La flor del clan Mcgregor

Capitulo 12

El bullicio del mercadillo del pueblo era un contraste vibrante con la atmósfera más contenida de Eilean Donan. Aileen y Johanna caminaban juntas, observando los puestos llenos de telas de colores, herramientas de madera y cestas de mimbre, mientras Malcolm y Evan las seguían de cerca, atentos a su seguridad. Para Aileen, era una bocanada de aire fresco, una oportunidad para olvidar por un momento las sombras que a veces la envolvían en el castillo.

En un puesto que exhibía pequeñas joyas y adornos, la mirada de Aileen se detuvo en un collar sencillo pero elegante. Era una cadena de plata fina de la que colgaba una piedra de un color azul profundo, como el lago en un día de calma. Lo observó con anhelo, tocando la suave superficie de la piedra con la punta de los dedos.

Malcolm, que había notado su fascinación, se acercó con una sonrisa amable. —¿Te gusta, Aileen?

Ella se sonrojó ligeramente, apartando la mano. —Es muy bonito, Malcolm, pero no es para mí.

—Tonterías —replicó él con calidez Es un pequeño obsequio. Por tu valentía y tu ayuda. Por ser nuestra amiga.

Antes de que Aileen pudiera protestar, Malcolm pagó al mercader y colocó el collar alrededor de su cuello. La plata fría se sintió agradable contra su piel, y el azul profundo de la piedra le recordó los cielos de su infancia. Una oleada de gratitud la inundó.

—Gracias, Malcolm —dijo Aileen con sinceridad, sus ojos brillantes. Era el primer regalo que recibía desde....desde hacía mucho tiempo.

Al llegar al castillo, Neilan no pudo evitar ver en el cuello de Aileen el collar que le había regalado Malcom; tampoco dejó escapar la complicidad que había entre los dos. Eso, en parte, lo inquietaba. Aileen era una chica guapa, pero también sabía que era su protegida y no quería tener problemas con Duncan McGregor si algún día decide volver por ella. Esa idea, al parecer, no le gustó; se quitó eso de la cabeza. No estaba enamorado de ella; él no creía en el amor, pero esa chica que no le dirigía la palabrale parecía interesante y no sabía descifrar qué es lo que era.

Para Aileen, el paseo por el mercadillo y el regalo de Malcom le alegraron la mañana, pero le extrañaron las miradas de Neilan; la vieja inquietud volvió a apoderarse de Aileen. En la oscuridad de la noche, desde el pasillo vio de nuevo la figura de la criada deslizándose silenciosamente, saliendo de la habitación de Laird Neilan. La escena, repetida noche tras noche, alimentaba una creciente desconfianza en su corazón. ¿Qué clase de hombre era realmente Laird Neilan?

Al día siguiente, la llegada de más huéspedes alteró la rutina del castillo. Laird Cailean McDonald y Lady Leah McDonald llegaron en sus caballos, acompañados por una pequeña comitiva. Cailean saludó a su hermano con un abrazo afectuoso, y Leah sonrió cálidamente a Johanna.

—Cailean quería ver cómo te encontrabas, Neilan —explicó Leah mientras se instalaban en el gran salón. Y yo anhelaba visitar a Johanna y a Alileen; quiero saber cómo les va todo aquí.

La presencia de Cailean, el Laird McDonald, añadió una nueva dinámica al castillo. Su mirada observadora parecía analizar cada rincón y cada habitante. Leah, con su bebé en brazos, irradiaba una tranquila serenidad.

Durante la cena, la conversación fue animada, centrada en la salud del bebé y en las noticias de los clanes vecinos. Aileen permaneció en silencio, observando las interacciones. Notó la calidez en la relación entre los hermanos Mackenzie, la amabilidad de Leah y la creciente afectuosidad entre Johanna y Evan, quienes apenas podían disimular sus miradas cómplices.

Sin embargo, a pesar de la atmósfera generalmente cordial, Aileen no podía sacudirse la persistente imagen de la criada en la noche. La llegada de Cailean y Leah añadió más personas a observar, más posibles aliados o amenazas en su incierto refugio. El collar azul que llevaba al cuello era un recordatorio tangible de la amabilidad de Malcolm, pero no podía disipar por completo la sombra de duda que se cernía sobre Laird Neilan y los secretos que parecían ocultarse tras los muros de Eilean Donan.




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