin tu permiso.

—Yo no tendría que haber subestimado tus ideas, algunas de hecho, me parecieron buenas.

—¿Podemos hacer esto juntas, entonces?

—Podríamos tener un desfile de moda de personajes literarios—le digo y ella conviene con una sonrisa brillante.

Cielos, me alegra tanto hacer las paces con Malibu. Ella es realmente importante para mí, puede que seamos hermanas y como cualquier relación fraterna, tenemos nuestras diferencias.

Aunque hay algo que no me atrevo a confesarle.

Y es que Ridge me está empezando a gustar mucho.

Pero mucho de verdad.



 




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