El primer rayo de sol apenas comenzaba a pintar de dorado las cimas de las montañas cuando Aileen salió de su cabaña. El aire fresco de la mañana aún tenía un toque de frío.
—Buenos días, Aileen. —Madrugas mucho, como siempre —dijo una voz que la sobresaltó. Colin estaba allí, esperándola.
La sorpresa y la sensación de haber sido interceptada despertaron en Aileen una punzada de incomodidad y un recuerdo doloroso...
Recordó las mañanas tranquilas junto a su madre, antes de que la enfermedad la consumiera.
—Buenos días, Colin. —No esperaba verte tan temprano. —Intentó sonar neutral.
—Quería asegurarme de verte. —Tú también necesitas atención. —Dio un paso hacia ella.
Su cercanía hizo eco en su mente...
Recordó la fragilidad de su madre en sus últimos días.
—Estoy bien, Colin. Tengo mis propias responsabilidades. —Su voz era firme.
—Pero una mujer joven y hermosa como tú no debería estar sola. —Su mirada la hizo sentir vulnerable.
La forma en que la miraba le trajo un recuerdo incómodo...
Recordó las miradas de algunos hombres hacia su madre tras la muerte de su padre.
—No estoy sola. —Tengo al clan. —Aileen deseaba alejarse.
—El clan... —Tú necesitas a alguien especial, alguien que te ponga en primer lugar. —Su tono era persuasivo.
Sus palabras le trajeron un recuerdo agridulce...
Recordó a su madre diciéndole que era especial por su bondad.
—Colin, por favor. —Tengo que ir a ver a Morag. —Intentó pasar a su lado.
Él se movió para bloquearla.
—¿Cuándo te pondrás a ti misma en primer lugar, Aileen? —su insistencia era opresiva.
Su preocupación simulada le recordó...
Recordó la genuina preocupación de su madre por ella.
—Mi responsabilidad con el clan es importante para mí. —Aileen mantuvo su mirada firme.
—Y yo quiero ser importante para ti. —Su tono era casi un ruego.
El ruego y la posesividad le trajeron un recuerdo de advertencia...
Recordó la advertencia de su madre sobre aquellos cuya necesidad eclipsa la libertad.
—Colin, creo que deberías irte. —Su voz era fría.
—¿Irrme? Pero solo quería hablar contigo... —
—Necesito espacio. —Aileen lo interrumpió
Colin vaciló, luego suspiró. —Como desees, Aileen. Pero no podrás evitarme para siempre. —Se apartó.
Aileen se apresuró, sintiendo su presencia pesada. Más tarde, buscó tranquilidad cerca del bosque. Escuchó voces masculinas: Colin con Breixo y Roi. Se escondió y escuchó.
—...y pronto, mis amigos, tendré a la más bella mujer del clan a mi lado.
—Aileen McGregor: Es hermosa, pero reservada.
—Por su belleza la quiero. Aumentará mi prestigio.
—¿La amas?
—Amarla? Tonterías Detesto su parafernalia de curandera. Fui amable por lástima tras la muerte de su madre.
Aileen sintió un puñal helado. Recordó su infancia compartida con Colin. ¿Cuándo se torció su corazón?
—Es respetada por sus habilidades.
—Sí, la "sabia" Aileen. Fui amable por lástima.
Aileen apretó los labios. ¿Lástima?
—¿Qué harás con su "don" al casarte?
—Se le pasará. Se dedicará a su hogar. Yo me encargaré.
Aileen se retiró, la traición ardiendo en su interior. Llegó a su cabaña y lloró. Al día siguiente, se encontró con Alana.
—Escuché a Colin ayer. Hablaba con Breixo y Roi.
—¿Qué decía? —preguntó su amiga.
Aileen repitió sus palabras.
—¡Qué hombre tan despreciable! —dijo Alana.
—Voy a dejarle claro que no quiero nada que ver con él. Y si persiste... hablaré con el Laird.
A lo largo de los días, Aileen evitó a Colin. Finalmente, él la interceptó.
—Aileen, ¿qué te sucede?
—Sé lo que dijiste. Sé lo que piensas de mí.
Colin palideció. —¿De qué hablas?
—Hablaste con Breixo y Roi. Los escuché. Solo me quieres por mi belleza. Desprecias mi don. Tu lástima no es bienvenida.
—Debes haber entendido mal... —dijo asustado porque Aileen escuchó su conversación.
—No entendí mal. No quiero nada que ver contigo. Vete, Colin.
—Pero... éramos amigos... —dijo Colin.
—Éramos. —Aileen asintió con tristeza—. Pero la persona que eras ha desaparecido. Vete.
Al llegar la noche, Aileen estaba en su cabaña. Un golpe firme resonó en la puerta. Dudó antes de abrir.
En el umbral, bajo la luz de la luna, estaba Colin. Su rostro mostraba súplica y desesperación.
——Puedo pasar a hablar contigo —le dijo Colin.
Ella, aún con la conversación en su mente, negó; al cerrar la puerta, él pudo empujar a tiempo y entró, haciendo que Aileen retrocediera.
—Aileen, lo que supuestamente escuchaste no es lo que tú te imaginas —dijo Colin.
—Colin, escuche perfectamente, haz el favor y vete —dijo Aileen, asustada.
—Aileen, vengo a proponerte matrimonio. ¿Y tú me echas? —preguntó agarrándola por los brazos.
Ella intentó quitarse el agarre de Colin en un momento de despiste; la besó en los labios, sintió náuseas al sentir sus labios sobre los suyos. En otra circunstancia tal vez ese beso lo hubiera aceptado, pero después de descubrir las intenciones de Colin, el motivo del matrimonio con ella, sus pensamientos hacia el cambio, con una fuerza que no creía tener empujó a Colin.
—No vuelvas a besarme, Colin McGregor, no me casaré contigo —le dijo mientras se limpiaba los labios.
—Te vas a arrepentir de esto, Aileen; a mí nadie me rechaza —dijo antes de salir de la cabaña.
Aileen se sentó en su catre, sorprendida por lo que acaba de pasar y asustada por la amenaza de Colin.